viernes. 26.04.2024
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Brillante exaltación a Emigrantes en el Rocío más singular

Emigrantes sigue celebrando Pentecostés a pesar de la ausencia de Romería
Brillante exaltación a Emigrantes en el Rocío más singular

Emigrantes sigue subrayando y derrochando fe con la celebración de este singular Rocío en el que la ausencia de Romería para ganar la guerra al Covid no ha restado un ápice la ilusión de los hermanos por festejar el Pentecostés más espiritual. Sin peregrinaje a la aldea y sin posibilidad de obsequiarnos con la explosión de color que deja a cada paso su carreta del simpecado, la filial rociera prosigue sus cultos y en la jornada de hoy tuvo lugar la imposición de medallas a cargo del director espiritual de la Hermandad, José Manuel Barral quien también obsequió a los presentes con una brillante exaltación a la Concha Peregrina. 

Emigrantes, ejemplo de fe, sigue celebrando este Rocío de EsperanzaEl director espiritual de la Real Hermandad de Emigrantes de Nuestra Señora del Rocío de Huelva, el padre Barral, señaló en su exaltación que no hace falta el peregrinar a caballo, carreta tradicional e incluso a pie. Él consigue que caminemos por esos caminos hasta llevarnos a los pies de la Madre de Dios y como colofón la participación esa increíble travesía del coro antiguo de la filial rociera, que este año celebra su cincuentenario fundacional.

El prelado iniciaba su intervención antes de escuchar una de las composiciones que nos regalaría durante toda la noche, diciendo que “El Rocío que yo quiero es como el que todos queremos. Es el Rocío de la Virgen y de los buenos rocieros.  El Rocío que yo quiero es el que se hace en hermandad, unidos por el sentimiento que no hay mayor verdad para compartir estos momentos. El Rocío que yo quiero está hecho de recuerdos, de mirar hacia atrás y aunque pase el tiempo, otros tiempos seguirán abriendo caminos nuevos. Porque el Rocío que yo quiero tiene caminos de arena y son los caminos eternos que nos llevan hasta Ella con una oración y un te quiero para poder ofrecérsela”.

Añadía el director espiritual que “este es el Rocío, el Rocío que queremos, es el de los peregrinos que le ofrecen sus promesas, es el de los carros de flores de papelillos y cadenetas que se adornan de mil colores y del color de nuestra bandera. Es el Rocío de la convivencia, de las misas y el rosario que cuenta las ave marías que faltan para poder estar con Ella, para que salga de su ermita y

venga hasta nuestro Simpecado esa Virgen tan bonita que nos tiene enamorados”.

Más adelante se interpelaba “Quién pudiera ser, Señora, el Rosario que te rezan esperando ese momento de poder sentirte tan cerca. Quién pudiera ser, Paloma, la multitud que te espera. Impaciente para verte a las puertas de tu iglesia. ¡Ay! Quién pudiera, Rocío, ser la campana que suena en lo alto de la espadaña cuando han “saltao” la reja. Quién pudiera ser el que dice: ”Venga la Virgen ‘pa’ fuera”. Que la Señora ha ‘querío’ que venga Almonte a cogerla. Quién pudiera ser, Pastora de los que viven en esa tierra y ‘agarrao’ a su costero entre almonteños mecerla. Quién pudiera decirte, tantas veces como quisiera, que solamente Tú eres la más hermosa Reina. Por la que Emigrantes siente esta fe tan rociera”. 

Proseguía su exaltación “y en ese trono de plata como si fuera una barca irá navegando la Virgen sobre una marea humana entre piropos y oraciones hasta que se haga de mañana. Ella lucirá como una Reina sobre ese mar de cabezas y ese rugir de corazones que luchan por acercarse para gozar de su presencia. Y cuando Ella va saliendo se queda bajo esa puerta. Y le pide a los de Almonte que por un rato se detengan: Pararse aquí un momento. Que todo el mundo me vea. Que quiero por un instante quedarme bajo esta concha antes de salir ‘pa’ la calle. Pararse por un momento, dejarme aquí un instante que todo el mundo me vea, que todos puedan mirarme. Debajo de esta concha de la medalla de Emigrantes. Y este es el gran misterio ¡Ay! qué bonito detalle. Lo dicen los rocieros que cuando la Virgen sale ¡qué momento tan grande! Que parece que está la Virgen en mi Simpecado de Emigrantes”.

Por su parte, el coro antiguo de Emigrantes cantaría muchas de las composiciones de su director eterno que ya disfruta en las marismas eternas de la presencia y protección de la Virgen del Rocío, Joseli Carrión. Una de ellas dice que “Del vivir al sonar/ una distancia/ tú despiertas en mi vida/ rocío alegres albas. Hay que vivir,/ hay que soñar,/ hay que sentir/ mirándote a los ojos, Rocío,/ ‘pa’ no mentir ….”.

O esa otra canción que cantaron: “Las flores de la carroza/ qué pronto se han ‘marchitao’/ qué poco brilla la plata/ qué triste va el ‘Simpecao’. /Que no tien tiros buenos, que ha ‘perdío’ la alegría/ que alguien sin sangre en las venas/ le ha ‘quitao’ a María/ los ángeles que la llevan.

Finalizaba su exaltación José Manuel Barral con el deseo “Déjame que a Ella llegue y que me agarre a su paso, porque quiero que me deje en mi hombro su lirio morado. Y así te lo piden tus hijos, así te lo estamos pidiendo, que también quiero llevarte con todos los almonteños. Y con el rezo de una Salve irme contigo ‘p’al’ cielo. Y con las fuerzas que tengo al paso quiero acercarme y con los hombres de tu pueblo a tus varales agarrarme pidiéndote al mismo tiempo por aquellos que llamaste y el camino recorrieron ‘p’a’ eternamente llevarte por el Rocío de tu Reino.

Las últimas palabras de Barral en esta hermosa exaltación fueron: “Y ahora siento que me llamas, que así lo estoy sintiendo que Tú me llamas, Madre mía ‘pa’ que me meta en tu costero. ‘Pa’ ofrecerte ‘toas’ mis fuerzas, ‘pa’ que me alivie tu peso y que me lleves meciéndote ¡a las marismas del cielo!

La noche se cerraba con el canto de la Salve y los vivas del presidente de la Hermandad de Emigrantes, Francisco José Garrido a “Virgen del Rocío, Blanca Paloma, Reina de las Marismas, Pastorcito Divino, coros de la hermandad y coro antiguo de Emigrantes y que viva la Madre de Dios”.

Asimismo, se le hacía entrega de unos presentes al coro antiguo de Emigrantes y el exaltador de la noche, el director espiritual de Emigrantes, José Manuel Barral.