miércoles. 24.04.2024
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El dibujo y tatuaje de Joaquín Quinta Romero, reflejo de la creatividad cachonera

La capacidad de los habitantes y personas vinculadas con Galaroza para crear, innovar y hacer arte está fuera de toda duda y Joaquín es ejemplo de ello.
El dibujo y tatuaje de Joaquín Quinta Romero, reflejo de la creatividad cachonera

La capacidad de los habitantes y personas vinculadas con Galaroza para crear, innovar y hacer arte está fuera de toda duda, y ha sido demostrada en campos como la artesanía, la literatura o la carpintería. También en las artes, esta creatividad cachonera se pone de manifiesto con el trabajo de diversos vecinos, entre los que destaca Joaquín Quinta Romero, que está dedicando su formación y su destino profesional al dibujo y al tatuaje.

La afición le vino desde bien pequeño, ya que indica que “mi afición artística comenzó cuando apenas era un niño, siempre me sentí atraído por el arte y en concreto por el dibujo”. Por ello, invertía todo el tiempo que podía en dibujar y pintar, ya fuese en el colegio Hermanos Arellano o en casa, incluso restándole tiempo al juego en la calle con los zagales. Su hermana María del Pilar fue compañera de juegos artísticos y manualidades, tras disfrutar con los programas que se emitían por televisión.

Por tanto, Joaquín siempre tuvo claro lo que quería ser de mayor. Para eso se ha formado, desde aquel cuarto curso de la ESO en el IES San Miguel, de Jabugo, su otro pueblo natal, ya que allí nació su madre. Su profesor Antonio le descubrió las muchas formas de crear arte sin depender de un lápiz o un pincel. Fue entonces, donde descubrió un amplio abanico de técnicas que ha ido puliendo poco a poco, como el modelado en barro, el relieve o la creación de moldes mediante escayola, entre otras muchas.

El siguiente paso, apoyado siempre por su familia, fue su matrícula en el Bachillerato de Artes Plásticas y Diseño del IES San Blas (Aracena), donde afirma que vivió “la etapa más importante y decisiva en mi trayectoria artística, porque mis decisiones con respecto al futuro se iban viendo más claras cada día”. Fueron dos años donde descubrió asignaturas que nunca imaginó tan atractivas, como por ejemplo el diseño, y también donde aprendería y perfeccionaría técnicas como el modelado, la pintura al natural o el dibujo artístico. Se sentía cómodo a la hora de trabajar con algún proyecto o interpretando cualquier técnica a través de su estilo personal. Sus profesores, además, le enseñaron “una serie de valores y de maneras de ver el arte desde una perspectiva diferente”.

Los consejos de Rafael Lobo, otro artista cachonero con una amplia genealogía de pintores a sus espaldas, le sirvieron para decidir estudiar un grado superior antes de la carrera, y tras realizar unas pruebas de acceso se matriculó en 2014 en el Ciclo Formativo de Grado Superior de Artes Aplicadas al Muro en el Pabellón de Chile (Sevilla). Un lugar mágico, donde aprendió a trabajar la pintura mural y sus variantes, las vidrieras o la cerámica, y mejorar, perfeccionar o simplemente realizar de manera diferente otras técnicas como el dibujo con modelos desnudos o el diseño con programas que desconocía.

En este aprendizaje descubrió también el tatuaje, a través de un compañero de clase, “un mundo que nunca imaginaria que iba a ser tan fundamental en mi vida, y mucho menos que sería a lo que le dedicaría más de la mitad de mi tiempo”. A partir de entonces, y sobre todo después de terminar este grado, su vida dio un giro por completo y se dedicó a profundizar en este arte.

Su última etapa formativa se inició en 2017, en la Facultad de Bellas Artes de Sevilla, donde comienza una nueva etapa de experimentación y sobre todo de aprendizaje. A lo largo de la carrera, se ha dado cuenta de su gran interés “por el mundo tecnológico, más que lo tradicional, el mundo del diseño o la ilustración, aunque el dibujo sigue estando presente en mi día a día, ya sea por hobby o por trabajo”.

En esta fase, Joaquín encuentra su propia personalidad artística, “esa huella o marca que define al artista o que lo identifica como tal, una identidad que creo no haber encontrado aún de forma definitiva, pero que estoy muy cerca de encontrarla, una huella influenciada más por el dibujo artístico que por la pintura, más por lo digital que por lo tradicional, e incluso influenciada por temas como la naturaleza, la fauna, lo fantástico o incluso el mundo de los videojuegos”.

Joaquín Quinta Romero se encuentra en un punto importante de su vida, en el que va a definir los próximos pasos en su carrera. Está clarificando su impronta, intentando fusionar variables como el dibujo, el carboncillo, la tecnología, el diseño o la ilustración. Esto es lo que intenta trasladar a sus creaciones sobre el cuerpo de las personas, verdadero pilar en su labor. El tattoo es, para Quinta, “una técnica que me permite tirar de mi creatividad llevada al dibujo, transformarla mediante el diseño digital, y plasmarla en un lienzo móvil y de por vida, como es la piel misma”.

El joven cachonero compagina estos trabajos con otras tareas, como la colaboración en el hotel que sus padres, Luis y Mariló, gestionan en Galaroza, y con una formación constante que le permitirá descubrir otros mundos creativos. Joaquín Quinta, que lleva el nombre de su recordado abuelo paterno, es, por formación, pasión y resultados, uno de los nuevos grandes artistas que Galaroza ha dado al mundo.