viernes. 19.04.2024
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La pandemia destapa la falta de medios y servicios en los pueblos más pequeños

El coronavirus pone en evidencia la falta de medios de los municipios menos poblados. Sin policía local, ni bancos ni supermercados, afrontan en desigualdad la pandemia.
La pandemia destapa la falta de medios y servicios en los pueblos más pequeños

La crisis sanitaria provocada por la neumonía de Wuhan se ha plantado ya de lleno en el mundo rural de Huelva. Ese lugar apacible y bucólico repleto de paisajes idílicos, paredes blanqueadas, aromas a poleo y romero, verdes praderas, castañares y dehesas de encinas y alcornoques.

El denominado Covid-19 llama también a las puertas de pequeños municipios y aldeas que no cuentan con apenas medios para afrontar una pandemia tan cruel como sorprendente.

Decenas de pueblos de la geografía onubense donde la mayoría de la población supera los 65 años levantan su voz a través de los canales de los ayuntamientos, de los alcaldes, de los grupos de Facebook y WhatsApp asombrados por el golpeo de un virus que se pasea a sus anchas por el mundo riéndose a carcajadas febriles de políticos, sabios y de todo el que se le pone por delante.

En realidad siempre ha sido así. Desde la peste negra a la mal llamada ‘gripe española’ pasando por la tan familiar en el mundo rural tos ferina, que causaba estragos en los niños y aún hoy mata a más de 300.000 personas en todo el mundo. Y hoy esta neumonía de Wuhan.

Poco a poco el virus infecta la tranquila vida de los pueblos, pequeños, medianos y grandes. Da igual. La lista se amplía cada día que pasa: Punta Umbría, Almonte, Bollullos, San Bartolomé, Riotinto, Nerva, Cumbres Mayores, Cumbres de San Bartolomé, Santa Bárbara de Casa, Trigueros....

Alguno por lo menos tienen un centro de salud en el municipio pero la mayoría ni eso. Al pairo de que les cojan el teléfono y atiendan la enorme preocupación que genera el coronavirus.

Un virus presente a todas horas en las radios y en las teles, en las franjas horarias que antes ocupaban los hoy añorados programas estelares del mundo rural de la Sierra, el Andévalo y la zona fronteriza con Portugal o la zona minera.

Todo empezó con la ‘desbandá’ que aceleró el estado de alarma que tiene a España, a Europa confinada. Los pueblos del norte onubense comenzaron a recibir visitas de residentes y familias de zonas más afectadas de España. Y con ese movimiento masivo llegó la inquietud. En algunos casos este movimiento poblacional ha facilitado la entrada del virus en la cadena rural pero en otros no.

Lo que ocurre es que el patrón de comportamiento social en los pequeños pueblos se rige por reglas más simples que las ciudades y los pueblos grandes. Acostumbrados a verse y tratarse a diario, todos se conocen. Por eso cualquier rostro desconocido levanta hoy inquietud en estos tiempos de cólera y desconfianza. Y no digamos cuando, habitualmente a través de las redes sociales o grupos de WhatsApp, se comienza a hablar de un positivo por coronavirus en tal o cual pueblo. Los vecinos entran en ebullición y comienzan a preguntarse quién será, de dónde habrá venido el virus.

El hecho de que los ayuntamientos ni confirmen ni desmientan los rumores durante horas o días acelera las sensaciones de vulnerabilidad de la comunidad rural. Son días en los que la presión social alcanza cotas insospechadas hasta ahora. Desde que el altavoz popular sospecha de la existencia de un caso de coronavirus hasta que el ayuntamiento lo confirma (esperando respuesta de la autoridad sanitaria) suelen pasar varios días. Suficiente tiempo para que los rumores y la desinformación causen estragos incluso en las relaciones personales, hasta ahora apacibles.

Y aquí cada alcalde, cada alcaldesa, usa los medios que cree convenientes. Lo primero es el bando o el comunicado oficial que llega cuando la espuma ya rebosa el vaso social. Y suelen decir siempre lo mismo: “Es un caso aislado, identificado y controlado, que permanece aislado en su domicilio u hospitalizado”… según la gravedad.

Hay alcaldes que se atreven incluso a dar mensajes de tranquilidad y ánimo por la televisión local de la que disponen. Y a falta de estos artefactos de la comunicación los hay que utilizan su perfil de Facebook para alentar e informar a sus cvecinos y acallar así los rumores que no contribuyen mas que a dañar la salud mental del colectivo vecinal, hasta ahora más preocupado y presionado por la despoblación y el vaciado de los pueblos.

Un ejemplo de este último caso lo tenemos en la alcaldesa de Cumbres de San Bartolomé, Mari Ángeles Carbajo. Acalló personalmente los rumores con un claro y sentido mensaje a través del Facebook, convertido hoy en el pregonero mayor de todo lo que acontece al pópulo.

Sin medios: La diferencia entre el norte y el sur de la provincia de Huelva

El sur de la provincia, la capital, la Costa, el Condado y el Área Metropolitana disponen de medios sanitarios cercanos, a su alcance: el Hospital Juan Ramón Jiménez, el Infanta Elena, clínicas y hospitales privados. Se quiera o no tranquiliza tener un hospital cerca aunque primero haya que hacer la obligatoria llamada telefónica a los centros habilitados para afrontar la crisis sanitaria del Covid-19.

Pero en el norte solo cuentan con el Hospital de Riotinto, el centro comarcal de referencia del Área Sanitaria de la Sierra. Demasiado poco para atender en tiempos de coronavirus a una de las zonas donde la edad media de la población es de las más altas de Andalucía.

Para colmo son pueblos donde la mayoría de los cuarteles de la Guardia Civil cierran a las tres de la tarde (por lo menos antes del estado de alerta) y donde hay municipios que no cuentan siquiera con agentes de policía local o si los hay se apañan con un solo efectivo, con un agente para todo. Son pueblos que no ven o ven pasar a cuentagotas las máquinas y los tractores desinfectando las calles. Son pueblos sin supermercado ni oficinas bancarias y con un internet tan rústico que no da ni para ver Netflix. Donde hacer la compra online es una aventura de tal envergadura que agota a los navegantes. Antes, algunos, tenían los centros Guadalinfo. Ya ni eso por el confinamiento.

Hoy el mundo rural reproduce a su manera lo que ocurrió en Andalucía cuando trascendió el primer contagio, el paciente cero andaluz que se sepa. Hasta que no se supo quién era, hasta que se le puso nombre no paró la ruleta mediática y social de dar vueltas. Fue entonces cuando trascendió, en pleno Día de Andalucía, con los fastos ya en la calle, el caso del empleado de banca onubense Miguel Ángel Benítez.

No ha pasado ni un mes y el mapa del coronavirus ha llenado ya las casillas de todas las capitales españolas, andaluzas y ahora se adentra en el mundo rural, más inerme y con muchos menos medios para afrontar esta pandemia que nos aflige y acongoja y nos tiene metidos en casa sin sacar casi ni la cabeza a la calle. Quién sabe, quizás el aislamiento endémico que sufren muchos pueblos sea en estos días la mejor vacuna. Porque hay gente que ha optado por pasar el estado de alerta apartados de todo en una casa de campo. Allí no hace falta manejar los tomos de 'El agricultor autosuficiente' de Jhon Seymour. Digamos que les va de suyo.

Fotografía principal: Un operario desinfecta una fuente pública en Jabugo.