La última Hermandad onubense erigida canónicamente destaca por la conjugación entre el clasicismo y el protagonismo innegable de la juventud
Esta jornada última de la Semana Santa de Huelva, traía consigo el que muchas iglesias abrieran sus puertas a la última de las Hermandades erigidas canónicamente en ellas, como era el caso de la Hermandad de la Soledad que a las ocho de la tarde, bajo un ocaso espectacular, y con un recorrido de unas cuatro horas veía la luz de la calle Méndez Núñez.
Entusiasmo el que despertaba la cofradía en la calle a través de muchos jóvenes cofrades que deseosos de vivir la experiencia de una Hermandad de silencio, encontraron su sitio y del que no quieren despegarse. Hace unos años era impensable decirlo, pero hoy es una realidad el que la Hermandad crece a pasos agigantados con esa frescura joven por la que la Hermandad ha apostado en los últimos años, acompañado de algunas innovaciones que conjugadas con el clasicismo y el sentimiento romántico o sensible que despertaba a los presentes, la hacen como una de las Hermandades más atractivas.
La elevación de la virgen con la incorporación de la peana, la cuadrilla formada por innumerables jóvenes y el seductor exorno floral acompañado de la sabiduría de una trabajadora Junta de Gobierno, amante de su Hermandad y con las ideas claras, ha hecho de esta Hermandad de la Soledad atrayente de una jornada de Viernes Santo marcada por el silencio y la tristeza.