viernes. 26.04.2024
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Ecologistas ponen cinco banderas negras al litoral onubense

El conjunto de banderas negras que se concedieron en el año 2016 (Isla Canela, El Portil, Ría de Huelva, Punta Umbría, Matalascañas) se mantienen en este 2017
Ecologistas ponen cinco banderas negras al litoral onubense

Ecologistas en Acción de Huelva ha hecho público un año más la concesión del distintivo "Banderas Negras", a la par que lo hacen también el conjunto de las federaciones de Ecologistas en Acción, queriendo contribuir de esta manera a la recuperación y conservación de las cualidades naturales de nuestro litoral. La campaña, nacida en 1999, es una denuncia pública de aquellas playas o tramos de litoral que sufren vertidos contaminantes, agresiones urbanísticas o cualquiera otra actuación que ocasione una pérdida de calidad ambiental del litoral.

El conjunto de banderas negras que se concedieron en el año 2016 (Isla Canela, El Portil, Ría de Huelva, Punta Umbría, Matalascañas) se mantienen en este 2017, igual que las causas sobre las que se concedieron. De esta manera, para Ecologistas en Acción, mantienen las banderas negras en los siguientes puntos:

1.- ISLA CANELA. AYAMONTE.

La playa de Isla Canela, urbanizada desde la zona protegida de San Bruno hasta el espigón de la desembocadura del Carreras en Punta del Moral sigue manteniendo las condiciones para recibir la Bandera Negra.

Las piedras del muro de la vergüenza, levantado hace años, para defender el beneficio inmobiliario son borde de mar, allá donde hubo una playa natural sin una sola piedra.

2.- EL PORTIL (Punta Umbría y Cartaya).

Nunca se debió construir encima de estas playas y ahora se levantan muros de protección frente a las aguas o se destruyen las dunas protectoras que se siguen formando en sus sitios habituales, generando esfuerzos e inversiones privadas y públicas para la retirada de las arenas. La única Reserva Natural de agua dulce de Huelva sigue sometida al acoso de unas urbanizaciones que llegan hasta su misma orilla y convierten parte de su perímetro en un espacio urbano degradado

3.- PUNTA UMBRÍA.

La pérdida de suelo forestal, de los bosques de pinos y enebros, la destrucción y ocupación de dunas, se completa con una creciente “chiringuitización” de sus playas y la ocupación de la ría por una línea continua de puertos deportivos, en una debacle constante al servicio de la ocupación urbanística.

4.- RÍA DE HUELVA.

La contaminación destruyó las playas de Huelva en plena época dictatorial, sin que décadas de supuesta recuperación ambiental hayan posibilitado aun su devolución a la población onubense, en la que la gente más joven no cuenta ya con más referencias que las viejas fotografías para valorar lo que perdieron en la Playa de La Gilda o en la Punta del Sebo. Ésta bandera negra pretende mantener el recuerdo de lo que fueron las playas históricas de Huelva y la necesidad de no cejar en el objetivo de su restauración y disfrute.

5.- MATALASCAÑAS.

Deficiente situación del deteriorado paseo marítimo, a la sombra de una larga pantalla impermeable de edificios en primera línea y una urbanización de dimensiones monstruosas en una playa cada vez más destruida, sobre la que planea el peligro de una depuradora en continuo culebrón de disfuncionamiento y reparación sin fin. Por no hablar de la contribución de esta muestra de los desmanes urbanísticos de pasadas décadas a la pérdida continua de recursos hídricos del Parque Nacional de Doñana, símbolo de la comarca, cuyos ecosistemas son el principal espejo en el que miran a Huelva en Europa.

Según han informado desde ecologistas en acción, también permanecen la mayoría de los puntos negros y aparecen algunos nuevos, relacionados sobre todo con el despilfarro de dinero público en tirar arena al mar, a la par que se construyen con materiales inadecuados grandes chiringuitos sobre frágiles zonas dunares o playas.

Sigue resultando merecedora de bandera negra la opacidad y falta de transparencia de la Junta de Andalucía que impide el acceso a las analíticas públicas de las depuradoras, aunque observamos y sabemos del inadecuado o nulo funcionamiento de algunas de ellas, situadas en espacios especialmente sensibles. Como hemos remarcado en otras ocasiones, a pesar de que en nuestro litoral, las intensas corrientes y mareas reducen los riesgos sanitarios, hay que empezar a considerar y estudiar los efectos de la contaminación orgánica sobre los ecosistemas marinos y marismeños de cuya gran biodiversidad dependen los recursos pesqueros y la pervivencia de numerosas especies marinas.

La situación de los residuos industriales, que se acumulan en las marismas del Tinto en gigantescas cantidades, reflejan la situación dramática de la Ría de Huelva, que además se ha visto afectada por un nuevo vertido de aguas contaminadas procedentes de la antigua corta minera de La Zarza. El vertido pone en evidencia una vez más la inacción de la Junta de Andalucía en la recuperación de ríos contaminados como el Odiel, cuyas aguas ácidas siguen contaminando los sedimentos de su desembocadura, en confluencia con las marismas del río Tinto y sus balsas de fosfoyesos.

En cuanto al estado de las playas, las mareas y los temporales de invierno siguen dejando al descubierto las consecuencias de la privatización de zonas de dominio público, en beneficio de ocupaciones eternas por construcciones residenciales. Sobre las playas y hasta encima del agua, chiringuitos inmensos, con estructuras estables y autorizadas a destajo por los Ayuntamientos y la Delegación Provincial de la Consejería de Medio Ambiente, son un elemento de presión constante para tirar dinero público al mar en continuas realimentaciones de arena, que solo sirven para el maquillaje previo a los periodos vacacionales de primavera. A pesar de las limitaciones legales, se aborda incluso la construcción de instalaciones sobredimensionadas que, en el mejor de los casos, se paralizan cuando hay protesta ciudadana, pero tras haber dejado impactos ambientales y residuos producidos por sus estructuras.

Ecologistas en Acción reitera su llamamiento a los ciudadanos que visitan y usan las maravillosas playas naturales que todavía quedan en nuestro litoral para que exijan de las instituciones responsables el respeto a estos maravillosos parajes. Hay que recordar que la sostenibilidad conlleva un uso y disfrute individual y colectivo de los recursos naturales guiado por el respeto a nuestro entorno, garantizando también su uso y disfrute para futuras generaciones.