Nos nos robéis las cartas de amor

La insensible guadaña de los mercados, mirando solo la rentabilidad de las inversiones, llega indignamente a los lugares de culto, allá donde se premia el vivir y donde algunos seres se consuelan de las inclemencias padecidas. Santa Ana la Real no es un pueblo de ricos- es su defecto-, no tiene metro ni corteinglés ni mercadonas pero tiene vida; una vida posible y otra vida vivida; y la vida le implica pasiones y las pasiones amores y los amores siempre implican emociones. Pero los gregarios de la latitud norte, que se visten de limpio y oscura tonalidad a diario, saben más de las necesidades de estos habitantes que incluso ellos mismos y van y les quitan el servicio de correos porque es un gasto inútil y superfluo y porque estos seres viven en un sitio alejado y que "para qué quieren recibir cartas".

A Santa Ana la Real (que ya solo por el apellido debería ser tenida en cuenta con más honor- si acaso tal apellido les da honor-), no llegarán las cartas de amor -lo dicen ellos al revindicar su derecho- porque al mandamás de turno no le sale de las narices y se pasa por el arco del triunfo la nsensibilidad de un pueblo. Y es lícito y no es ni venganza ni violencia ni terrorismo, viene avalada la decisión por los protocolos de mercadería en la lista de rentabilidades, y eso es como el dogma de la verdad. Y estos ciudadanos tan o más dignos que los de otros pueblos y con los mismos derechos que otros ciudadanos perderán su derecho a cartearse o a recibir sin prisas las noticias de sus intereses personales.

Pero a ellos no les quitan los impuestos y los depredadores de la demagogia vendrán pronto a insultarles la memoria y les obligarán a votar por el bien de la comunidad y les pintarán la cara de mofa y se irán sin un ápice de sonrojo y en Santa Ana quedarán los buzones vacíos de cumplimientos o si acaso les pondrán una farola a cambio de las cartas, aduciendo que "ya para qué, sin con internet todo se arregla". Y Santa Ana devolverá el favor -a buen seguro- sin hacer dejación de sus deberes. Y a otra cosa.