Honores, batallas, medallas...

Así es, todo se engalana bajo pretextos y palabras que no hacen más que engrandecer viejos rencores de almas ingratas.

Se entablan entre dos almas

Beber de aguas más mansas.

Ensalzamos a las personas que pasan por nuestras vidas sin pensar muy bien qué hay oculto bajo el hábito.

Gentes sin rostro, ¿pero qué os pasa? ¡Qué os pasa maldita sea! ¿Por qué vais dejando cadáveres allí por donde vais? Inconscientes que no ven lo que yo puedo ver en consulta: almas rotas y encerradas por el miedo a volver a abrir sus corazones a soldados sin rostro que se dejan llevar por las órdenes de una sociedad que solo tiene un lema: YO. Primero yo, luego yo y después yo. Sólo importo yo. Late motiv que mal entiende el amor propio con la egolatría.

Equivocados estamos y así nos va. Cada vez más solos aunque rodeados de gente (o redes). Cada vez más mal entendidos. Cada vez más retraídos y con menos esperanzas.

Parece que de mármol estamos hechos. No lo sé, no puedo asegurarlo. Ciertamente hay gente francamente dulce y noble por ahí, pero cada vez cuesta más encontrarla debido a estas heridas que van cargando en sus corazones. Pero lo que sí tengo claro es que si hay un hábito que nos defina es una bolsa de basura, que brilla por fuera y va perfumada, pero contiene todos los desechos que intentamos ocultar. M

a corona

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