La verdad oculta

El otro día me llamó poderosamente la atención la afirmación de una persona: "A mí me gusta beber, me gusta el alcohol". Y lo dijo con la mayor naturalidad. Me pareció fenomenal, ya que hay mucha hipocresía en este tema. Es más, cada vez que se trata sobre la problemática de los drogas, las estadísticas comienzan con los datos de los consumidores de alcohol y tabaco, enlazando posteriormente con los demás productos objeto del estudio, no destacando debidamente que en ambos casos se trata de drogas autorizadas que dan grandes dividendos al Estado (un negocio).

Es bueno que la gente se quite la careta y admita lo obvio, que una inmensa mayoría de las personas mayores de edad beben alcohol, principalmente por que les gusta. No es posible hacer caso de lo que dice el personal cuando se le pregunta sobre el particular, ya que en un altísimo porcentaje asegura categóricamente que no bebe, cuando es imposible que el resto de los sí 'bebedores' acapare todas las existencias. En los últimos años el consumo de bebidas alcohólicas en España se ha disparado, con una producción en vino y cerveza que ha batido récords. Sólo hay que darse una vuelta un fin de semana por los locales de restauración para comprobar que en cada mesa, sólo si contemplamos la hora de las comidas, siempre hay varias de estas piezas sobre el mantel.

Este país, querámoslo o no, vive en continua fiesta, es nuestro carácter, y cuando hay una celebración lo que menos abunda en el lugar es el agua, precisamente. No se trata de hacer una apología del alcohol, sino de su consumo moderado, y dejarnos de juegos malabares ya que una verdad simulada puede ser la mayor de las mentiras.