VERSOS DE INCONFORMISMO (Y DE ESPERANZA)

El profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Sevilla, Juan Gálvez Galisteo, escribe una breve reseña relacionada con un poemario publicado recientemente por un joven escritor de Beas, Huelva

Versos de inconformismo es el título que lleva la obra recientemente publicada de un joven onubense, Manuel Ángel Rodríguez Leñero. El libro es mucho más que un poemario. En él, he podido descubrir un grito de socorro de una generación náufraga de jóvenes que se encuentran ante una realidad difícil: el acceso a la vivienda, el mercado laboral, las múltiples situaciones de desigualdad, los patrones de belleza y el estilo de vida ideal y, sobre todo, el inconformismo ante unos estándares impuestos que se alejan de una base humanística del planeta.

Manuel dibuja versos que nos llevan a momentos de cotidianeidad, deseando tenerlos a mano siempre para poder releerlos y explicar a través de rimas, escenas que se reproducen a diario y dinámicas que hemos aceptado socialmente como naturales, cuando no lo son. Los pasajes de su obra claman ante los enchufados, muestran a los algoritmos como titiriteros que nos esclavizan, anhelan volver a ser niños y nunca despertar del sueño, rechazan el postureo y la soberbia, envidian a quien pueda ser verdaderamente libre y saber usar su condición y, además, nos recuerdan que hay mucho pobre con dinero.

Pero al igual que es un grito de socorro también es un canto a la esperanza. Quizás sea momento de resaltar la importancia de cultivar literatura en tiempos donde la cultura de la imagen y el desarrollo de lo artificial, junto a la búsqueda incesante de resultados inmediatos, nos condiciona a la hora de recoger una siembra brillante. En un mundo cada vez más desubicado y una sociedad aletargada, hay pruebas aún, de que cuando se cultiva, se puede acabar recogiendo excelencia cultural. Así, en una entrevista reciente, Manuel confesaba su idea de florecer intenciones pretéritas de autores a los que admiraba. La sátira de Quevedo, Calderón de la Barca o Gloria Fuertes tienen eco en quien se acerca a escucharlos y sus formas pueden mantenerse vivas adaptadas a una realidad social contemporánea en la que no desentonan porque resultan, a veces, más necesarios que en su propio tiempo.

Es esperanzador que exista alguien que se muestre inconformista y lo exprese a través de la escritura. Los jóvenes de hoy pueden ser referentes del mañana, ya que los clásicos no siempre han sido clásicos. Ante el tópico, no todo está inventado, y mucho menos en aquello en lo que la perversa inspiración juega sus cartas. No hay dos versos iguales. La escritura en verso jamás podrá ser imitada por una máquina porque le falta el componente de humanidad. Podrá rimar, pero aquejará de alma, de reflexión, del sufrimiento vital que solo un poeta de carne y hueso puede experimentar. ChatGPT y demás IAs desconocen las noches en vela, la soledad de los vasos, el suspiro ante un folio en blanco, la indignación frente a la desigualdad y el veneno de los besos.

Es posible que los nacidos en torno a finales de los 90, como Manuel, reunamos condiciones particulares frente a generaciones precedentes y siguientes. Que el conformismo no nos haga perder la oportunidad de que explote otra Generación del 98.