Degenaración democrática

El PP, es decir, Rajoy y su tropa, llevan meses hablándonos de códigos de conducta y regene- ración democrática. Se les llena la boca hablando de transparencia y participación ciudadana. En cuanto a lo primero, sus códigos de conducta, vemos a diario las medidas adoptadas por ese partido para expulsar a los implicados dentro de sus filas en los numerosos casos de corrupción que los tribunales investigan, sobre todo en la comunidad valenciana, donde ya hemos perdido la cuenta del número de personas imputadas. En cuanto a lo segundo, su traída "regeneración", dieron ejemplo ejecutando, el pasado jueves, en el Congreso de los Diputados una de las aberraciones democráticas más increíbles producidas por un gobierno, la ratificación de un Decreto-Ley aprobado en el último Consejo de Ministros, que modifica 29 leyes. La privatización de AENA y el Registro Civil, la liberalización de horarios comerciales, la reforma de las Empresas de Trabajo Temporal, modificaciones en el mercado del gas e incluso la transformación de los faros en hoteles, son algunos de los asuntos de "extraordinaria y urgente necesidad" que según el Gobierno, ampara el Artículo 86 de nuestra Constitución por el que se permite, mediante un Decreto-Ley, aprobar por la vía de urgencia algunos asuntos. Es de suponer que a estas alturas tenemos claro que este Gobierno, a cuya cabeza está un Presidente que responde a los periodistas sobre temas futbolísticos pero no sobre empresas que defraudan en bolsa eludiendo todos los controles gubernamentales, es un ejemplo para el mundo de transparencia y participación. Que tienen que aprobar algo y no quieren, porque no le conviene a sus intereses, escuchar propuestas en contra o modificaciones a lo que pretenden, ¡zas!, Decreto-Ley al canto y fuera debate, participación, negociación con el resto de grupos, agentes sociales o ciudadanos afectados. De esa forma eluden el trámite parlamentario, no oyen lo que no quieren oír, y con una simple ratificación, amparándose en su mayoría absoluta, aprueban en un suspiro las 29 leyes de corrido. Eso sí, para disimular un poco, por eso del qué dirán, acceden a tramitar todo "el paquete" como "proyecto de ley", crean una comisión, donde vuelven a tener mayoría, hacen como que escuchan y atienden las modificaciones o sugerencias de los grupos, y vuelven a aprobar lo mismo sin alteración alguna en su contenido. Antes ya habían justificado, en algunos casos, el por qué de la urgencia con enormes razonamientos de peso. Por ejemplo, la privatización del Registro Civil, según el Ministro Gallardón, ese que iba de progre hasta que le dieron el cargo y enseñó la patita, se debe a que con ello el Registro dejará de ser una "carga para el Estado". En el caso de la autorización para que algunos faros de nuestras costas se transformen en hoteles, suponemos que será debido al clamor popular que lleva años produciéndose para que esto se haga. A esto, este caciquismo parlamentario, ellos, el PP, le llama, "regeneración democrática", lo mismo que a la tragedia del Prestige, Rajoy, entonces Ministro, denominó "hilillos de plastilina". Están convirtiendo a nuestro país en un páramo democrático donde el ordeno y mando sustituye al debate y la participación. Están colando de soslayo, leyes y modificaciones legislativas que afectan, en algunos casos muy gravemente, a derechos ciudadanos y a libertades públicas, sin que la voz de la ciudadanía que no es del PP, sea tenida en cuenta. Ellos llaman a este guirigay regeneración, otros denominamos a esta situación, dictadura.