Una enfermedad llamada intolerancia

'En 100 palabras', de Chema García

Imaginad que las figuras religiosas de la ciudad amanecieran cubiertas con pintadas como "fanáticos" o "pedófilos". O que sucediera con el Recreativo, su juego y su economía.

Se denunciaría el ataque, las instituciones correrían a subsanar los desperfectos. La crispación y las arengas en redes durarían una buena temporada.

En Huelva se atentó en menos de 24h contra una acción simbólica que no responde a algo elegible ni imaginario sino al innegable derecho de las personas a existir.

Ojalá este símil llamase a la educación en empatía: las políticas sociales de nada sirven si la ciudadanía sigue perpetuando la violencia.