Sobre la política de multas de la Policía de Aracena
Cuando al individuo se le otorga capacidad de poder sin haberlo conseguido por mérito propio a menudo abusa de él, existiendo comúnmente un exceso legal, pero sobre todo moral hacia los más débiles. Además quien impone la norma y la actuación procura de protegerse a sí mismo y a sus cooperantes. Por ello en un estado social y democrático como el actual se hace casi imposible luchar contra la injusticia si esta emana de la más simple de las personas con poder tácito. Por no hablar de su catadura moral.
No puedo sino sentir el dolor de la ignorancia ajena cuando siempre se apunta muy alto al culpar todos nuestros problemas sin que mis conciudadanos observen y se indignen de lo común en injusto en que se ha convertido cada una de las más simples administraciones con poder. Las altas esferas son caritativas en comparación con la falta de empatía de las administraciones y fuerzas locales, donde el amiguismo y la co-protección son la norma.
Ayer observé otro de esos hechos que hacen que solo pueda sentir desprecio hacia quienes nos deberían proteger y servir. A una hora normal, un día cualquiera, un hombre de mediana edad sufría los estragos de la ignorancia legal y de la más absoluta falta de empatía de un policía local de Aracena. El hecho: realizar una parada en doble fila, con el conductor despidiendo y recogiendo nuevos alumnos, en una localidad donde aparcar es una quimera y realizar una parada no es defecto legal y mucho menos moral. Pero lo grave de la situación viene a colación de que este ciudadano, que realiza un trabajo habitual por cuenta propia (con el mérito que ello conlleva), paga sus impuestos y otorga una creación de valor y empleo intrínsecas a la sociedad local; es vilipendiado y acosado por la ya conocida Policía Local de Aracena. El ciudadano trataba de exculparse con motivos comprensibles por cualquier persona con capacidad de entender el idioma castellano, mientras la pareja de policías locales añadían drama al asunto; tratando al ciudadano con sus formas, palabras y desprecios como si de un criminal se tratase. Podrían ustedes creer que esto es una simple exageración, pero es que estos seres trataban con su palabrería, desconocimiento de la norma y política de multas del Ayuntamiento de Aracena de auto justificarse.
Escuchaba atónito como policías locales insultaban y despreciaban a un ciudadano por el simple hecho de realizar una parada en una localidad imposible para los vehículos. El motivo: tratar de explicarles que estaba trabajando, que su parada había sido inferior a dos minutos y que él no era el culpable de que la localidad estuviera diseñada para los turistas y no para los habitantes.
Es decir, que una persona no tiene suficiente con conseguir salir adelante a base de trabajo y esfuerzo sino que tiene que enfrentarse con miedo y sumisión a las administraciones e individuos con capacidad de poder. El hombre, claro está, aparte de haber perdido más del 20 por ciento de su sueldo por el simple hecho de realizar una parada técnica mientras trabajaba tenía que tragar y verse humillado por unos policías que no saben lo que es luchar de verdad para que a tu familia no le falte el pan. La falta de empatía de estos seres me pareció despreciable pero a la misma vez bastante común hoy en día. Trataban a un ciudadano como a un criminal. Su defecto: trabajar.
Escuece más a sabiendas de que hay tanto crimen impune. Como esa política de retribución de la Polícia Local de Aracena, alta donde las hubiera. Con lo orgullosos que están los aracenenses de su pueblo. Orgullo de pueblerino.
Debería ser obligatoria para los aspirantes a Fuerza de Seguridad del Estado la lectura de Les Miserables de Víctor Hugo para entender que ellos son el fruto de la necesidad de los ciudadanos de bien y no a quienes tienen que castigar como norma. Además los ciudadanos que no tenemos ninguna conexión con partidos políticos o administraciones públicas nos enfrentamos a una total indefensión. No será posible para este individuo recusar la multa, pues aunque carece de fundamento legal, quienes tendrían que tomar la decisión son colegas y los protegen. Si el ciudadano decidiera ir más allá, recurriendo a un ámbito judicial superior vería como su tiempo,
esfuerzo y dinero tampoco servirían de nada, pues no vamos a descubrir ahora que un juez le dará la razón a un policía de nivel bajo antes que al ciudadano al que supuestamente sirven. Juramento hipocrático lo llaman los médicos, pero de esto poco sabe la policía.
Narci Gilabert González. Aracena