Los regantes demandan un celo especial en el control de riegos ilegales ante la sequía

Desde la Asociación de Regantes Feragua demandan a la Confederación Hidrográfica Guadalquivir un celo especial en el control de los riegos ilegales. Los pantanos de la Sierra están casi secos. Las reservas totales de la provincia, al 50%.

La Cuenca del Guadalquivir está en una situación límite. Y en Huelva su área de acción se concentra en la Sierra de Aracena y Picos de Aroche y entorno del Parque Nacional de Doñana, además de parte del Condado.

Precisamente en este área vinculada a Doñana, Reserva de la Biosfera, es donde se centran las peticiones  de la Asociación de Regantes: que demandan a la Confederación Hidrográfica Guadalquivir un celo especial en el control de los riegos ilegales. Problema que no solo afecta a esta zona protegida sino que la escasez hace patente una lucha continua por el poco agua que hay embalsada.

Sirva de muestra la grave situación que atraviesan los dos grandes embalses, Aracena y Zufre, que gestiona la Confederación del Guadalquivir en Huelva. El de Aracena tiene hoy 28 Hm3 de los 129 de capacidad total y el de Zufre 78 de 175Hm3 totales. En esta comarca ya se están tramitando obras de captación de aguas subterráneas que levantan ampollas en algunos pueblos como Aracena e incluso hay pueblos que han sufrido restricciones.

El pantano del Andévalo, con capacidad para 634 Hm3 tiene la mitad, 326 Hm3. El Piedras, con una capacidad de 60 Hm3 tiene 55 almacenados y el Chanza, con capacidad para 341 Hm3, tiene 151.

Globalmente las reservas de agua en la provincia de Huelva, atendiendo al estado de las tres cuencas: Tinto-Odiel-Piedras, Guadiana y Guadalquivir están al 50%.

Ante este panorama, la Asociación de Comunidades de Regantes de Andalucía FERAGUA ha valorado el esfuerzo de subir a 1750 m3/ha la dotación finalmente aprobada para la Regulación General de la Cuenca del Guadalquivir, pero ha advertido que ese incremento, con respecto a la propuesta inicial de 1000 m3/ha, es sólo un pequeño atenuante al enorme daño que sufrirá el regadío en esta campaña. Un daño que se estima no será inferior a los 300 millones de euros, debido a la merma de productividad y rentabilidad asociada a unas restricciones superiores al 70% de una campaña normal en la Cuenca del Guadalquivir.

“En la pasada campaña, con una reducción del 50%, tuvimos unas pérdidas de más de 160 millones. Esta campaña, con una limitación de agua muy superior, las pérdidas económicas, como mínimo, se duplicarán y lo más previsible es que se tripliquen”, ha afirmado el presidente de Feragua, José Manuel Cepeda, que ha añadido que el impacto sobre el empleo agrícola y rural será muy duro.

“Veremos a ver cómo se desarrolla la campaña, pero, como la producción va a ser muy inferior a la normal, la recolección de olivar, cítricos, frutos de hueso y frutos secos se van a ver muy afectadas, lo que puede significar una reducción del 50% de la mano de obra agrícola”, ha explicado Cepeda, que ha recordado que, por la falta de aguas, se van a dejar de sembrar cultivos de mayor rentabilidad económica y social como el tomate o el maíz y se van a dejar muchas tierras en barbecho, y ha insistido en que se trata de la cuarta campaña consecutiva con dotaciones restrictivas".

El presidente de Feragua ha lamentado que desde 2013, año en el que, con la excepción de 2018, comenzó el ciclo seco meteorológico que ha llevado a la situación hidrológica actual, “no se ha iniciado una sola nueva obra de regulación en el Guadalquivir, a pesar de la evidente necesidad de construir nuevas presas y balsas de regulación para combatir el déficit hídrico de la Cuenca, que se está viendo además agravado por el cambio climático”.

Fue en 2008 cuando entró en servicio el último embalse construido para la Regulación General, la Breña II, cuya estación de bombeo aún sigue sin funcionar, “lo que está privando de 140 hm3 anuales a la Cuenca”.

José Manuel Cepeda ha pedido al organismo de Cuenca una solución definitiva para este problema, “pues estos recursos se echan siempre de menos, y muy especialmente en momentos de sequía como los que vivimos”.

También le ha pedido que facilite el aprovechamiento de las aguas subterráneas como recurso estratégico en época de restricciones, incluyendo la puesta en marcha de los pozos de sequía. Finalmente, le ha demandado un celo especial en el control de los riegos ilegales.

La decisión finalmente aprobada por la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir concede un desembalse de 600 hm3, como había demandado Feragua, pero reduce a 20 hm3 los recursos adicionales en octubre para la arboleda, frente a los 50 hm3 solicitados, una limitación sobre la que los regantes han pedido al organismo de Cuenca que tenga flexibilidad “según transcurra la campaña” pues este volumen “se antoja insuficiente para las necesidades de los cultivos permanentes, con un profundo impacto económico y social en el medio rural”, ha afirmado su presidente, José Manuel Cepeda.