Ingenieros alemanes que dejaron huella en la Sierra

Las investigaciones rescatan la labor de profesionales como Wilhelm Rödiger

Foto cedida por Joaquín Rödiger. 

La industrialización de la comarca serrana vivió durante finales del siglo XIX y primeros del XX diversos episodios de indudable interés. Al desarrollo de determinadas infraestructuras se unió el nacimiento de compañías como Santa Teresa de Electricidad, S.A., uno de los gigantes económicos de la época.

En muchas de estas iniciativas, se produjo la imprescindible colaboración de profesionales llegados desde otras zonas del Estado e incluso desde latitudes aún más lejanas. A la empresa eléctrica teresiana nacida en Jabugo, se vincularon apellidos como Schultz, ahogado paradójicamente en una de las instalaciones que aún se mantienen en pie, el dique de agua que alimentaba a la Central Hidroeléctrica de Los Batanes, y que aún sigue enterrado en el cementerio de La Nava.

En otro ámbito, también Wilhelm Sundheim fue un protagonista importante de la época en la Sierra. Inversor e impulsor de la línea férrea Zafra-Huelva, muchos mayores serranos aún recuerdan su labor gracias al nombre que se le da a los jardines de Villa Onuba, en Fuenteheridos, nombrados como ‘El Jardín de Sunda’, en homenaje a este alemán serrano.

Otro de los linajes ilustres fue el de los Rödiger, cuyos descendientes aún continúan viviendo en la comarca. Una publicación del investigador Santiago González nos permite conocer algunos detalles de la vida de Wilhelm Rödiger Zimmermann, primer miembro de la familia que llegó a la Sierra. Nació en Hanau, Alemania, el 27 de mayo de 1844, y falleció en Zurich, Suiza, el 5 de junio de 1921, aunque en una nueva demostración de arraigo en estas tierras, está enterrado en el Cementerio de la Soledad en Huelva.

Se gradúa como ingeniero en la escuela superior alemana de Karlsruhe, con el grado de Ingeniero Superior. A través de los contactos que adquiere en la Escuela Alemana se traslada a Inglaterra, donde acomete uno de sus primeros trabajos en la construcción del ferrocarril Susex- Junnction. Será allí donde toma sus primeros contactos con las explotaciones mineras de la mano de Huasent y Romier, ingenieros ingleses pero de ascendencia alemana, y con los cuales debió entablar una cierta amistad.

Desembarca en Huelva para trabajar en proyectos ingleses, como la construcción del Ferrocarril Huelva (Puntal)- Tharsis, Buitrón Railway y Huelva-Riotinto (1854-1876). En 1875, presumiblemente de la mano de la Compañía de Tharsis, realiza uno de los primeros estudios de afloramientos mineros de las villas de Cala, Arroyomolinos de León, Zufre y otras localidades, trabajos que se vieron suspendidos cuando el mismo año, 1875, acepta el ofrecimiento de la empresa Dicksen, que lo traslada a Rio de Janeiro en Brasil. Su figura y su formación como ingeniero le hacen destacar en el ‘Cuadro de Escalas’ de la ciudad de Río de Janeiro, como uno de los ingenieros con mayor reputación, centrando su trabajo en el diseño de la canalización de la ciudad en el cual, al menos, realizó cambios y mejoras más que significativas del proyecto inicial, tal como quedó reflejado en la prensa de la época. En esta ciudad participó igualmente en proyectos particulares, como la Casa de Los Gonzales y Mendozas.

Sus incursiones interiores en la selva brasileña le contagian de fiebre amarilla, lo cual mermó su salud y debilitó "...su espíritu..." , como señaló años más tarde. Aún a pesar de las fiebres, está presente en la inauguración de las canalizaciones por parte del Rey Brasileño Pedro I.

Su llegada nuevamente a Huelva, para la construcción de la Línea Zafra-Huelva y su estancia en Fregenal de la Sierra, como ingeniero encargado de este trayecto, le facilitan el conocimiento y contactos en toda la comarca serrana. A tiro de tierras extremeñas, permanecerá en Fregenal unos siete años; allí nació su hija Berta, fruto de su matrimonio con Lilly Blanche Mc Dabaugh.

En su haber profesional constan otros trabajos igualmente relevantes, como minas de La Sultana, de California, de Cala y, especialmente, el ferrocarril del Guadiana, que fue su gran obra y del que llegó a ser propietario. Fue concretamente en 1888 cuando, según la obra ‘Los ferrocarriles en la provincia de Huelva: un recorrido por el pasado’, editada por Emilio Romero, Rödiger subcontrató con la compañía ‘The Bede Metal & Chemical Co. Ltd’ la construcción por su cuenta del ferrocarril minero de vía estrecha desde Cabezas del Pasto a la Cañada del Sardón, para continuar mediante teleférico hasta el puerto de La Laja.

Un descendiente de este privilegiado ingeniero, Joaquín Rödiger Hurtado, vive aún en la comarca serrana y ha recopilado un amplio catálogo de documentos procedentes de su bisabuelo William y sus descendientes. La mayoría de ellos, está relacionados con la explotación aurífera de ‘La Sultana’, situada en Cala, y cuyos derechos de explotación pertenecieron a la familia. Joaquín ha entregado este legado a la Asociación Herrerías para su digitalización y catalogación, tareas de las que se derivarán nuevas informaciones de interés para el conocimiento de la labor de este ingeniero que tuvo tan destacada presencia en la provincia de Huelva.