El hambre empuja a la fauna de Doñana a buscar comida en Matalascañas
Hasta ahora no resultaba nada extraño ver ciervos en la playa de Matalascañas. Acudían en pleno verano e incluso cuando los bañistas aun estaban disfrutando de un día de playa.
Pero este otoño las noches de Matalascañas se pueden asemejar más a una especie de safari mediterráneo. Los ciudadanos que salen a pasear por la noche en esta urbanización costera almonteña y los automovilistas que regresan a casa al caer el sol se están encontrando manadas enteras de ciervos, numerosos zorros e incluso jabalíes campeando y campando a sus anchas por la zona urbana de Matalascañas.
La causa de este éxodo animal es que en el vecino Parqu
La sequía que padece Doñana empuja a los animales a buscar el sustento fuera de las alambradas de la Reserva de la Biosfera. De hecho, los ciervos pastan en las áreas verdes del pueblo y se comen el césped de zonas comunes y urbanizaciones sin vallar.
Los zorros hurgan en los contenedores en busca de restos de comida y se alimentan de los desechos que encuentran en ellos. Al igual que los jabalíes.
En el caso de los ciervos, los animales pasan del Parque a la zona urbana cuando baja la marea y luego son incapaces de volver a su zona de pasto al toparse de nuevo con las alambradas y la marea alta. Al no encontrar el camino de regreso se adentran en el pueblo y buscan espacios verdes donde pastar. Además, al encontrarse en periodo de berrea algunos ciervos se muestran más agresivos de lo habitual por lo que se muestran más inquietos y peligrosos.
La poca densidad de población y la tranquilidad que en esta época del año reina ya en Matalascañas, sin coches y apenas trasiego de gente por las calles, ofrece a los animales un espacio de fácil alcance, además de que encuentran comida asegurada.