José Carlos Medina: “Fui cesado de director del JRJ porque mi perfil no era de guardia pretoriana"
05 de noviembre de 2021 (11:00 h.)
El que fuese director del hospital Infanta Elena y del Juan Ramón Jiménez de nuestra capital nos habla de la pandemia y de la situación sanitaria de la provincia desde la atalaya intelectual de una de las voces más autorizadas.
Me hace mucha ilusión que se acerque hoy por esta tribuna pública un paisano con el que tenía ganas de charlar un ratito y que los lectores de diariodehuelva.es conocieran las opiniones de este doctor que durante tantisimos ha estado al frente de la sanidad onubense como director del hospital Infanta Elena y director gerente del Juan Ramón Jiménez de nuestra capital.
Quedamos emplazados en su casa, donde estuvimos más de 2 horas conversando de nuestras respectivas vidas, recordando nuestra niñez en Constantina, y lo que nos había deparado Huelva.
Me estoy refiriendo a José Carlos Medina Sierra, quien nació en Peñaflor (Sevilla) en 1949 pero desde una semana después empezó a vivir en Constantina y donde hizo su bachillerato. Comenzó a estudiar Medicina en 1967, licenciándode en 1973 en la facultad de Sevilla. Inició la especialización en Medicina Intensiva
con la primera promoción de la misma, hasta 1977 en que comienza a trabajar en Huelva en el extinguido Hospital Manuel Lois García. Inició su formación en gestión sanitaria con la Escuela Nacional de Sanidad y posteriormente en la Escuela Andaluza de Salud Publica. En 1985 fue nombrado Director del Hospital Infanta Elena, cargo que ocupó hasta 2003 en que se le trasladó al Hospital Juan Ramón Jiménez como Director Gerente del mismo hasta 2009. Desde entonces, hasta 2014, año de su jubilación, trabajó en el Servicio de Documentación Clínica.
Está casado con Maria Jesús y tiene una hija, un hijo, dos nietas y un nieto.
Después de esta presentación inicio mi batería de preguntas y este es el resultado de una entrevista, interesante y amena donde José Carlos no elude ninguna de las cuestiones que le iba proponiendo :
¿Qué opinión tienes de la situación que estamos viviendo?
Al principio de la pandemia todo era un desconcierto de temores, incertidumbres y dudas imposibles de asimilar, ante el ataque a nivel mundial de un nuevo virus desconocido para la medicina. Virus que se mostraba extremadamente contagioso y con una elevada mortalidad y para el cuál, además, no contábamos con un arsenal terapéutico efectivo. Creo que se instaló en la población un razonable miedo colectivo cuando vimos como la COVID era capaz de desbordar y colapsar hospitales y horrorizados ante las numerosas muertes que provocaba en todo el mundo, teniendo que improvisar mortuorios en el mejor de los casos, o incluso apilando cadaveres en piras funerarias improvisadas o fosas comunes.
Después, a medida que mejoraba el conocimiento sobre el virus y su comportamiento y se adoptaron medidas de protección y preventivas tanto a nivel individual como colectivas (confinamiento, restricción de movilidad), la formidable respuesta del mundo sanitario, y sobre todo con el anuncio de que en tiempo récord podríamos disponer de vacunas eficaces, se moderaron los temores y precauciones. Tal moderación, en diversos grupos y sectores sociales fueron de una irresponsable relajación en el cumplimiento de las medidas de protección. Y bien caro que hemos pagado esta relajación con los sufrimientos ocasionados en los sucesivos brotes padecidos.
¿Crees que durará mucho esta pesadilla de pandemia?
A nivel nacional y países desarrollados, como pesadilla creo que ha pasado gracias a las medidas preventivas y sobre todo a la vacunación masiva. Con la mirada puesta en toda la humanidad, la pesadilla continuará hasta que la vacunación no alcance a todo el mundo. Esto es imperativo. La pesadilla está ahí y continuará mientras tanto, aunque a unos nos toque vivir sus efectos más de lejos que a otros. A esta fecha son cinco millones de fallecidos conocidos por COVID (hay países que ni saben sus muertos) y noventa mil en España.
Hay que estar serenos pero alertas, sin perderle la cara nunca a la COVID a nivel individual manteniendo las medidas de mascarilla, distancia, limpieza de manos y ventilación, porque como ya ocurre, el virus mutará y aparecerán nuevas variantes que de entrada nunca sabemos si serán más o menos agresivas.
Mientras tanto, la investigación y la ciencia continuarán desarrollando nuevas vacunas más efectivas y nuevos medicamentos contra el virus. Entonces nos tranquilizaremos más.
¿Cómo cambiará la vida después de la pandemia y sobre todo el mundo de la sanidad?
Creo que después de la pandemia e incluso antes, las diferentes manifestaciones de la vida, culturales, laborales, sociales, familiares, de ocio etc, volverán a sus cauces habituales y se desarrollarán sin que la pandemia suponga un impacto importante en ellas.
A nivel sanitario pienso lo mismo, aunque los servicios de salud deberían hacer esfuerzos extras para recuperar cuanto antes los efectos de la pandemia sobre los servicios no prestados, listas de espera en intervenciones quirúrgicas, consultas especializadas y pruebas diagnósticas.
¿Has pasado miedo en algún momento?
Pues sí, al principio de la pandemia, como contestaba a tu primera pregunta. Es una expresión biológica y emocional como reacción al ataque inesperado que nos hizo un desconocido, la COVID. Pero nunca llegué al terror o al pánico que te paralizan.
¿Qué proyectos tienes para el futuro y qué haces ahora?
Con mi jubilación puse punto y final a mi participación en la vida sanitaria e intensifique todas las actividades que para mí son felicitarias. Visito el campo con más frecuencia, unas veces para pasear por pasear con mi perro, otras para cazar, otras para recolectar setas, espárragos, alcaparras etc. También viajo más por España, porque aunque he estado en todas las provincias, la mayor parte de las veces ha sido por reuniones, seminarios, congresos y cursos y en esas circunstancias, “estás”en ciudades pero no las visitas. Me gusta cuidar el pequeño jardín de mi casa y realizo una buena variedad de manualidades y bricolaje. Parece un tópico, pero muchos días llego al final del mismo faltándome tiempo para todo lo que quería hacer (y eso que mis hijos y nietos no viven en Huelva).
¿Qué entiendes que necesita Huelva para despegar de una vez?
R. - Creo que las ciudades, regiones o países, no cambian, no despegan de manera brusca y rápidamente salvo por acontecimientos extraordinarios. El trabajo multidisciplinar de su sociedad civil y sus instituciones hace que el cambio (el despegue que tú dices) sea progresivo y de diferentes ritmos y velocidades para cada conjunto de actividades. Las sociedades que avanzan están en cambio permanente, planteándose nuevos logros y objetivos. Siempre hay aspectos de la sociedad que deseamos mejorar. Las metas tal como las entendemos (llegamos y paramos) no las comparto a nivel de progreso social. Me parece bueno estar en continuo despegue porque se
avanza.
Conocí Hueva en 1972 durante tres meses haciendo las prácticas de la milicia universitaria. Cuando un lustro después regresé, la ciudad había cambiado para bien en servicios, urbanismo, comunicaciones y renta (y mira que eran tiempos difíciles). La ciudad y la provincia han seguido mejorando a lo largo del tiempo, esto hay que tenerlo presente para no caer en victimismos, pero, naturalmente queremos seguir progresando.
Potenciar la Universidad de Huelva es contar con un motor de despegue (cambio) muy importante si la universidad sigue implicada en el cambio y progreso social y económico. El sector frutícola está siendo otro motor importante, pero institucionalmente me parece que no está siendo bien tratado con la paralización hace ya años de las obras del pantano de Alcolea y el canal de Trigueros, entre otros.
El puerto de Huelva parece que no tendrá problemas para seguir aportando. Y el sector minero que ha tenido un despertar del coma, puede que dependa más de los mercados internacionales.
Atraer inversiones conlleva competir con otros territorios por las mismas, y sea turismo o industria, para ser atractivos se requiere sí o sí, entre otras condiciones, disponer de una red de comunicaciones fluida y variada. Y en esto sí que estoy seguro que somos deficientes.
Copiando a J.F. Kennedy también creo que los onubenses debemos plantearnos con alguna frecuencia: “ Qué puedo yo hacer por Huelva”
¿Qué significa para ti Huelva y Constantina?
Todo mi ejercicio y carrera profesional lo he desarrollado en Huelva durante 38 años y aquí continuaré. Es una ciudad habitable, nada agobiante, se puede ir caminando a cualquier parte y encontrarte con amigos o conocidos. Tiene unos entornos de naturaleza singulares y variados, algunos únicos y preciosos. Es donde tengo compañeros, amigos y cuadrilla. Todo lo que necesito para satisfacer mis necesidades y actividades lo encuentro aquí. Mi casa de Punta Umbría es el lugar preferido por hijos y nietos para pasar vacaciones. En definitiva, Huelva es mi ciudad y mi provincia por elección propia.
Aunque nací en Peñaflor, Constantina es mi pueblo. Es donde crecí y viví hasta acabar el bachillerato, el hábitat de mi infancia y adolescencia. El lugar de las travesuras, las aventuras (a veces violentas) de las pandillas de barrio, los juegos en la calle, las excursiones en búsqueda de nidos, los baños en las riberas, los primeros e inocentes enamoramientos… Los recuerdos más entrañables.
¿Dónde estuviste mejor como director, en el Juan Ramón Jiménez o en el Infanta Elena?
Sin duda en el Hospital Infanta Elena. Hay que considerar que antes de ser director participé como coordinador para la reforma, equipamiento, establecimiento de plantilla de personal y su puesta en funcionamiento. Estábamos en 1985 con el nacimiento de los servicios regionales o autonómicos de salud, el aseguramiento público de toda la población y el fin de la “beneficencia sanitaria” que hasta entonces corría a cargo de las Diputaciones. Suponía el fin de las competencias sanitarias de estas. Diputación de Huelva llevaba varios años construyendo un hospital (el Infanta Elena) para sustituir al que tenía en la plaza de la Merced, lindero con la Catedral y ya muy deteriorado e insuficiente. Al nuevo hospital hubo que realizarle muchas reformas a la luz de las nuevas normas de arquitectura hospitalaria, me sigo acordando de que unas alas del hospital la formaban habitaciones con cuatro camas y un aseo (destinadas a enfermos benéficos) y las alas opuestas eran de habitaciones de dos camas y aseo (destinadas a empleados y familiares de la Diputación). Lo más complejo era a nivel de configurar la plantilla; había que integrar personal procedente de cuatro orígenes, tres de ellos con modelos de organización y regímenes laborales diferentes, a saber: personal de Diputación, personal de ambulatorio y zona y el personal de la clínica San Sebastián que estaba en la calle José Nogales y cuyo origen estaba en la extinta “Obra del 18 de julio, el resto hasta completar plantilla, de nueva convocatoria. Este trabajo fue apasionante, atrevido y muy exigente. Entre reformas, instalaciones y equipamiento me pasaba allí los días enteros. Tras superar alguna resistencias iniciales a base de muchos contactos y transparencia informativa del proyecto, la colaboración de todo el personal resultó ejemplar. Comenzamos los primeros traslados de enfermos en octubre de 1985 y en pocos meses el hospital funcionaba muy cohesionado, como si llevásemos juntos toda la vida y con un clima laboral muy bueno en general.
Después de esta experiencia única y extraordinaria, me sentía como en casa y con este relato de acontecimientos se puede entender porqué estuve mejor en el Infanta Elena.
¿Los sanitarios estáis disgustados o contentos con la labor de los políticos?
Como ya no estoy sobre el terreno de juego sanitario no tengo información de primera mano de la opinión de los sanitarios sobre esta cuestión. Ha habido pitos puntuales en relación con el suministro del material necesario para prestar la asistencia a enfermos de COVID en las condiciones de seguridad y protección requeridas, pero no creo que esto sea atribuible directamente a los políticos.
A nivel general creo que los políticos han tomado sus decisiones y han sido portavoces, con acierto, de las recomendaciones e informes de los científicos y técnicos en materia de epidemiología. Tanto a nivel estatal como de cada comunidad autónoma se dispone de servicios especializados en epidemiología que han trabajado a tope y la portavocía de los políticos se ha realizado con un nivel de transparencia informativa correcta.
A nivel estatal, el Consejo Interterritorial de Salud, integrado por todas las Comunidades Autónomas ha sido muy importante con la adopción de acuerdos consensuados para controlar la transmisión de la COVID, sobre todo en los primeros meses con el Estado de Alerta y el confinamiento. Más adelante aparecieron los rifirrafes entre partidos políticos y Comunidades Autónomas y vimos como el alto grado de consenso sobre las medidas a tomar se fue al traste.
¿Cuáles son tus mejores y peores recuerdos profesionales?
R. - Durante el desempeño profesional de la Medicina Intensiva, uno está cada jornada “negociando” con la muerte. Y aunque mayoritariamente prevalezca la vida, con el tiempo me queda en el recuerdo una especie de reguero nebuloso de casos alegres y otros de tristeza.
Mis mejores recuerdos están relacionados con el logro de nuevos servicios y prestaciones conseguidos junto a otros compañeros, y de los que me siento copartícipe protagonista:
- La creación y puesta en funcionamiento de la primera unidad de cuidados intensivos en Huelva junto a Juan Leal y Martin Tejedor, en 1977 en el hospital Manuel Lois García. Lo que
contribuyó poderosamente a disminuir la mortalidad por eventos cardiacos, respiratorios e infecciosos y posibilitar que los servicios quirúrgicos ampliasen su cartera de prestaciones.
- Con este mismo equipo y la incorporación de Manuel Herrera y posteriormente de Rafael Barba, realizamos la primera implantación de marcapasos cardíaco permanente en Huelva, siendo el comienzo y germen de lo que en estos últimos años es una servicio de electro estimulación cardíaca de referencia internacional.
- Recuerdo con satisfacción el trabajo realizado con Nieves Martínez Merino, directora del hospital Manuel Lois García allá por 1980, para adecuar el hospital a efectos de obtener del Ministerio de Sanidad la Acreditación Docente. Esto permitió que el hospital acreditase
Servicios que podían ofertar la formación postgraduada especializada y comenzó así la formación MIR en Huelva.
- La puesta en funcionamiento del hospital Infanta Elena, para lo cuál contaba con un equipo no muy numeroso al que tengo un especial cariño, estando al frente del mismo María Isabel Garrido Macías (q.e.p.d.) responsable jefa de enfermería y Alfonso Carmona Gontan, al frente de lo económico-administrativo, personal y servicios generales.
Mi peor recuerdo está en relación con las circunstancias en que fui cesado del Juan Ramón Jiménez. Teníamos acordado con los Servicios Centrales del S.A.S. un proyecto ya muy avanzado de desarrollo a medio plazo que incluía todos los centros dependientes del Juan Ramón, cuando era Director Gerente del SAS Juan Carlos Castro. Pero Juan Carlos fue cesado y en su cargo nombraron a José Luis Gutiérrez Pérez. José Luis se presentó a los gerentes de hospitales afirmando con rotundidad que teníamos que ser “su guardia pretoriana “ ¿? . Y efectivamente inició unas formas de gestión “cesaristas”, lo que incluyó la orden de priorizar la unificación de los hospitales Infanta Elena y Juan Ramón. Yo había manifestado mi punto de vista al respecto a órganos intermedios de SAS, en el sentido de que abordar un cambio organizativo tan complejo requería unos estudios previos que mostrasen las bondades del cambio para los ciudadanos, las instituciones y los profesionales, así como una planificación del mismo en la que tendrían que participar los profesionales y los agentes sociales. Esto debió entenderse como zarandajas teóricas, así, que sin más diálogo fui cesado, no por los resultados del hospital, sino con el único argumento de que se quería un perfil de gerente diferente, sin decir cuál. Así que creo que fui cesado porque mi perfil no era de guardia pretoriana y además pretendía discutir sobre decisiones que me parecían suicidas. Lo que ocurrió a continuación fue un intento de unificación hospitalaria “de aquella manera” y metió a Huelva en la peor crisis sanitaria de su historia, conflictos laborales, demandas judiciales, manifestaciones ciudadanas en las calles … para finalmente, desde la presidencia de la Junta de Andalucía parar todo y dar marcha atrás.
¡Que pena de pérdida de tiempo y esfuerzos para no mejorar nada!
¿Qué deficiencias hospitalarias crees que hay en Huelva?
Sólo voy a considerar las deficiencias estructurales que presenta la asistencia especializada en relación con el acercamiento y la accesibilidad de los ciudadanos a tal asistencia en las consultas de especialidades y sus pruebas diagnósticas. En los años noventa, estando yo en el Infanta Elena se idearon los centros hospitalarios de alta resolución -CHARES- para dar respuesta a esa accesibilidad a consultas de especialidades así como a un catálogo de cirugía ambulatoria.
En el territorio del Infanta Elena se contemplaron dos CHARES; uno en el Condado y otro en la Costa y, bueno, me he jubilado y no he visto funcionar ninguno. Los ciudadanos creen cada vez menos, están desengañados y aburridos de tantas promesas incumplidas, y si no, como explicar que en tiempos de incertidumbre laboral y económica, la contratación de seguros privados no pare de crecer. Es obvio que no ha mejorado la asistencia y muchos piensan que tal vez eso sea lo que se pretenda. Con que los CHARES se pusiesen en marcha aportarían una mejora cuantitativa y cualitativa de estos servicios.
Otra cuestión es el modelo de gestión de estos CHARES. En mi opinión la gestión de los mismos debería estar vinculada e integrada en la del hospital de referencia, lo cuál facilita la continuidad y la coordinación asistencial amén de ser más eficiente, aunque con el nacimiento de los CHARES algunos consideraron que podía ser “más interesante” ponerlos en manos de empresas públicas puenteando la contratación del personal al margen del Estatuto Jurídico del Personal Sanitario y montando una especie de segundo Servicio Andaluz de Salud. En el momento de esta entrevista no sé exactamente como está esta cuestión.
¿Crees que habrá facultad de medicina en Huelva ?
Recuerdo que la Universidad presentó hace ya años un proyecto contando con la cesión de los terrenos por parte del Ayuntamiento, la colaboración del Juan Ramón y que fue aprobado por el Consejo de Universidades. También se hizo público un informe por parte de diferentes organizaciones y asociaciones médicas contra la apertura de más facultades de medicina. Creo que la Universidad no ha tirado la toalla y que aparte de las circunstancias financieras no es una propuesta prioritaria en el corto y medio plazo. Así que en el largo plazo ya veremos.
Cambiando de tercio, te he visto jugando de central en Constantina. ¿Qué recuerdo guardas de esa etapa tuya?
Entre mis prácticas deportivas tenía dos grandes preferencias; el fútbol y las carreras de medio fondo. En fútbol había en el pueblo diferentes equipos constituidos por los chavales de cada barrio y después estaba el Constantina, que venía a ser como una selección de aquellos otros equipos. Se jugaba exclusivamente por el placer de jugar y competir y nos lo pagábamos todo, incluso los desplazamientos a otros pueblos. Formando parte del equipo de mi barrio, “El Rayo” alguien escribió a Jose Antonio Samaranch, entonces Delegado Nacional de Educación Física y Deportes del Movimiento y nos regaló un equipamiento completo para todo el equipo. Fue tan agradable la sorpresa, que se quedó en el recuerdo.
Un año fui “pichichi” en la liguilla del pueblo y me regalaron una cámara fotográfica de segunda mano en buen estado, la cuál nunca utilicé porque había que comprar carrete y después revelar (así eran las cosas)
Y desde luego nunca olvidaré el partido contra el Betis. Ellos estaban en pretemporada ligera, por tanto los jugadores daban el máximo para buscar la titularidad en su equipo. Nos ganaron por 13 a 0. De ese partido también recuerdo la mirada que me dirigió Anton, aquel fornido lateral del Betis, cuando lo derribé sobre la valla de madera al pretender hacer una de sus incursiones por banda.
¿Quiénes han sido tus referentes en esta vida?
Pues sinceramente no recuerdo haber tenido a nadie como referente. Me han resultado admirables muchas personas de diferentes ámbitos profesionales, laborales, deportivos, culturales, artísticos etc. que con seguridad han influido en mi desarrollo como persona y como médico, pero en concreto, y a nivel consciente, no soy capaz de señalar a ninguna que yo pueda decir que me ha marcado el rumbo a seguir.
¿Qué recuerdos guardas de tu niñez y que soñabas ser de mayor?
El barrio donde crecí era un barrio pobre, había agua corriente en tres de las 90 viviendas que lo componían. El objetivo de casi todas las familias era sobrevivir tratando de satisfacer las necesidades más básicas. De la mayor parte de mis profesores de instituto tengo buenos recuerdos, pero ninguno llegó a “conquistarme”. En casa, un bar familiar de barrio, abierto de 6 de la madrugada a 12 de la noche todos los días, mis padres se mataban a trabajar y yo, el mayor de tres hermanos también tenía que hacerlo.
Creo que sin ser muy consciente de ello, rechazaba un futuro parecido a lo que entonces conocía y que debía, mientras pudiese, estudiar, como recurso que podría abrirme puertas a un futuro diferente. No tenía ninguna meta profesional de futuro, se trataba de aprobar el curso y pasar al siguiente. Así que superado el 5º y revalida del bachiller laboral me matriculé en Magisterio, sólo porque podía hacerse “por libre” estudiando en casa con exámenes en Sevilla y prácticas en las escuelas del pueblo. Por fortuna ese mismo año se instauró el bachillerato superior en Constantina, dos años más, reválida, y “prueba de madurez” en la Universidad para quien quisiera hacer una carrera universitaria. Pues dicho y hecho, prueba de madurez superada. Y ahora qué? A elegir carrera y a intentar conseguir una “beca salario” que me permita irme a Sevilla. Repasando qué se podía estudiar, la mayoría de mis diez compañero de bachiller lo tenían
claro desde hacía tiempo. A mi me llamaba la atención Arquitectura y Medicina, y aquí estamos.
De la niñez tengo como todos los niños de pueblo de entonces, recuerdos comunes de pandillas, travesuras, juegos siempre en la calle etc. Hay algunos que pueden ser más singulares, como los relacionados con la llegada al pueblo de los Americanos. En Constantina creo que al final de los cincuenta, se instaló por el ejército americano la ‘estación de alerta y control “, un inmenso radar que controlaba el tráfico aéreo del estrecho y de la mitad sur de España. Para ello hubo un intenso tráfico de enormes camiones que atravesaban nuestro barrio por la carretera de acceso sur al pueblo. Cada vez que veíamos aparecer un convoy de aquellos, todos los chiquillos acudíamos corriendo a ellos y gritábamos en demanda de que nos regalasen cualquier cosa, y casi siempre se obtenía algo, sobre todo chicles, que debían llevar a sacos, porque nos los tiraban a puñados. Era como una cabalgata de RRMM. Me acuerdo también cómo rodeábamos y tocábamos aquellos inmensos coches americanos tan coloristas y brillantes. Un día uno de estos americanos paró en la puerta de bar, pidió un café sólo con tapa de anchoas, con gestos nos agrupó a los niños que ya estábamos curioseando, nos apuntó con un artefacto y ¡oh! milagro, nos entregó una hermosa foto por el sistema polaroid para alegría y sorpresa de pequeños y mayores.
La recogida de corchos es también un singular recuerdo infantil, se trataba de estar atentos al paso de los camiones que transportaban las planchas de corcho recién extraídas, que al rozar con las ramas de las grandes moreras de la carretera, con frecuencia caían algunas planchas y a veces muchas, las cuales vendíamos después en la llamada “fábrica de corcho”.
Y la “rebusca” ¡qué buenos recuerdos! Aquellas excursiones infantiles con la aprobación de las madres, a ver quién encontraba más uvas en las viñas que acababan de vendimiar.
José Carlos ha sido toda una gozada este ratazo que hemos echado de charla, donde especialmente a nivel personal, el recordar nuestra niñez me ha resultado de lo más entrañable. Y desde luego muy interesante tus recuerdos profesionales, que deja a las claras los motivos de tu destitución del hospital JRJ.