Carmen Ruiz: "Me ha dolido en el alma el trato que se ha dado a nuestros mayores"

Carmen Ruiz aborda la situación que vivimos. Lo hace desde la distancia del periodismo y la cercanía de una acción solidaria y profesional.

Carmen Ruiz Pérez es una licenciada en Periodismo que en la actualidad trabaja como Técnico de Promoción del Centro de Transfusión de Huelva. Carmen es simplemente un encanto de mujer y una profesional como la copa de un pino, a la que conocí cuando se iniciaba en el mundo de la comunicación con todas las ilusiones del mundo. Siempre fue una todo terreno del periodismo y le daba igual la sección donde tuviera que ejercer su cometido, aunque los deportes fueran su tema preferido

Carmen en risueña, positiva, buscavidas, cariñosa, con alto sentido de la amistad, cordial, cercana, fiable, conversadora, sensible, luchadora, solidaria, deportista, recreativista...

Cuando le propongo realizar esta entrevista, accede del tirón y después de estar un ratito hablando de nuestras cosas particulares en El Portil, iniciamos la charla para que Carmen pudiera contestar mis preguntas que comienzan así:

¿Qué opinión tienes de la situación que estamos viviendo? 

Aún me cuesta creer que en el siglo XXI se haya generado esta situación con un virus aniquilador de la humanidad a nivel mundial. Parece de película de terror y de ficción pero no, es la cruda realidad. Y ha sido de buenas a primeras, en cuestión de días nos hemos visto inmersos en una “nueva vida” que nadie ha pedido. No ha sido fácil y sigue costando mucho pero, si queremos que el día a día sea más llevadero, no nos queda otra que adaptarnos y afrontarla con la mayor serenidad y templanza posibles. Pero eso no quita que junto a esta actitud, por dentro, sienta una enorme impotencia, rabia y dolor. La pérdida de personas y la forma en que ha sido en algunos casos es la peor suerte que se ha podido correr en estos momentos. Los más afortunados nos hemos privados de abrazos, de besos, del cariño de los nuestros, de vivencias miles, de compartir, de viajar, de ser libres… Pero hay algo más. Desde un principio y por el momento seguimos siendo víctimas de una enorme desinformación, o una mala información, o engañosa información. Esa incertidumbre de no saber por qué ocurren las cosas, qué sentido tienen otras, hacia donde vamos… ha hecho que todo sea más cuesta arriba y vivamos perdidos, vendidos y estemos llenos de angustia.

¿Qué hiciste en tu día a día, durante el confinamiento, dónde y con quién lo pasaste?

Madre mía el señor confinamiento, porque haber pasado 3 meses en casa encerrados tiene categoría y peso. La experiencia la viví con mi pareja, Carlos. Teníamos nuestros momentos individuales para trabajar, leer, estudiar… Y compartíamos otros muchos haciendo cosas que habitualmente no hacemos como, por ejemplo, jugar: A la oca, al parchís o al ajedrez. Lo mejor que podía pasar era el empate de partidas entre los dos porque como somos tan competitivos así nos ahorrábamos mosqueos jajaja. También jugábamos a ponernos pistas por casa en busca del tesoro. Cómo brilla la imaginación en momentos como estos...

También nos gustaba llenar el cacharro de palomitas y ver series como  Los Vikingos y La Casa de Papel, entre otras. ¡Que entretenidas!

Y no podía faltar nuestra sesión de deportes, dirigida telemáticamente por nuestro entrenador Álvaro. Era un momento entrañable del día en el que entrabamos en contacto con compañeros del club Tartessos además de quemar calorías, claro. Porque el confinamiento también nos ha servido para cocinar. Hemos hecho recetas nuevas, reposterías varias y los comensales no podían ser otros que nosotros mismos. Así que por eso era tan importante esa sesión como  la de deporte casi diario.  También compartíamos nuestro día con la familia a través de videoconferencias. Cada uno contaba sus experiencias y nos animábamos entre todos.

El karaoke y el baile fueron también otras de nuestras alternativas de entretenimiento. Incluso, como auténticos actores y directores de cine, porque todo lo teníamos que hacer nosotros, incluso llegamos a montar un vídeo-cortometraje de humor sobre el confinamiento.

En fin, tratando en todo momento de reinventarnos en ese día a día tan diferente entre cuatro paredes pero que nos servía para aprovechar y hacer cosas que antes no solíamos y eran igualmente divertidas.

¿Cómo crees que cambiará la vida después de la pandemia? 

No sé realmente qué pasará. Entiendo que todo esto va a marcar un antes y un después en nuestra sociedad. Ha sido todo muy impactante y después de tantos meses inmersos en unos hábitos determinados será difícil perderlos. Habrá incluso quien no quiera, porque entienda que son acciones saludables para evitar nuevos contagios de éste u otro virus.

A mi, personalmente, me gustaría que la resaca de esta pandemia fuera leve y de hecho, estoy deseando que todo pase para dejar atrás la norma que más trabajo me ha supuesto en todo este tiempo, más que usar la mascarilla o lavarme las manos a menudo. Me refiero a la triste situación de guardar la distancia de seguridad. Creo que esa separación entre las personas nos hace más frías y eso no es bueno. Yo soy una persona cercana y creo que no puede faltar ese calor y esa vida que nos dan los besos, los abrazos, un toque en la espalda, una caricia… Ojalá vuelvan pronto…

¿Cómo son los Onubenses de solidarios a la hora de donar? 

Los onubenses son solidarios, claro que si, y especialmente en los momentos difíciles. En el Centro de Transfusión de Huelva, donde trabajo, hemos hecho un esfuerzo muy grande para mantener las reservas de sangre en estos momentos críticos. En este sentido, hemos tomado una serie de medidas para ofrecer un espacio de donación seguro para el donante y para el equipo sanitario. Pese a que el número de donaciones ha descendido, las reservas se han mantenido gracias a personas enormemente generosas que han acudido a las colectas en Huelva y la provincia, y que han respetado las normas de principio a fin. Entre todos, hemos demostrado que la solidaridad no se riñe con la prudencia y que la donación de sangre, una necesidad de salud pública, especialmente en estos momentos, es posible y es segura para todos.

No obstante, hay que atender a los hospitales onubenses a diario y, desafortunadamente, nos abandonan generaciones veteranas de donantes que ya no pueden, por lo que es fundamental la incorporación de gente nueva, sana, jóvenes que se unan a esta gran familia solidaria.

¿Qué proyectos tienes para el futuro? 

Me centro mucho en el presente, en el trabajo diario y la constancia. Es así como creo que se forja todo, que se da forma a los sueños. En este sentido, mi esfuerzo en el Centro de Transfusión de Huelva se centra en darlo a conocer, que poco a poco todos los onubenses se sensibilicen con la donación de sangre y la conviertan en un hábito más de sus vidas. Y aquel que no pueda donar, que se una a nosotros como colaborador para fomentar este gesto tan necesario.

 ¿Qué es lo que has echado de menos en estos seis meses que llevamos pandémico?

He echado de menos a mi gente pero también es verdad que este tiempo me ha servido para enriquecerme con otras actividades que antes no realizaba por falta de tiempo. No obstante, estar entre cuatro paredes necesariamente te lleva a echar de menos a tu familia, a los ratos en el salón con ellos, a tus amigos, con los que disfrutar tomando una cerveza y unas tapitas… He echado de menos durante el confinamiento, mi deporte, mis largos en la piscina, las risas con mis compis lindos… Esa Sierra mía y la playita… Cómo las he echado de menos.

¿Cómo "venderías" Huelva para atraer inversores y turismo más estacional? 

Huelva es maravillosa se mire por donde se mire. Vivimos en una tierra que lo tiene todo y de manera sorprendente es un paraíso desconocido. Egoístamente, a veces me alegro que sea así porque la disfruto en paz y en todo su esplendor para mí. Pero si, como me preguntas, tuviera que atraer a inversores, primero les preguntaría “¿cómo no se han dado cuenta aún de los encantos de Huelva, en la que de punta a punta hay pueblos coquetos, hay parajes naturales muy bellos, hay platos ricos, hay historia, hay cultura, hay tradiciones, hay gente buena y trabajadora?”

Creo que vivimos en un mundo lleno de etiquetas, muy encasillados en dar visibilidad y dar valor a otros lugares, sin darnos cuenta de que somos unos privilegiados por nacer y vivir donde vivimos. El que no lo aprecie, le invito a tomar unas gambas ricas viendo una puesta de sol en nuestras playas o a disfrutar de una buen plato de jamón serrano y una copa de vino mientras se llena los pulmones con aroma de jara y romero...

¿Crees que si siguen los rebrotes, volveremos a estado de alarma general? 

No creo que los rebrotes lleven a implantar un nuevo estado de alarma. Entiendo que habrá lugares que por el número de afectados sea necesario confinar pero de ahí a establecer de nuevo este estado y hacerlo a nivel general en España no lo veo. Además, me parecería injusto. Creo que las medidas se deben adoptar según las necesidades particulares de cada zona.

Por otro lado, la economía no puede sufrir más de lo que ha sufrido y tampoco las personas. Ha sido desgarrador. Y confío que eso se tendrá en cuenta, especialmente, ahora que la atención sanitaria no está en el desborde de la primera oleada.

 ¿Qué es lo que más te ha fastidiado de esta situación que estamos viviendo? 

Pues, desafortunadamente, después de lo vivido puedo darte una lista importante de “me fastidia”.

Si empiezo por el principio, me fastidia no saber aún cuál es el origen de la situación. Qué hay detrás de todo esto. Hemos escuchado mil versiones  y nada claro al respecto.

Me fastidia cómo después de haber sido testigos de la dinámica sufrida por países como China o Italia durante esta pandemia, en España se ha hecho caso omiso, no se han tomado las medidas oportunas a tiempo y se ha permitido llegar a la situación actual como el país más afectado de Europa.

Me fastidia toda esa información dada, errónea, falsa e incompleta que nos ha tenido y nos tiene a todos en vilo con lo que pasa y con lo que pasará.

Me fastidia el miedo tan grande que nos han metido en el cuerpo, queriéndonos anular en lugar de darnos los medios para afrontar con valentía y con garantías esta situación.

Me fastidia la gestión que se ha hecho de los materiales necesarios para hacer frente a esta pandemia en el sentido de buscar en otros países lo que podrían haber fabricado empresas españolas para así autoabastecernos, generar riqueza interna y evitar gastos externos y más robos de gente que se aprovecha de la situación.

Me fastidia el uso que han hecho determinadas personas del teletrabajo para trabajar menos aún.

Me fastidia ser víctima sin culpa de esta situación y haberme privado de mi gente, de momentos y de la libertad.

Me fastidia el tratamiento desigual que se ha hecho de las actividades, facilitando la puesta en marcha de unas y dificultando otras.

Me fastidia la falta enorme de respeto de un gran número de jóvenes que se han burlado de todos nosotros saltándose las normas y poniendo en peligro a los suyos y a todos nosotros.

Me fastidia el descontrol tan enorme que ha habido a la hora de implantar las normas. Absurdeces miles, acciones a destiempo, contrariedades de todo tipo…

Me fastidia el trato que recibí en Urgencias del hospital Juan Ramón Jiménez cuando mi pareja sufrió un golpe en la cabeza y se rompió la nariz en plena pandemia. Frialdad, abandono, poca educación y falta de empatía en una situación delicada para todos. Velar por la seguridad de uno mismo, como hacían ellos, no les priva de informar pasadas unas horas. No cuesta nada aliviar la incertidumbre y la angustia de una persona que sufre por su familiar accidentado.

Pero lo que más me ha dolido en el alma es el trato que se ha dado a nuestros mayores. Para mí son y serán siempre el ejemplo a seguir. Personas humildes, que han tenido lo justo para vivir, que han luchado tanto, trabajado día y noche, y que nos han enseñado tantos valores… Ahora se les premia estableciendo prioridades en el trato en un hospital, se les deja sin atención sanitaria perdiendo sus vidas en casas, en una residencia o en un pasillo en la más absoluta soledad. Y por si fuera poco, se han ido de este mundo sin tan siquiera haber escuchado, aunque sea por teléfono, la voz de su hijo o de su nieto para despedirse. En fin, para mi ha sido el mayor de los despropósitos, la mayor falta de humanidad posible.

Carmen que estamos llegando al final de esta interesante charla. ¿Quieres añadir cualquier otra cosa? 

Pese a todo lo vivido y lo que aún nos queda por vivir… Quiero quedarme con lo positivo que se ha hecho hueco entre tanto dolor. Me refiero a la generosidad de quienes se han volcado en ayudar a los demás; a la energía y fortaleza de aquellos que se han reinventado para no hundirse en la miseria, y a la lección tan enorme que nos queda después de todo, la de valorar más si cabe la libertad, la importancia de los detalles y el amor de quienes nos rodean.