La fe en Oltra goza de buena salud

La derrota en Santander no ha venido acompañada de críticas, todo lo contrario que sucedía con Sergi Barjuan.

El Recreativo de Huelva ha comenzado a preparar el partido del próximo domingo (Nuevo Colombino, 17.00 horas) contra el Alcorcón, con lo que pasa definitivamente la página de la derrota con el Racing de Santander. Un revés sobre el que el entorno mediático y social del club ha pasado de puntillas, casi como si no hubiera existido. Nada de críticas. La fe en José Luis Oltra es ciega. El apoyo a 'oltranza' es ahora la consigna.

Una situación bienvenida pero que contrasta con lo sucedido con el anterior inquilino del banquillo recreativista. Hace dos temporadas, el Recre de Sergi Barjuan perdió en Santander un partido muy parecido en su desarrollo, al del pasado sábado: siendo mejor en el centro del campo, teniendo más tiempo el balón, pero viéndose superado en las dos áreas. Hasta el marcador fue idéntico, derrota por tres goles a cero.

Pese a ser el quinto partido liguero de la 'era Sergi', no tardaron en aparecer las críticas. Las más razonables subrayaban el fracaso del 'tiki-taka' albiazul y acusaban al técnico catalán de apostar por un estilo inadecuado a la categoría y a los jugadores de su plantilla. Las menos razonables hacían referencia a los defectos de su personalidad, a su lugar de procedencia, a su domicilio familiar, a su negativa a ir a las tertulias y permitir que los futbolistas hicieran lo mismo e incluso a su bilingüismo.

Nada de esto ha sucedido ahora. Y la pregunta es obligada, ¿por qué?. Indudablemente, la marcha de Sergi Barjuan ha dejado a muchos periodistas y aficionados sin enemigo. Y sin enemigo, no hay guerra posible. Pero la mayor parte del mérito de esta 'pax albiazul' es de Oltra. El valenciano ha devuelto la normalidad a la relación entre el entrenador y el entorno gracias a su cercanía, disponibilidad, inteligencia, buena presencia y un extraordinario manejo de los medios de comunicación.

Paralelamente, se ha ido cubriendo las espaldas al no compromerse con ningún ideario futbolístico. Ni siquiera se ha marcado un objetivo deportivo, más allá de competir partido a partido. Si no prometes buen juego, es más difícil criticarte si el equipo juega mal. Si no prometes que vas a luchar por el ascenso, es más difícil criticarte si estás en mitad de la tabla. El riesgo es otro, la falta de adhesión social al proyecto, más allá de los incondicionales. Pues nada hay menos atractivo que un líder sin promesas de un futuro mejor.