Violencia hacia los mayores. ¿El desahucio a ancianos es maltrato?

Pilar Enjamio aborda la vulnerabilidad de la tercera edad en un mundo donde se pasa por alto el sacrificio de los mayores durante toda su vida.

En muchas culturas ancestrales cobraba especial trascendencia la figura del anciano dotado de sapiencia y experiencia, como canon y referencia en la vida de sus sucesores. En la cultura gitana, el patriarca es muy respetado y venerado. Sin embargo, nuestra sociedad actual hedonista con el culto al placer utiliza o elimina lo que cree barreras en la consecución de sus deseos, pasando por alto los derechos fundamentales de cada persona individual, y a pesar de estar contenidos en una Constitución que debiera regirnos, es evidente que esta etapa de la vida es como una especie de vuelta a la niñez, el desgaste físico y psíquico si no se previene es una evidencia y la mayor necesidad afectiva para minimizar los achaques, la soledad, en una fase donde se vive más el recuerdo que la realidad. La imagen de Carmen, de 85 años, nos sobrecogió y nos dolieron las entrañas y sí, los deshaucios en ancianos son maltrato, desorientar a personas ya desorientadas, algunas de ellas con principios de Alzheimer o demencia senil, con sus hábitos y medicinas diarias, con un hogar creado a base de sudor y sacrificios y que de repente se destruye. Por supuesto, afecta física y psíquicamente y es a todas luces inconcebible.

Todos conocemos la presión que muchos familiares realizan con esta gente mayor, coaccionándoles al ingreso en residencias y siento diferir una vez más, pero no me gustan. En un congreso de Geriatría y Gerontología hablamos de otras opciones de la negatividad y desorientación que causa separar a alguien de su entorno, de sus vivencias en un lugar determinado, de su jardín, de sus plantas, de su naranjo, de su ventana, de oír cada día las campanadas de su iglesia, de pasear alrededor de la fuente y todo por el egoísmo de otros. Hay programas que evitan estas situaciones como 'Xantar na casa', es decir, comer en casa, con menús perfectamente realizados con los nutrientes necesarios de hidratos de carbono, lípidos, proteínas y acompañamiento al mayor, por supuesto, hablando de personas no dependientes. En el caso de dependientes, las residencias adquieren más protagonismo. Es importante saber y llevar a la acción disminución medicamentos, comprobándose los mareos e hipotensión y dolor óseo de muchas medicinas, que aumentaban el número de caídas y fracturas óseas, y una mayor permanencia en cama sin actividad.

Contrariamente a lo que se creía, se puede afirmar que con programas de entrenamiento mental como unos simples autodefinidos o búsqueda de palabras se daba una regeneración neuronal. La hipomedicación y la hipermedicación son armas potentes para amedentrar al mayor, bien no dándole lo que necesita para sus problemas salud como utilizando neurolépticos, ansiolíticos, tales como haloperidol, para que no molesten y estén tranquilos y de este modo ser más manipulables. La violencia verbal y física o ambas adentrando al anciano en un laberinto de inseguridad creada en multitud de ocasiones para el manejo dee su economía pero tampoco podemos obviar cuando es objeto de indiferencia como un simple mueble u objeto de la casa, estático como si no existiera, dando igual su aseo, si respira aire limpio o contaminado, si come o no. Y eso es sangrante.

Recordaremos los casos de quienes viven en casas únicas, alejadas, y son objeto a pesar de los años de violaciones sexuales no creíbles, justificables a sus problemas de riego cerebral, o más lejos, asesinatos por robo. En esta franja de vida para reír, vivir después de toda una historia de sacrificio, de trabajo, de entrega total a su familia, merecen el primer y mayor de los respetos y hay algo que no podemos olvidar: LES DEBEMOS LA VIDA. GRACIAS POR ELLO. 

 María Pilar Enjamio Furelos. Psicólogo