Un pederasta quiebra continuamente una orden de alejamiento al vivir frente a su víctima

Sólo ha cumplido un año de cárcel, por quebrantar otra orden similar, mientras esperaba el juicio por abusos sexuales a una niña de 8 años, que actualmente tiene 11.

Tiene 11 años y lo primero que ve cuando se levanta por la mañana es la casa del hombre que la acosó sexualmente cuando tenía ocho años. Su agresor vive cruzando la calle. Es la terrible pesadilla que vive a diario una familia el barrio onubense del Torrejón desde hace tres años. “Así no se puede vivir”, confiesa la madre de la niña, que prefiere mantener el anonimato. 

Una discusión a raíz de unas pintadas que el agresor acusa a la familia de la niña de su autoría ha sido el detonante para que la tensión por esta situación saltara por los aires y diera lugar a una gran discusión este pasado domingo, lo que hizo que el caso llegar a los medios.

Tras denunciar la familia los supuestos abusos –confirmados tras el juicio- de un hombre a su hija cuanto tenía ocho años –en la actualidad la niña tiene 11- la justicia dictaminó una orden de alejamiento de 100 metros a su víctima hasta la celebración del juicio.

Sin embargo, víctima y acosador volvieron a sus casas que distan pocos metros ya que mientras la niña, con su familia, viven en la calle Jazmín y sus ventanas dan hacia la avenida de Las Flores, su verdugo tiene su vivienda en la avenida principal del popular barrio del Torrejón de la capital onubense. Según explica la madre de la pequeña, “el juez me dijo que si quería que este hombres se fuera a vivir debajo de un puente, por lo que en su casa podría estar”, algo que ya de por sí incumple la orden de alejamiento que se impuso tras el juicio. Sin embargo, esta situación se agrava aún más cada vez que el hombre, de 56 años de edad, sale a la calle.

Mientras esperaban a que se celebrara el juicio, volvió a ser detenido en un bar al que acude con frecuencia y que dista “de mi casa 89 metros, por lo que la orden de alejamiento se la salta todos los días”, asegura la madre de la menor. Tanto el dueño del bar como otro hombre, testificaron en el juicio en contra del acusado.

Al quebrantar esta orden, tuvo que entrar en prisión durante un año por una sentencia judicial. Sin embargo, pasado ese tiempo este hombre volvió a su casa, hasta que se celebró el juicio por los abusos. Cuando se celebró esta vista, en el que su abogada solicitaba una pena de nueve años de prisión y el fiscal del caso, seis, el pederasta no volvió a entrar en la cárcel. “El fiscal y el entorno me recomendaron que no entrara en la cárcel, por el bien de mi niña”, asegura la madre de la niña. Y aceptó el acuerdo. Además de la orden de alejamiento, el juez impuso al acusado el pago de las costas a la abogada de la familia, algo que como explica la madre, no ha hecho.

Según recoge el diario El Mundo, J. V. C. fue condenado en el año 2012 a cumplir dos años de prisión y a «libertad vigilada durante seis años siguientes al cumplimiento de la pena de prisión, con prohibición de aproximarse a la víctima y a sus padres y de comunicarse con ellos por cualquier medio durante dicho plazo». Tal y como ha señalado al citado periódico la abogada de la acusación, María Teresa Largo, «pese a que esta primera pena no lo obligaba a entrar en prisión, en los últimos meses ha acumulado otras por quebrantamiento de la orden de alejamiento, por lo que ya debería estar en la cárcel. Eso es lo que venimos exigiendo, pero la saturación de la Justicia hace que se den situaciones tan inverosímiles como ésta».

De esta forma, la familia tiene la ‘condena’ vivir frente al pederasta de su hija. “Mi hija no quiere vivir en esta casa”, lamenta la madre de la niña. Ante esta situación, han tratado de cambiar su domicilio. “Hemos conseguido una autorización para poder vender la casa pero con la situación tan difícil que vivimos actualmente, no hay forma de venderla”, asegura.

A esta situación, se le añade el hecho de que la víctima y verdugo son familia, al estar casado este hombre con una hermana del padre de la niña, es decir, es tío político. “Lo peor es el odio de la niña hacia la tía”, explica la madre, quien añade que “seguro que ella es consentidora de esta situación, porque ha salido a la calle a inventarse calumnias y mentiras”, algo que por lo que la familia de la menor también ha presentado denuncias contra ella. “La niña nombra más a la tía que a él”.

Según explica la progenitora de la niña, “en total hemos puesto cuatro denuncias y las cuatro van para adelante”. Un hecho que tiene a algunos miembros de la familia enfrentados ya que “no nos creen aunque hay denuncias y sentencias”.