Tradiciones que se apagan y costumbres que resisten: la Navidad en Huelva a través de las décadas

Entre belenes artesanales, zambombas improvisadas, villancicos a pie de calle y la nueva cultura de las luces y los mercadillos, la Navidad onubense se reinventa sin perder del todo su esencia.

En Huelva, la Navidad ha sido siempre una mezcla de costumbres heredadas y nuevas influencias que se suman con cada generación. En las últimas décadas, la ciudad ha visto cómo algunas tradiciones locales se han ido apagando, mientras otras resisten con fuerza, reinventándose para adaptarse a un tiempo marcado por la inmediatez, la tecnología y la globalización. Lo que permanece y lo que desaparece dibuja un retrato social de cómo ha cambiado la vida en la provincia.

Uno de los hábitos más característicos que se ha ido perdiendo es la construcción de belenes artesanales en los hogares. Hace apenas unas décadas, era habitual que cada familia dedicara días enteros a montar su propio nacimiento, con ríos de papel de aluminio, montes de corcho, musgo recogido en el campo y figuras heredadas. Hoy, aunque esta tradición no ha desaparecido por completo, sí ha dado paso a maquetas minimalistas, nacimientos de diseño o incluso belenes digitales, mientras las grandes exposiciones organizadas por asociaciones belenistas se han convertido en el principal punto de encuentro para quienes quieren mantener vivo este arte.

También han ido diluyéndose los villancicos cantados espontáneamente en la calle o en las reuniones familiares. La irrupción de altavoces, listas de reproducción y música ambiental ha desplazado poco a poco aquellas zambombas improvisadas donde las voces marcaban el ritmo y el sonido de las cucharas chocando contra las botellas acompañaba las letras populares. Aun así, algunos barrios y peñas flamencas han recuperado en los últimos años la tradición de cantar en comunidad, especialmente en torno a las zambombas flamencas, que se han convertido en uno de los nuevos símbolos de la Navidad local.

Lo que sí ha experimentado un crecimiento notable es el protagonismo de las luces y la estética urbana navideña. El encendido del alumbrado se ha convertido en un evento que congrega a miles de personas en el centro, una costumbre importada de las grandes ciudades pero que en Huelva ha encontrado su propia identidad. Los mercadillos navideños, antes apenas anecdóticos, han ganado presencia como espacios de compra, ocio familiar y fotografía para redes sociales, integrándose de lleno en la experiencia navideña.

En contraste con estas nuevas tendencias, hay tradiciones que permanecen prácticamente intactas. La cabalgata de Reyes sigue siendo la cita más esperada por los niños y una de las celebraciones más multitudinarias del año, mientras que la visita a los belenes institucionales mantiene una afluencia constante. También resisten las comidas familiares en torno al marisco onubense y a los dulces típicos de los pueblos cercanos, especialmente los roscos, pestiños y mantecados artesanales, que siguen marcando el sabor auténtico de estas fechas.

La Navidad en Huelva continúa evolucionando, pero lo hace sin desprenderse de su base emocional: el encuentro, la memoria compartida y la ilusión. Algunas tradiciones se desvanecen, otras renacen y algunas permanecen inalterables, recordándonos que, más allá de las modas, estas fechas siguen siendo un territorio fértil para la convivencia y el arraigo.