Las Cruces de Mayo en Huelva, una tradición de siglos de historia

Estas Fiestas tienen su origen en las devociones paganas, cuando el ritual estaba presidido por un árbol y, al incorporarse la cruz a la tradición, eran particulares los que se reunían con familiares y vecinos para rendirle culto

Estas Fiestas tienen su origen en las devociones paganas, cuando el ritual estaba presidido por un árbol y, al incorporarse la cruz a la tradición, eran particulares los que se reunían con familiares y vecinos para rendirle culto

Ahora que está a punto de terminar el mes de mayo, toca echar la vista atrás a una de las señas de identidad de la provincia onubense: Las Cruces de Mayo. Con siglos de historia a su espalda, las Fiestas de las Cruces han pasado de generación en generación hasta convertirse en lo que conocemos hoy, una parte del patrimonio cultural de la provincia que reúne a su alrededor a vecinos de todas las edades y lugares. Un ejemplo de ello en la capital es la Cruz de Mayo del Barrio Obrero, pero esta festividad se extiende por todos los rincones de la provincia, abarcando de norte a sur, con celebraciones en municipios como Almonaster la Real, Berrocal, Bonares, Paterna del Campo o Bollullos del Condado, entre otros. La profesora de la Universidad de Huelva (UHU) Celeste Jiménez de Madariaga ha investigado durante años esta tradición y tiene en su haber distintas publicaciones sobre el tema, entre ellas ‘Las Fiestas de las Cruces como Patrimonio Cultural’.

Según Jiménez de Madariaga, las Fiestas de las Cruces de Mayo tienen siglos de antigüedad, y algunos estudiosos “las relacionan con devociones paganas, situando sus orígenes en la fiesta en honor a la diosa romana Maia, de la que el mes de mayo tiene su nombre”. Entonces, en estas fiestas mayas, “se realizaba un ritual presidido por un árbol al que se llamaba mayo, pero con la Cristianización y tras el hallazgo en Jerusalén de la Santa Cruz, se sustituyó el árbol por una cruz”, que se ha mantenido hasta la actualidad. Más tarde, eran “particulares los que realizaban la festividad, se reunían con sus familiares y vecinos en sus propias casas y rendían culto a una cruz utilizando los enseres y adornos que disponían”, y todo al margen de la Iglesia y de lo oficial, de ahí que no haya mucha documentación al respecto. Sin embargo, esta tradición siempre ha sido muy importante para los vecinos de cada localidad y las Fiestas de las Cruces han pasado de generación en generación a través del boca a boca. En la actualidad, son unas fiestas “muy arraigadas en cada municipio y con un alto grado de participación” de todos sus vecinos, ya sean hombres, mujeres o niños.

De acuerdo con la explicación de Jiménez de Madariaga, el valor más importante de las cruces es su simbolismo: “Constituyen una actividad festiva que actúa como marcador de identidad en gran parte de la provincia, y de hecho los onubenses y vecinos de los pueblos implicados reafirman su identidad cultural a través de estas fiestas”. Aunque el elemento central sea de tipo religioso, como es la cruz, las Fiestas de las Cruces superan este ámbito. De hecho, en el caso de la provincia de Huelva, “mezclan elementos sacros y profanos, de forma que hay fiestas cargadas de elementos religiosos con misas y triduos, y otras donde el único elemento es la cruz”, pero son un momento de convivencia para todo el municipio.

Asimismo, pese a las particularidades de cada una de ellas, cuentan con aspectos en común que hacen de estas fiestas una seña de identidad. Y, además, en la provincia onubense tienen ciertas peculiaridades que las hacen únicas. La profesora de la UHU detalla en este punto que en todos los casos se trata de un ritual festivo religioso en torno al símbolo central de la cruz, pero en los pueblos de Huelva “esta expresión de religiosidad popular hacia la Cruz se desarrolla mediante medios y actuaciones de especial originalidad. Sus elementos característicos concentran una riqueza de contenidos de gran interés etnológico y se relacionan con actividades tradicionales y artesanales, como los bordados y tejidos, la orfebrería y el dorado, marchas procesionales y bailes, entre otros”.