Los vecinos proponen un homenaje a la vieja matrona de Aroche

Una iniciativa ciudadana pide al Ayuntamiento rotular una calle con el nombre de Manuela Garrido.

Un pueblo sabio es un pueblo agradecido. Así lo han pensado muchos vecinos de Aroche, que están apoyando la solicitud de un digno homenaje a Manuela Garrido López, quien fuese matrona de la localidad durante varias décadas. La idea ha surgido a través de las redes sociales, siendo la respuesta muy positiva, con más de un centenar de apoyos directos y un gran aliento a la iniciativa. Para vertebrar la petición, se ha redactado un texto con sus méritos y biografía, elaborado por Félix Sancha Soria y presentado ante el Consistorio, y que recoge el sentir de muchos arochenos al plasmar la vida y labor que Garrido dejó en el pueblo.

La solicitud consiste en que se lleve al Pleno municipal una moción donde se proponga hacer un gran homenaje a Manuela Garrido López y dejar para siempre como testigo la rotulación de una calle con su nombre y profesión, especialmente para que no olviden los niños y niñas arochenos que hubo un tiempo en que ella trajo al mundo a sus padres y abuelos en sus propias casas. El homenaje se pretende hacer extensivo a todas las mujeres de la comunidad arochena, como prueba y ejemplo de superación de las extremas condiciones de vida en un tiempo duro y en un territorio hostil.

La petición se inicia con un reconocimiento al trabajo de las matronas, calificada como “heroica labor en un tiempo donde los hospitales estaban lejos de Aroche y los niños nacían en las viviendas particulares. Manuela Garrido desempeñó esta tarea durante los dos últimos tercios del siglo XX.

Nacida en Higuera la Real (Badajoz) el 3 de febrero de 1910, con apenas veinte años, se casó con el higuereño Manuel Real Verdejo en la Iglesia parroquial de Santa Catalina. De su matrimonio nacieron dos hijos, Manuel y María Real Garrido. Su llegada a Aroche en 1933, en plena II República, le llevará a afrontar uno de los períodos más difíciles de la historia de España. La Guerra Civil la golpea muy duramente, al ser fusilado su marido en Madrid en 1939, por ser considerado dirigente socialista y formar parte del Comité de Defensa que se creó en Aroche tras el levantamiento militar del 18 de julio de 1936.

La posguerra será un momento dramático para ella, pues tendrá que sacar adelante su casa siendo viuda y con dos hijos pequeños. Felizmente, superó las adversidades y se hizo un hueco en la sociedad y el corazón de los arochenos, ayudada por la cercanía y el buen hacer en su profesión. También su familia destacó en la población, ya que su hijo Manuel, dedicado asimismo a la cuestión sanitaria, será entre 1954 y 1957 el presidente del Aroche C.F., inaugurando el campo de fútbol del Llano de la Torre que le permitió participar en la competición provincial.

La práctica de la medicina no se parecía en nada a la de los tiempos actuales. Tanto médicos como matrona desarrollaban su labor con grandes dificultades en un espacio rural diseminado, con numerosos caseríos y cortijos aislados, y con unas vías de comunicación lamentables.

Tampoco ayudaba a la labor de las mujeres el patriarcado imperante, que había impuesto un papel secundario y reproductor al género femenino, entre otras razones por el convencimiento de que tener hijos ayudaría a sostener la exigua economía familiar.

En este contexto, sobresalía Doña Manuela, que era una mujer singular, sencilla, hecha de una pasta especial, con amabilidad y don de gentes, pero también con la determinación, si llegaba el caso, de coger la tijera y rajar para que saliera rápido el niño. El Ayuntamiento de Aroche le hizo un contrato durante el primer bienio de izquierdas, en la Segunda República. Sin embargo, fue siempre muy generosa con las familias más pobres, a las que no cobraba por la asistencia a los partos. Dolores Maestre Díaz, la mujer de Casto, fue una de ellas y a pesar de tener 9 partos nunca “consintió cobrarle una peseta”, según testimonio recogido en el documento peticionario.  

La presencia de Garrido en las casas arochenas fue siempre señal de alegría inicial, porque anunciaba el esperado parto, y, en la mayoría de las ocasiones, de felicidad total cuando ayudaba a traer otra criatura al mundo tras un magnífico trabajo reconocido por todos. Los vecinos recuerdan sussabios consejos en el momento supremo, la visualizan tranquilizando los ánimos, transmitiendo seguridad ymanteniendo en todo momento las condiciones higiénicas con su instrumental de tijeras, hilos y paños. Tras el feliz alumbramiento, no terminaba su tarea, ya que visitaba en días sucesivos a las madres para controlar su salud y la tripita del bebé, hasta que se le caía.

Formó un buen equipo con los médicos con los que coincidió en su trayectoria profesional, como José Fortea Moreno, Daniel Bellido Valera, José María Polo Herrera o David Santos Meilán.

Una vez jubilada se marchó de Aroche, muriendo un 10 de abril de 1997 en su entonces domicilio de Huelva, en la Avenida Miss Whitney, número 7. Pero antes, se aseguró de transmitir su pasión por su profesión a otras mujeres de su propia familia, como a su bisnieta Laura Duarte González, que actualmente es matrona en el Hospital Juan Ramón Jiménez, de Huelva. Igualmente, inspiró ese camino laboral a otras mujeres arochenas, como Felisa Sancha, quien fue matrona en los hospitales de Huelva durante muchos años.

Entre los testimonios que avalan esta petición se encuentran algunos como el de Antonia Márquez Moreno, quien ha puesto de manifiesto que tanto a ella como a sus cuatro hermanos los trajo al mundo Doña Manuela y que “había sido madre de casi todos los arochenos”. Una gran parte de los vecinos, en general, han apoyado esta iniciativa popular.

El autor del texto solicitante agradece en el mismo la colaboración y el agradecimiento a la familia de DoñaManuela, personificados en Clara Duarte Real, Maite Real Vidosa y Diana Pérez Duarte.