Finaliza con gran éxito de participación el Congreso del Descubrimiento celebrado en San Juan
La última jornada de conferencias enmarcada en el II Congreso Internacional del Descubrimiento, que se ha celebrado este fin de semana en San Juan del Puerto, ha tenido lugar en la mañana de hoy domingo.
La primera exposición ha corrido a cargo del profesor de Historia Moderna y Vicerrector de la Universidad de Santiago de Compostela, Roberto Javier López, que ha hablado sobre las derivaciones de la empresa americana en el Reino de Galicia.
El segundo turno ha sido para la doctora Luise Benat, de la universidad francesa de Paris IV-Sorbonne, que ha analizado qué supuso el Descubrimiento del Nuevo Mundo en Italia, centrándose en las navegaciones de Ramusio.
Diego Romero, director del archivo histórico municipal de Moguer y de la Biblioteca Iberoamericana, también ha tenido un espacio para su exposición, que ha versado sobre el retorno de los Niño y las repercusiones de la navegación descubridora en el Señorío de Moguer. El regreso de Colón y los Niño con la noticia del Descubrimiento se convirtió en el acontecimiento estelar. Los marinos de Moguer, como ya demostraron a lo largo del primer viaje colombino, se emplearon a fondo en la exploración de las nuevas tierras. Las condiciones del tornaviaje, el papel protagonista de la carabela “Niña” o el recibimiento propiciado a los tripulantes en La Rábida, Palos y, sobre todo, en Moguer -solar de los Niño–, han sido analizados con precisión destacando el arribo y presencia de los aborígenes taínos y las exóticas mercaderías que Colón trajo de las nuevas tierras. La breve y última estancia del Almirante en Moguer antes de partir para Barcelona al encuentro de los Reyes, abrirá las puertas a un nuevo mundo cargado de posibilidades y afectará el modus vivendi y las estructuras de la villa señorial. Los otros viajes colombinos y aquellos realizados por particulares bajo el amparo de la Corona llevaron a Pedro Alonso Niño, al comendador Vélez de Mendoza, al piloto real Andrés Niño o a Diego García a seguir por su cuenta con nuevas exploraciones. El interés de miembros de la nobleza, como Pedro Portocarrero “el Sordo”, señor de Moguer, que colaboró en la financiación del segundo viaje colombino, y otras personas de diferentes sectores por el negocio de las Indias, tuvo reflejo en las relaciones comerciales. En Moguer, las autoridades cuidaron la infraestructura y la actividad portuarias, entrando en conflicto de intereses en no pocas ocasiones con la vecina villa de Palos. Su implicación en la gesta descubridora tuvo consecuencias en la emigración, y también propició el incremento de la flota de barcos y una cada vez más nutrida familia marinera vinculada a la Carrera de Indias.
Tras él, Pilar Gil, profesora titular de la Universidad de Huelva, ha tratado el flujo de población indígena desde sus territorios originales hacia España desde los inicios del Descubrimiento. La mayoría de esa población fue esclavizada; otros pocos, en tanto que autoridades de sus pueblos, recibieron un trato acorde con su status. Constatando la escasez y la fragmentación de la información reflejada en los documentos, acerca de cómo fue el devenir vital de los indígenas en España, puede concluirse que la historia la escribe quienes tienen el poder de hacerlo. Y, por ello, serán éstos quienes, en función de sus intereses, diseñen la imagen de los aborígenes, anulando la diversidad cultural que los caracteriza y reduciéndolos a una realidad homogénea y estereotipada. Los indígenas, como representantes de la otredad, serán mantenidos en la ausencia.
En quinto lugar ha intervenido la doctora María da Graça Mateus, del Instituto de Cultura Ibero-Atlántica de Portugal. Graça ha comentado que los viajes de Cristóbal Colón a los antípodas occidentales desencadenaron un proceso complejo de interpretación del Nuevo Mundo. La oposición entre el Viejo y el Nuevo en la Europa Moderna, marcada por el peso secular de la tradición judaico-cristiana y de la admiración y respeto por la autoridad de los clásicos, constituye un entrabe a una interpretación objetiva y despojada de la realidad en el Nuevo Mundo. Nombrar el Nuevo con nombres viejos revela un proceso de apropiación y de expropiación, así como un horizonte de expectativas configurado por una experiencia previa.
En la lectura del Nuevo Mundo, por los navegantes europeos, es claro que la expectativa precede el conocimiento, la interpretación se solapa a la observación y la analogía neutraliza la diferencia. Las cosas tienen los nombres que convienen a quién los atribuye. Fue así con Colón que, en un acto de apropiación de la realidad y de configuración del mundo en armonía con sus convicciones, fue dominado por una furia nominativa.
Cristóbal Colón no inventó a América, considerando la semántica quinientista del verbo inventar. Su hecho involuntario fue la apertura del camino para esa invención. Con razón, dijo Jorge Luís Borges que Colón “incurrió en el tropezón mayor de su vida y para colmo le birlaron la gloria de su accidente”.
Por último, y poniendo fin a este congreso internacional, ha intervenido Bárbara Polo, de la Universidad de Valladolid, que ha destacado los reflejos de la carta náutica de Colón de 1494 en la cartografía europea.