El esclavo serrano que pudo reinar en las Américas
Periódicamente, el investigador zufreño Santiago González Flores nos aporta datos sobre la historia de Zufre y de otros lugares de la comarca serrana. Uno de sus hilos favoritos es el de los esclavos que vivieron en estas tierras.
Entre 1601 a 1623 se bautizan en la Parroquia de Santa María de Zufre trece esclavos, de los cuales ocho eran hombres y cinco mujeres. Aunque en décadas posteriores se registran nuevos bautizados, su número no será ni significativo ni relevante. Sebastián será el primer esclavo registrado, propiedad de la hacendada Juana Martín de condición viuda.
Por lo general los esclavos serán de raza negra los llamados ‘negritos’ o ‘morenitos’, aunque también encontramos otros moriscos que adquieren esta condición derivada de las llamadas guerras moriscas, caso de Elvira, hija de Elvira ‘La morisca’.
Las Normas Concejiles de 1689 en Sufre, nombre de la población en aquella época, condicionan el trato que ha de dispensarse a los esclavos de servicio " … decoro y condición de almas Kristianas y con la dispensa de acudir a la Misa del Alva a diario…"
Sebastián de Orzua y Escobar, alcalde ordinario de la Villa de Sufre en 1623, será uno de los primeros dueños de esclavos que otorga tres dispensa de manumisión, liberación, fechadas el 23 de abril de 1623 ante el escribano de Aracena Alonso Martín de la Peña. Fueron liberadas sus esclavas Juana de 23 años, Marta de 31, y su hijo Joaquín de 3 años.
Uno de los esclavos zufreños que alcanzó reconocimiento fue Alonso, nacido en la villa de Sufre el 1 de noviembre de 1602 y bautizado al día siguiente por el Vicario Juan Sánchez Paniagüa. Su propietario es el también vicario de la villa Alonso Vasques Balladares, fueron sus padrinos Juan Manuel Ruffo y su mujer María Basques vecinos igualmente del Sufre de entonces.
Su madre fue una esclava más, Juliana, pero atesoró otras circunstancias que le hicieron algo más especial. Fue amante de su dueño Alonso, del cual el recién nacido tomó su nombre, convirtiéndose probablemente en su padre.
El Vicario Alonso Vasquez trató al hijo de la esclava como a su propio hijo, como demuestran los expedientes del Santo Oficio que pusieron en duda ya no sólo su fe sino sus actos, cuando, según González, “lo único que hizo fue encontrar la fe a través del amor que profesó a quién le cuido, a quién lo amó, a quién amó, así de sencillo y de triste”.
A los 16 años, Alonso dejó de ser esclavo y pasó a ser hijo reconocido, ya anciano el Vicario Alonso Vasques, quien lo libera y lo deja ir. De la mano de Manuel Vasques, hermano de Alonso, embarca como uno más en la Nao Trinidad con rumbo en principio a Puerto Príncipe, pero la ruta toma otro derrotero que lo arrastra a Sao Joan, un pequeño puerto de tercer orden en algún lugar del Brasil portugués a orillas del delta de Sao Paulo.
Allí el serrano convivió con indios de la meseta del Grosso, de las Tierras Altas, de la Cuenca del Bajo Amazonas, que se entremezclaban con portugueses llegados desde el Viejo Continente.
En 1623, nuestro personaje contrajo matrimonio con Azira Toledo, de ascendencia erizte, una de las razas que reinaban en la zona antes de la conquista europea. Azira fue la única hija de Aora, según el legajo de ascendencia, hija de un jefe tribal, por lo que es posible incluso que Alonso, el zufreño, llegase a ostentar una posición de relieve.
El esfuerzo de los investigadores revela historias como esta de un sencillo esclavo serrano que pudo llegar a ser rey en el Brasil del siglo XVII.