Efectos psicológicos en perdedores y ganadores de las elecciones

El éxito o fracaso en las urnas conlleva una serie de consecuencias en las conductas y personalidades que inciden en la salud.

Cada partido, cada opción política está integrada por sujetos en torno a una idea común o principios pero con diversidad de personalidades y distintos niveles de tolerancia a la frustración y la respuesta al éxito o al fracaso tendrá  sus propios matices. Ante una derrota se podrán sentir defraudados y abandonar no creyendo en sus capacidades para liderar o en cierto modo sentirse obligados a renunciar o razonar asumir y aprender de los errores y fallos cometidos tanto si han gobernado antes o no a sabiendas que la auténtica batalla política está en la mente de los electores, con estrategias de comunicación e imagen para convencer, persuadir y ese entusiasmo de quien de verdad cree en sus ideas y no son ficticias se asemeja a ondas que se aúnan y la idea  de la persona  que comunica se transmite a los que escuchan  y en sus mentes una persona normal ya es transformada en un auténtico líder. Este refuerzo o recompensa positiva que recibe el ganador proporciona confianza y seguridad  y eleva la autoestima, condición favorecedora de nuevos éxitos continuados elevándose a nivel hormonal la testosterona, hormona de vigor originando su efecto de fuerza a nivel mental y así se compite, se crea, se proyecta, aunque quizás en ocasiones este furor inicial e ilusión al encontrarse con una problemática real y difícil disminuya su efectividad y aunque el primer paso esté ganado como es ganar unas elecciones hay que demostrar y cumplir esas ideas que les llevaron a un voto positivo y a un cambio de voto de otra opción. En cuanto a los derrotados hay un aumento considerable del cortisol u hormona del stress  pudiendo provocar depresiones, pseudoinfartos, rabia, histeria, aumento consumo alcohol, pero también puede ser momentáneo. Un fracaso es una etapa en el camino o un cambio de senda y lo que en su origen se transmite como un mal en el futuro se percibirá como un bien al observar la claridad de lo mal hecho, de los errores que hay que asumir y transformar en aciertos y porque nada tiene la etiqueta de eternidad salvo tu mismo. La apatía del perdedor debe transformarse en disciplina, imagen nueva y proyecto porque sin éste nada tiene sentido y una vez exista cumplirlo a sabiendas que será el capitán de un barco que debe llevar a puerto seguro a los ocupantes de esa nave sin primar su único bienestar sino el bienestar común.

 

María Pilar Enjamio Furelos. Psicólogo