Condenan a un enfermo a vivir encerrado por un ascensor estropeado desde hace 10 años
A Luis Carrascal, de 73 años, le diagnosticaron hace apenas unos días una enfermedad muy grave. Hace unos cuatro meses que empezó a sentirse muy mal, jubilado, tras una larga vida como carpintero, "siempre fue un hombre muy activo, fuerte y que hacía mucho ejercicio" comenta su mujer, Luisa Martín, de 70 años.
Hoy día, Luis se pasa la mitad del día postrado en la cama, apenas tiene fuerza en las piernas y los momentos en los que encuentra la lucidez o en las que el tratamiento le mitiga el dolor, se encuentra con un obstáculo insalvable para él. Vive en un cuarto piso y el ascensor lleva una década estropeado.
El piso de renta social, perteneciente a la Junta de Andalucía (estos jubilados pagan 31 euros al mes), lleva sin tocarse todo este tiempo, no hay arreglos ni reformas y el ascensor es algo que desde la administración consideran que es responsabilidad de la comunidad de vecinos. La insolidaridad de los vecinos ha sido la otra pata de esta historia: "Se pagaba un servicio de mantenimiento con la comunidad, que era de apenas 15 euros al mes y que servía para pagar la luz del portal y el mantenimiento del ascensor, la limpieza la hacíamos entre todos los vecinos, pero la mayoría dejó de pagar, y cuando se estropeó el ascensor vinieron a verlo, se negaron a repararlo porque no estaban al día con las cuotas".
Así han pasado 10 años. Hoy el portal ni siquiera tiene electricidad. En este piso de la calle Cristóbal Colón de Huelva la puerta está abierta, no hay cierre eléctrico de seguridad, el interior es sombrío, huele mal (hay continuos atascos en las tuberías según explican los vecinos) y todo tiene un aspecto desvencijado y desalentador.
Luisa comenta que ha intentado explicar a sus vecinos que "necesita el ascensor" pero mientras unos les dan larga otros ni siquiera le abren la puerta, el ambiente en la vecindad no es el más idóneo, su única esperanza es la Junta de Andalucía y que dado que el edificio es de su propiedad que se anime a arreglar al ascensor. "Hace 10 años la reparación costaba 3.000 euros ahora no lo sé supongo que la maquinaria se habrá estropeado de no utilizarse", afirma Luisa durante una entrevista que realizó en su casa, mientras su marido dormía por efecto de los fármacos en la habitación de al lado.
Los cuatro tramos de escaleras hasta alcanzar la casa de Luis y Luisa se hacen especialmente largos y más aún en personas de la tercera edad, "si funcionara el ascensor, él podría darse sus paseitos, tomarse algún café en el bar de al lado, pero lleva cuatro meses encerrado solo ha salido para ir a las consultas del médico y del hospital".
Hoy por hoy la realidad es que Luis está encerrado en su propio domicilio, y es su mujer la que se ha echado para adelante para intentar solventar un problema enquistado en el tiempo "ya he presentado un montón de recursos a la Junta de Andalucía pero de momento no ha servido de nada" afirma esta anciana luchadora.
Esto trae también un problema añadido, cuando viene del hospital, al necesitar ayuda para subir al domicilio, no pueden ir en coche o taxi y deben esperar una ambulancia para tener la ayuda del enfermero "la última vez esperé desde las tres de la tarde hasta las ocho y media hasta que hubiera una ambulancia disponible", afirma.
Entre la Junta de Andalucía y los 16 vecinos de este bloque deben llegar a una solución. Lo contrario es condenar a un hombre a una cárcel en su hogar.