Churrería Miguel, la más antigua de España, 159 años manteniendo viva la tradición en Huelva

Churrería Miguel

Desde 1866, este emblemático establecimiento ha transmitido de generación en generación la receta original de los “calentitos”, adaptándose a los cambios sin perder su esencia

En el bullicioso Nuevo Mercado del Carmen de Huelva, entre los aromas de la ciudad que despierta y el ir y venir de vecinos y visitantes, se encuentra un rincón que parece detenido en el tiempo: la Churrería Miguel. Fundada en 1866 por Victoriano Izquierdo, mucho antes de que el Recreativo de Huelva, el Decano del fútbol español, viera la luz, este pequeño pero emblemático establecimiento ha resistido el paso del tiempo y las transformaciones de la ciudad, convirtiéndose en la churrería más antigua de España aún en funcionamiento.

Pero su historia se remonta algunos años atrás, a 1845 cuando Antonio Izquierdo, el precursor de la saga monta una panadería y también hacía dulces. Él fue el pionero con su panadería en la calle Silos (hoy Calle San Sebastián). Como el negocio no daba para mucho, se dedicaba a vender por ferias y pueblos cercanos y allí conoció a un hombre de jerez que hacía buñuelos con una jeringa y de ahí lo de jeringos o tejeringos. A los pocos años, obtuvo la licencia en el viejo Mercado del Carmen y el resto ya es historia.

Churrería Miguel.

Cada día que abre sus puertas, la Churrería Miguel ofrece algo más que churros. Ofrece memoria, historia y una tradición que se siente en cada pieza que sale del aceite caliente. Jesús Izquierdo, actual responsable del negocio y tataranieto de Victoriano, lo resume así: “No se trata solo de hacer churros; es mantener viva una historia que conecta con la ciudad. Cada día que abrimos, sentimos que seguimos los pasos de Antonio y de Victoriano y que mantenemos un legado que forma parte de Huelva”.

La historia de la Churrería Miguel no es solo de longevidad, sino de resistencia y adaptación. Los métodos han cambiado: si antes la masa se elaboraba completamente a mano, con utensilios sencillos y esfuerzo físico constante, hoy se combinan técnicas modernas que permiten garantizar uniformidad y calidad sin perder la esencia artesanal. La receta base se mantiene: harina de primera calidad, agua, sal y el cuidado meticuloso que diferencia a sus churros de cualquier otro. Cada pieza refleja la paciencia y la dedicación de quienes conocen el oficio a la perfección.

Pero lo que hace especial a la Churrería Miguel no es solo su antigüedad ni su técnica, sino la emoción que despierta en quienes prueban sus churros. Cada “calentito” que sale de sus freidoras es un hilo invisible que une a los onubenses con su ciudad y con su memoria. Es un recuerdo de paseos matutinos por el mercado, de charlas entre vecinos, de tardes en que el aroma del aceite y la masa recién hecha llenaba el aire y hacía que todo pareciera un poco más cálido. Son pequeños instantes que se convierten en grandes recuerdos, que se transmiten de boca en boca y de corazón en corazón.

Churrería Miguel.

La Churrería Miguel ha visto pasar décadas de cambios: el antiguo Mercado del Carmen, el traslado al nuevo mercado, la evolución del barrio y de la ciudad entera. Pero su esencia permanece inalterable. Jesús Izquierdo comenta con orgullo: “Hemos cambiado muchas cosas con los años, adaptándonos a nuevas técnicas y necesidades, pero la esencia sigue siendo la misma. Cada churro que hacemos es igual al que se servía hace más de un siglo”.

Más allá de los churros, la Churrería Miguel es un testimonio de historia viva, un lugar donde el tiempo parece detenerse y donde cada visitante puede saborear un pedazo del pasado. Es un ejemplo de cómo la pasión por un oficio, la dedicación y el respeto por la tradición pueden mantener un legado durante más de un siglo y medio. Y además, hay cantera porque el sobrino de Jesús ya trabaja en la churrería convirtiéndose en la sexta generación que lo hace. 

En Huelva, la Churrería Miguel no es solo un establecimiento; es un símbolo de la ciudad. Cada día, al abrir sus puertas y dejar que el aroma de los churros inunde el mercado, se recuerda que algunas tradiciones merecen perdurar, que ciertos sabores no son solo alimento, sino memoria, cultura y emoción. La Churrería Miguel sigue allí, firme, enseñando que la historia y la pasión pueden freírse en aceite caliente y convertirse en recuerdos imborrables.