Antonio Ponce se enfrenta a serias reticencias para sumar adhesiones en la FOE

La aparición de posibles candidatos a la presidencia y las voces que piden renovación tras cumplir 24 años al frente de la organización provoca por primera vez que varias asociaciones eviten dar su apoyo a Ponce.

Antonio Ponce, actual presidente de la Federación Onubense de Empresarios, no ha tenido reparos en exhibir de forma permanente su absoluto control de esta Organización durante los 24 años que lleva al frente de la misma. Internamente en la propia CEA, pero también externamente ante líderes políticos de uno y otro lado, empresarios y agentes sociales varios, Ponce siempre ha presumido de manejar los mandos de la FOE y de situar de forma estratégica a sus partidarios al frente de las principales asociaciones empresariales de Huelva. Su dominio se ha hecho visible en cada ocasión que ha tenido que afrontar la convocatoria de elecciones a la presidencia de esta institución. En cada una de estas citas, Antonio Ponce siempre ha logrado convertir la convocatoria en un mero trámite para perpetuarse en el cargo. Era tal el control sobre las asociaciones integradas en la FOE, en particular sobre aquellas con más peso en la distribución y peso de los votos, que nadie ha osado en convertirse durante todos estos años en adversario.

La realidad es que en estos 24 años ningún empresario se ha atrevido a formalizar una candidatura con la que competir con Antonio Ponce. La ausencia de rival ha eliminado cualquier debate interno sobre el presente y el futuro de la organización o sobre su propia gestión. Sus críticos –cuando los ha habido- siempre han optado por trasladar el debate fuera de la FOE.

Sin embargo, el actual mandato ha sido convulso para Antonio Ponce. La caída de los ingresos por la crisis, el descenso de empresas asociadas y la consiguiente reducción de cuotas ha obligado a adelgazar la estructura y la plantilla de la FOE. Además, se han producido notables quejas sobre la utilidad de la FOE y la incesante reducción de servicios a empresas, directivos y empresarios.

A ello se ha unido la aparición de serias diferencias surgidas en asociaciones tradicionalmente controladas por Antonio Ponce al hilo de la falta de pulso que ha transmitido en estos últimos años la FOE y de la necesidad de impulsar un cambio en la organización tras 24 años.

En este escenario el final del actual mandato de Antonio Ponce ha cogido al presidente de la FOE con el pie cambiado. No sólo se ha encontrado por primera vez con al menos dos empresarios dispuestos a convertirse en candidatos a la presidencia de la FOE, sino que además lleva semanas comprobando que aquel control absoluto de las asociaciones empresariales y, por consiguiente, del proceso electoral, ya ni tan siquiera se parece a lo que era antes.

De hecho, a pesar de que oficialmente las elecciones en la FOE no están aún convocadas, Antonio Ponce se encuentra en plena campaña de captación de adhesiones a su candidatura, desde que el pasado mes de octubre la Asociación de Empresarios de la Construcción (AECO) aprobó designarle como candidato a la presidencia de la FOE. Con estos movimientos Ponce pretende escenificar y poner en valor sus apoyos y evitar así que otros empresarios formalicen sus candidaturas.

Sin embargo, las respuestas que se está encontrando no son las esperadas. Cerrados determinados apoyos, la realidad hoy es que varias asociaciones han expresado su malestar por el hecho de que AECO esté solicitando adhesiones a la candidatura de Antonio Ponce a pesar de que aún ni tan siquiera se haya convocado la Asamblea que debe aprobar la convocatoria de las elecciones.

En el otro lado, varias asociaciones destacadas y tradicionalmente alineadas con su gestión, ya han expresado abiertamente y en público la necesidad de abrir una nueva etapa de cambio tras 24 años de Antonio Ponce al frente de la FOE. Otras han evitado otorgarle ya el apoyo a la espera de saber si otros aspirantes a la presidencia de la FOE van a formalizar sus candidaturas y van a concurrir oficialmente a las elecciones tras la obtención de los correspondientes avales.

Estas últimas respuestas no estaban en el guión que Antonio Ponce tenía encima de la mesa tras la vuelta de las vacaciones de verano cuando en el horizonte más cercano avistaba el fin de su actual mandato y la convocatoria de elecciones. Entonces no esperaba tener enfrente a posibles aspirantes. Tampoco tener que escuchar, leer o percibir de otros dirigentes empresariales que su tiempo como presidente de la FOE ha excedido tras 24 años los límites de la lógica, sobre todo en esta nueva etapa de cambios y renovación que se va extendiendo.