Por el cielo de la Plaza de Las Monjas volaron los versos de Domínguez Borrallo

He de confesar que soy un amante de la prosa y un conocido del verso. Esta fue mi primer punto en desacuerdo, y creo que el único, que tuve con María Luisa Domínguez Borrallo el día que la conocí. Ella, como grandísima poetisa que es, mantiene el continente lógico de que la poesía es corazón , alma y sentimiento y el contenido es la labor ardua, estructurada y estudiada de la estrofa. Y no lo dudo. Pero el poema es la esencia de la colonia y ese perfumen se guarda en escasas plumas privilegiadas. La poesía es sentimiento sin adulteración, pasión sin contención, lágrimas con llantos y piel erizada por emoción. Cuando la poesía no te hace temblar es que no se trata de ella. ¡Y claro que amo la poesía en su expresión oral! ¿ Quién no ha apretado el mentón oyéndola de los labios de La Mistral, de Fernando Guillén, de Valladares, de Marsillach, de Rabal y tantos otros actores y actrices nacionales ? Si, soy un conocido del verso y un amante del Arte en cualquiera de sus expresiones. Y este viernes, no creo que por casualidad, me regalaron voces tan distintas y sinceras que a partir de ese momento , de ese viernes vespertino, LA POESÍA tomó forma etérea y humana a la vez. Y “no pongas nombre al olvido” tuvo la culpa.

Era la presentación de la obra de Domínguez Borrallo en la Feria de l Libro de Huelva. “no pongas nombre al olvido” es la ópera prima de la poetisa olontense y está editada por Manolo Ortega, Editorial Onuba, que desde el año 2.005 viene realizando una encomiable labor de apoyo y difusión de los autores noveles de la tierra. Para Ortega el escritor tiene la obligación de pelear para que su obra se haga un hueco en la difícil vida cultural. De ahí a que animase a María Luisa a seguir dando a conocer su poemario por todas y cada una de la localidades onubenses y de más allá de nuestros límites provinciales.

La presentación de la obra y de la autora corrió a cargo de la abogada onubense Mariola Barón Quintero y, con ella, con Mariola empezó a destaparse el aroma a versos. Quién no conozca a Mariola Barón les diré que ya su cuerpo pequeño y estilizado, su cara angelical cubierta de lacias melenas de sol constituye de por sí, una poesía. Y su voz y su dicción una mera continuación del verso escrito y del poema verbo. Abrió esa glamurosa lata de Aladino con timbre almibarado y palabras bellas y justas. Hizo, como prólogo, un bello recuerdo a la figura del abuelo Borrallo que hizo enmudecer seca la garganta de María Luisa. Ese abuelo sabio como la tierra en la que nació, Cortegana; ese abuelo amado y anhelado de por vida por su nieta,; su pequeña discípula que le entregaba breves poemas infantiles que quería romper; ese abuelo Borrallo que trasciende de la figura de tal y se transforma en su otro y permanente YO. Para Barón, la Domínguez Borrallo es una poeta de golpe, de piel desgarrada y de fuego, y su obra está escrita con alma de mujer. Lee sus versos y se emociona y emociona al público presente. Declama bebiendo la letra también a sangre y a fuego. Juega con las estrofas y los sentimientos con su voz fina y delicada. Nos entrega su alma al recitar sus poemas dejándonos un reguero imborrable de sensaciones y de olores, de fuerza y de ternura. De Borrallo y de ella.

Fundiéndose con los aplausos que los asistentes brindamos a Mariola Barón comenzó su alocusión la protagonista. Según Borrallo su obra ha sido calificada como una historia de desamor y ella piensa que el trabajo de un poeta es ofrecer el producto y la labor del lector es clasificarla. Para ella “no pongas nombre al olvido” es la busqueda de una mujer por ubicarse en la sociedad. Cada poema es una pieza de un puzzle que forma un ente , pues cada poema es una historia en sí mismo. Y a continuación comenzó a desnudar las páginas de su poemario recitando y desgranando versos como los de “Encuentro con nuestras sombras” o “Canto a la vida y a la esperanza” entre otros. A diferencia de Mariola Barón el verbo de La Borrallo es áspero, sentido en su propia maternidad del mismo, con la fuerza y el valor de la madre en su expresión y melodía. Y terminó con”A dentelladas”. Y entonces demostró el porqué de su gran capacidad recitadora. Nos hizo jugar y sentir sus palabras a su antojo, modulando la voz, desgarrándola cuando le parecía preciso, riéndose cuando necesario era, ironizando cuando lloraba o suavizándola, la voz, cuando amaba.

Palmas y palmas ensordecieron la sala y emocionaron a la poetisa. Pero el ambiente olía a verso y no podía acabar el acto ahí. Había hambre y sed de leer y oír más. Así que la invitación al público para que se convirtieran en improvisados lectores no se hizo esperar. Primero fue Diego Lopa con su entrañable “Penélope”el que leyó entusiasmado y con profundo sentir las estrofas del poema que siente como algo suyo y que fue la causa del deseo incontenible de conocer a la autora. Le siguió, entre otras, la abogada zaragozana Blanca López Adivinación. Blanca amante de todo lo bello y hermoso recorrió sus inmensos ojos oscuros por entre las estrofas de desamor del poema elegido con voz y declamación de virgen desamada y dolida. Hermosa hasta en el recitar.

Y el acto terminó tal como empezó con emociones encontradas. Maria Antonia Peralto, nuestra conocida y querida pintora y escultora. quiso poner en escultura el nombre de mujer que su marido, Diego Lopa, acababa de leer y entregó a María Luisa un regalo que la emocionó por su belleza, por su calidad escultórica y por su significado. Se trataba de una especie de pilar cuadrado en donde en cada cara se representaba la historia del poema de Penélope. Una maravilla, como el acto en sí. Como tú y tu “no pongas nombre al olvido”. María Luisa Dominguez Borrallo.