Manuel J. Soriano. El reglón torcido de la palabra amor
En una tarde desapacible de una cuidad sumida en la melancolía invernal generalizada y eterna, poco me hacía pensar que la firma de libros del escritor onubense, aunque nacido en Ceuta, fuera un éxito de convocatoria.
Y si encima la misma era a las siete y media de la tarde mucho má complicado aún. La tarde invitaba a la pereza, al lar intimo y familiar, a dejarse llevar por las horas de este extraño invierno que nos aplasta. Pero estaba equivocado. Recogía a mi amiga María del Mar Gómez, propietaria de la boutique Marita Casualwear, con ese ánimo después de haberme recorrido las aceras iluminadas por la lluvia de las calle céntricas de la ciudad sin haberme tropezado con más de dos o tres almas conocidas. Y estaba equivocado. Cuando bajamos a la planta baja de la antigua Casa de La Cultura, en la Gran Vía, nos sorprendimos con el bullicio que provenía del interior de una de las salas de actos y la larga cola que esperaba pacientemente que Manuel Jesús soriano le dedicase uno de sus libros. Anteriormente había comenzado la velada el gran artista moguereño, Nicolás Capelo , que con su voz puso música y ambiente acordes a las letras plasmadas por el escritor en sus libros.
Tengo que reconocer que poco o casi nada había leído del escritor de la Barriada de La Orden. Lo había seguido por la prensa y por las redes sociales y mirado con ojos escrutadores algunos párrafos de éste coleccionista de sueños. Sin embargo, antes de redactar esta semblanza, quise leerme algo de él y lo hice con su novela “14 de Abril”. Me gusta sacar el lado humano del personaje más que el artístico y comencé a mirar hacia el protagonista intentando desvelar algo que fuera tan evidente que tendría necesariamente, aunque sin conocerlo, coincidir con su forma de ser. Pero en esta ocasión no tenía el duende personal como aliado y mi mente y mis ojos se perdían en la búsqueda de su mujer, de esa Blancanieves que cada mañana cita y despierta en las redes sociales a través de las palabras más primorosas que su corazón cargado de amor puede bombear.
La escritura de Manuel Jesús no parte de técnica literaria alguna. Es arbitraria, natural como él mismo, no improvisado pero si sin sujeción a arquetipos y formas. Manuel Jesús soriano es un escritor del sentimiento, de sus sentimientos, casi siempre dominado de una u otra forma por el verbo Amar. Lo cotidiano, la vida ordinaria, los llantos y las alegrías tienen su germen a través del amor, sin éste, sin el amor, no podría existir la figura física ni literaria del autor.
Esa búsqueda es tan constante, en ocasiones truculentas y perniciosas para la salud mental y física, que si nos fijamos en la linea narrativa de la obra “14 de abril”hace eterno su primer amor como motor de su vida pasada, presente y futura, El amor elevado a la máxima potencia. A la idealización del amor perdido, el amor sobrenatural y eterno, Incluso cuando conoce a Silvia, madre de Adrián, su hijo, remonta su vida llevado por el amor, siempre el amor. Pero en este caso es un amor terrenal, no nacido del primer y excelente primer amor platónico que le dio Ana. El amor de Ana es un amor además iluminado y mantenido por las consecuencias nefastas de la pérdida, no del amor que este no se pierde nunca en el recuerdo, de la relación físico sentimental que los unía. Los desaires de los padre, el sentido de culpabilidad no culpable, el sentimiento de angustia de victimismo en el que cae ante esa situación. Amor, amor, siempre amor.