Los secretos de la decoración de interiores. Sara Rodríguez Borrero
En los comienzos de los sesenta Alájar, la Piedra árabe, era todo un remanso de paz entre frondosos bosques de castaños y alcornoques regados de múltiples manantiales y fuentes naturales. A la falda del puerto de montaña más alto de Huelva con 837 metros de altitud, que separa las localidades de ésta con El Castaño de Robledo, era conocido por los pocos que se atrevían a aventurarse por sus terribles carreteras plagadas de curvas sinuosas y trazadas por el diablo, por la Peña de Arias Montano. El mítico lugar de recogimiento del Humanista y Teólogo Benito Arias Montano y de muchos anacoretas y eremitas que se perdían en la contemplación divina y mágica de su balcón. Es posible, por ello, que la existencia de un gran entramado de cuevas en sus lindes se deba a esta afición mística y al halo mágico divino que acoge todo este triángulo de alta sierra onubense y lusitana. Entre ella destaca el Palacio Osucro, actualmente cerrada.
En este contexto cuasi irreal, en estos paraje donde la agricultura se basaba en huertas o en cabañas y la ganadería estaba aún sin explotar, solo dedicada al consumo propio. En esas calles donde cada casa poseía sus”llanos”como hermosos mosaicos que servían de alfombras a las bestias antes de entrar a dormitar a los corrales, nació y creció Sara Rodríguez Borrero. Como cualquier otra niña, esta chiquilla delgada y de larga melena encrespada, hacía su vida entre la escuela del pueblo y las correrías y juegos por la iglesia de San Marcos o divisando la inmensa mole de la peña y soñando con su imaginación. Aunque, en realidad, los sueños, más bien las realidades, las dejaba para su casa, siempre su casa. Mañosa y audaz no dudaba de imaginar con los muebles viejos de la abuela y las forma de darle otro color y estilo. Y lo hacía, su propia habitación se convirtió en el escaparate y en el aprendizaje involuntario de lo que, al pasar la vida, se iba a convertir en su modus vivendi. La decoración y tratamiento de los elementos. Pero esto está aún por llegar. La niña Sara deja la escuela del pueblo para recorrer diariamente con su padre los 12 kilómetros que la separaban de su nueva escuela, y posteriormente del Instituto, en Aracena.
Sara Rodríguez no conocía la capital de Huelva como le ocurría a la mayoría de los habitantes del pueblo. Lo terrorífico de la carretera a la capital onubense lo más lejos que osaban llegar era hasta Zalamea La Real y por mayor comodidad, incluso por cercanía, tomaban camino hacia la capital hispalense donde tenían además administrativamente los servicios médicos-sanitarios. Pero sin embargo, cuando termina el COU se marcha a Huelva a estudiar en la Escuela Politécnica la carrera de Ingeniería Técnica Agrícola mientras residía en una residencia de estudiantes de la calle Concepción àra chicas regentadas por monjas, Le hubiera gustado hacer Químicas pero para ella todo lo relativo al campo era algo vital, consustancial a su persona. Había nacido y crecido en él, formaba parte de su entorno y lo telúrico y atávico formaban su sentido y forma de ser. Estaba en piel y en su mente. Por otro lado, hay un elemento que no debemos de perder de vista. Sara tiene novio en Alájar, aunque desde quinto de bachillerato estudia en Sevilla. Incluso la carrera de Trabajo social la hace a los pies de La Giralda. Pero esta distancia no planteaban problema alguno porque se sabían dos gotas de agua. En gustos, aficiones y futuro. En 1.986 Emilio y Sara se casan en su pueblo natal, como no podía ser de otra forma. Porque el pueblo sigue siendo para ellos, a pesar del tiempo, un referente vital, una vía de escape a los agobios de la ciudad y los problemas profesionales y empresariales o simplemente por volver a llenar sus pulmones y los poros de su piel del aroma a castaños, a jaras, a eucaliptos y al sabor claro y nítido de su agua.
La vena empresarial de Sara y Emilio empieza , no obstante, en la hostelería. Aunque ella era seguidora, compañera y trabajadora, la idea inicial parte de su futuro marido. Ya antes de casarse y en Alajar tuvieron bares de copas donde reunir a la juventud de los alrededores. “La Badila”. Y “La Badila” también se llamará el bar de copa que montan en la calle Amado de Lázaro, en la zona de la movida entonces de la capital choquera. Han pasado, por cuestiones del trabajo de Emilio, tres años en Badajoz, y sus almas emprendedoras comenzaban a sonar cada vez con más fuerza. Hasta los últimos días de su segundo embarazo se mantuvo Sara al frente del local acompañando a su marido a fuerza de ser, como ella dice, una camionera. Pero el nacimiento de su hija, anteriormente había tenido a un varón, y los comentarios de un amigo anticuario de Sevilla le hizo recuperar eso que cuando niña soñaba en vivo con los ajados muebles de su abuela.
En las navidades de 1.991 abre una original y atípica tienda en la calle Berdigón un poco antes de la actual COSAS. Allí se mezclan conceptos. Hasta para eso ha sido adelantada a su tiempo. Una división de elementos y muebles de antiguedades y otra de muebles rústicos y candelabros, muchos candelabros. Le encantaba su tienda por lo acogedora que era y que la sentía. Era artesanal, reparaba muebles, hacía centros artesanales de mesa. Siempre ha sabido ir con el momento en un tiempo cuando se valoraban las cosas. Era un puro cambio, nada podía anquilosarse siempre había que ir hacia adelante y nunca mirar atrás. Por ello, lo mismo llenaba su tienda de muebles y accesorios rondeños, que mejicanos o blancos. Era una tienda como digo, original y no vista por la ciudad por lo que su éxito fue paulatino y, a pesar de la crisis de los noventas, seguro, firme. Así el momento, eliminado por completo la división de Antigüedades, el 6 de febrero de 1.998 abre en la misma calle Berdigón, haciendo esquina con la antigua calle de Los Tumbaos, la que para mi es una de la tiendas de decoración más importante, selecta y exquisita de la provincia de Huelva. COSAS.
COSAS es un lugar de culto para toda aquella persona que le guste lo elegante, el detalle exclusivo y el asesoramiento profesional. Ella, Sara, cuando selecciona un producto lo hace por su estética. Es consciente que sus muebles americanos o belgas son caros porque la calidad es cara y que, quizás por esta crisis económica eterna que padecemos, se prefieran muebles más baratos. Hay que saber adaptarse y ofrecer, sin perder su personalidad, lo que el cliente quiere y busca. Se ha perdido el gusto por lo exquisito y tiene muchos clientes que valoran en su medida la calidad y el diseño de sus COSAS. Le digo que lo que más me llama la atención de su tienda COSAS son los escaparates y que cada Navidad busco afanosamente entre ellos para ver su decoración navideña y sus arboles en particular. Sonríe y me dice que los escaparate tienen que ser un reflejo de tu interior, un reflejo de la ensoñación que tus ojos pueden sentir ante un mueble y el cálculo de cómo iría en tu casa.
Esta concepción elegante y del sentido de la estética le lleva a abrir ya en el nuevo siglo la tienda CANTARERA en la calle Garci-Fernández. Todo un templo, un amplio santuario del mueble y la decoración. Donde entrar en él es sumergirte en un limbo donde todo tiene su lugar y cada lugar los conceptos justos e idóneos. Es su idea. Para Sara Rodríguez, el sentido de la estética se encuentra disfrutando en tu mundo más con el valor de la madera en sí. Cree que es un poco contradictoria en lo que está hablando pero tiene muy claro lo que quiere decir y dice con voz tranquila y segura de lo que sabe de qué habla. La casa es un reflejo de tu personalidad. Tiene que ser acogedora y no por eso ser cara. Lamentablemente aún, el concepto de vida interior relacionado con el hogar no está aún muy aprendido. Me pone un ejemplo al decirme que si una persona tiene una casa netamente vestida de forma clásica no puede cambiarla radicalmente a vestirla con muebles blancos. Porque tu personalidad es clásica y lo máximo que se puede y debe producir es una matización de concepto, suavizarlo. Además las mezclan definen tu personalidad. Un buen papel de pared te llena tanto como cien cuadros y te puede vestir a la perfección con un solo muebles.. Tu casa es como tu ropa. Te puede sentir a gusto y no satisfacer. Tu ropa eres tú; tu casa es tu hogar. Tu yo interior.
Porque esta mujer serrana se atreve con todo. Con todo que tenga que ver con la creación. Con todo lo que tenga que ver con su ciudad. Por ello, hace dos años en la Pasarela de Las Calles del Centro presentó telas de su amplia colección telar y las manos del maestro Mario Gallardo bordó en unos instantes, con sus alfileres, los más maravillosos de los diseños. Y este año, con ocasión de una súper pasarela en beneficio de MADRE CORAJE, en el Auditorio de la Casa Colón, fue ella misma la que se atrevió hacerlo dando origen a unos espectaculares vestidos sobre la alfombra roja.
Es una persona activa y seria para todo. Una emprendedora con la cabeza fría que ama la organización y el orden. Para ella todo problema está relacionado o tiene su paralelismo con la CASA. Le gustaría que Huelva mirase al futuro, que sus habitantes dejasen de echarle la culpa de sus males al destino y asumieran sus respectivas responsabilidades. Hay que empezar desde la primigenie para cuidar tu ciudad. Tu parte de acera, tu trozo de carretera lo debes de tener como tu casa y si esto lo hiciéramos todos nos encontraríamos ante una calle limpia con independencia de los servicios de limpieza municipales. Educación y amor hacia lo tuyo. No puede entender que la gente no ame a su ciudad y cree que hay que unirse para generar una ciudad en condiciones. ¡Vamos a hacer una calle coherente!, es su lema.
Se siente Sara Rodriguez, en definitiva, una mujer extrovertida, familiar, amiga de sus amigos y de las charlas tras una mesa de bar con ellos. Yo le digo que su aspecto exterior me hace recordar a la de la mujer de la década del Flower Power. Su melena crespada, sus ojos limpios e inteligentes, sus faldas largas o sus interminables pantalones acampanados de de miles de flores o figurativos, sus chaquetillas corta y sin mangas, sus andares le dan un aire único, cultivado, sincero, atrayente, liberal, eterno. Le da el aire y el aura que un amigo suyo del alma, Carlos Rico, tuvo en parte la culpa de pulir. Sara Rodríguez Borrero es como son sus tiendas, COSAS y CANTARERAS, única y exclusiva.