Las García-Collado. Algo más que farmacéuticas. Vigilantes de tu salud
Corría el año 1983 cuando se presentan en Huelva un joven matrimonio de farmacéuticos que acababan de adquirir en la bulliciosa Avenida Italia de la capital una modesta farmacia cargada de años sobre un vetusto caserón de los cuarenta. Él, Antonio García Jimenez, y ella, Concha Collado Gámez, se habían licenciado en Farmacia por la Universidad de Granada y, a través de unos amigos onubenses de la facultad, decidieron partir hacia una tierra de la que lo único que conocían era que se trataba de una provincia del sur occidental de Andalucía y poco más. No la habían visitado nunca y ni siquiera ninguna playa de su amplia y bella costa les era conocida. Como dice Concha Collado, los principios fueron muy duros y difíciles. Aparte del tema económico y profesional, Huelva se les apareció ante sus ojos como una ciudad en obras, muy deteriorada, con unas costumbres diferentes en sus habitantes y un modo de ser de éstos muy distintos de esa parte oriental que habían dejado.
Concha Collado Gámez vino al mundo en el pueblecito granadino de Villanueva de Las Torres, a unos treinta kilómetros de Guadix, donde su padre era secretario del Ayuntamiento. Su niñez fue perfecta dentro de un ámbito rural y del cortijo familiar que amaba. Su casa, en el pueblo, se adornaba con un impresionante jardín y una gran parra que cubría con esa sombra melancólica y rica los días de canícula. En el terreno de unas cuatro fanegas de tierra, había casa para el personal, y caballos y ovejas, que transhumaban desde el cortijo al pueblo y viceversa. Los cuatro hermanos, tres niñas y un chico, pasaban felices y tranquilos esos años largos y duros de la España de los cincuenta. Sin embargo, poco tiempo iban a durar estos primeros años infantiles. Su padre, natural de Baza, estricto y liberal, a la vez, y de inteligencia superdotada, unía a una impecable y severa educación de forma y trato, una impecable elegancia en el vestir, en el estudio y….en la dentadura. Una buena dentadura era algo así como unos bellos zapatos en la presencia exterior. Por su parte, su madre tenía el semblante de mujer instruida y abierta. Nacida en Dehesa de Guadix, amaba la lectura y hablaba el francés como una lengua propia.
Marcha con su hermana gemela a hacer el bachiller elemental y superior al Instituto José de Mesa en Baza, a unos cincuenta kilómetros de Villanueva de las Torres, y solo en las temporadas de vacaciones escolares regresaban a casa. Internas en una residencia de estudiantes, las hermanas Collado descubren otro nuevo mundo, una vida diferente, el amor a los estudios y la lectura. Sus ojos impregnados de campos, de olivos y riachuelos vírgenes donde sus pequeñas huellas infantiles eran las únicas que violaban el edén de las florecillas silvestres y el aroma salvaje a miel, jara y poleo le sabían como el más bello de los perfúmenes, empezaron a descubrir en Baza la solera medioeva y renacentista de la civilización. Maduraron en todos los conceptos y hasta se hicieron mujer. El amor por la lectura y la música se asentó definitivamente en los sentidos sensibles de Concha y el deseo de conocer nuevas ciudades como Baza allende de las fronteras provinciales, un reto. Terminado el preuniversitario marcha a Granada capital. Un nuevo paso para conocer de la belleza del arte en general y de la arquitectura en particular…. y de la Cultura con mayúscula. siempre Cultura y el Arte en cualquiera de sus formas como una manifestación de Cultura. En la facultad de Farmacia entra de lleno en la vida universitaria, a la vez que empieza a salir con un chico que un verano antes le había presentado un primo suyo. Era de Jamilena, un pueblo de la provincia de Jaén, estudiaba también Farmacia, aunque un curso superior a ella, y se llamaba Antonio. Antonio García Jiménez que a la postre se convertiría en su marido y compañero de trabajo.
Transcurren los años y el vetusto inmueble de los cuarenta cae por los soplos de modernidad y de los años para dejar paso a un moderno edificio y a unos amplios y aclimatados locales comerciales. En uno de ellos el matrimonio García Collado da paso al espíritu transgresor de la modernidad y la nueva farmacia, ante todo y siempre botica, se abre a las nuevas tendencias propias de lo que se denominó Para-Farmacia, donde era y es posible encontrar todo tipo de cremas de belleza, sanitarias o de adelgazamiento, además de toda una extensa gama de productos corporales y estéticos. Mientras tanto han nacido sus tres hijos. Inmaculada, la mayor, que desafió al destino universitario familiar y estudió Psicología; María del Mar y Antonio Ricardo que siguieron los pasos de sus ancestros y se hicieron farmacéuticos, aunque ella por Sevilla y él por Granada. Aunque ella diga lo contrario, Concha, poco a poco, se fue sintiendo como en casa, adaptándose a las costumbres locales, a la forma de ser y estar del onubense. El carácter retraído que atesora desde su niñez iba poco a poco abriéndose a la sonrisa y la labor profesional de farmacéutica le ayudaba a ello. Su corazón es grande, su profesionalidad más. El cliente es cliente y persona humana, y como ser se merece el mejor trato y la mejor explicación de la farmacopéa. Esto hace que se vayan convirtiendo en amigos, en muchos conocidos y en un sinfín de legión que esperan, a la salida del médico, que Concha, nunca Dª Concha, les explique lo que el médico les ha recetado. Sus palabras las calma y su sapiencia profesional les convence.
No obstante, ahora que goza de una semi- jubilación profesional, aún echa de menos su tierra y cada vez que puede se escapa al oriente mozárabe, al olor de sus tapas y sus embutidos, al Paseo de los Tristes a los pies de La Alhambra y cercana a los cabezos aderezados en postales multicolores de El Albarraicín. Le encanta la cocina y raro es no verla a diario por entre los puestos de nuestro mercado de El Carmen inspeccionando carnes y pescados para el guiso diario con el que sorprender a los suyos. Lógicamente, al menos los embustidos, los aderezos son de tierra granadina. Sus aficiones. Le encanta entretenerse con ellas y con sus paseos solitarios con uno de sus perros que terminan en esta época de verano sentándose a la terraza de cualquier céntrica cafetería de la ciudad a degustar una helada cerveza sabedora que poco durará su felicidad pues pronto cualquiera de sus muchos conocid@s se sentará con ellas para empezar una animada charla que ella zanjará cuando vea que su tempus felicitate ha pasado. Así, educada, pero tajante. Sin doblez.
Otra de sus aficiones es la moda. La vuelven loca los buenos zapatos y sabría decirte los números de pares que posee..Para ella, si no llevas unos buenos zapatos y limpios no vas bien vestido, es en lo primero que se fija. Igualmente es una enamorada de las gafas de sol y de los pantalones. Reconoce que se gasta bastante dinero en ropa, pero que es algo, la ropa, que le obsesiona. Le basta con un buen fondo de armario. Le gustan las tiendas tradicionales de Huelva, esas que te conocen y saben de memoria tus tallas y gustos, como la desparecida Antonio Pernás, Raya, la joyería Joaquín o Purificación García y Love, sin dejar de mencionar al maestro Pepe Jiménez, de El Ajolí, que vistió de boda a sus dos hijas y a ella de madrina en el casamiento de su hijo. Y por último, otra de sus aficiones es viajar. No puede estar un verano sin hacerlo. Y es por ello que se ha recorrido toda Europa y parte de América del Norte y Central, como Cuba. Pero siempre vuelve al mismo sitio. Al lugar que por cultura, por monumentalidad y arquitectura palaciega y urbana le atrae más que cualquier cosa. Florencia y dentro de ella, como no, la Farmacia de Santa María de Novello, la más antigua de Europa. Y dentro de poco volverá a su Granada natal y querida para perderse entre los armónicos sonidos que la Filarmónica de Londres esparcirá por el cielo del antiguo Reino Nazarí en el Festival Internacional de Música.
Fiel a la filosofía de su madre María del Mar García Collado sigue la labor profesional y didáctica de ella tras y delante del mostrador. Sabe que ser farmacéutica no es nada fácil y sí muy complejo y comprometido. Es una carrera técnica que puede derivar en la Sanidad propiamente dicha, en la Investigación, en Laboratorios. Hay muchas normas jurídicas reguladoras de la materia que hay que cumplir y conocer al dedillo. Y una gran responsabilidad. La salud del ser humano está en juego y con esto no cabe experimentos. Los cambios legales en cuanto medicamentos genéricos o con apellidos propios les supone una lucha continua con la clientela para explicarle que desde el punto de vista de la bio-equivalencia es igual, que lo que son distintos pueden ser los incipientes y los preparados. Así una y otra vez hasta la próxima subasta en el que los nombres recetados varíen.
María del Mar es la mediana de las hijas y, aunque nacida en Granada como sus dos hermanos, se siente choquera por todos los lados desde hace treinta y tres años. Tan onubense se siente que rompiendo la tradición familiar de realizar la carrera universitaria en Granada lo hizo en Sevilla por estar más cerca de Huelva. Tiene un currículo académico muy interesante, pues al título de licenciada en Farmacia , posee el Óptico por la Universidad Europea de Madrid, Ortopedia en Granada, Máster de Nutrición en la Facultad de Farmacia y un curso de FP en Ancho de Prótesis. María del Mar se siente, al igual que sus otros hermanos, muy unida a su madre a la que ve, además, como una profesora vital y profesional. Lleva seis años trabajando con su madre y el eterno y eficaz Auxiliar de Farmacia, Juan Fortes, que es la mano de confianza de ambas. Y se miran a los ojos y ríen cuando les digo que me cuenten alguna anécdota vivida. Desde la compra de Viagra o preservativos a enseñarte cualquier parte de la anatomía humana para mostrarte un lunar. Todo un mundo, toda una vida que hace que el mal físico lo tengamos vacunado en manos de estas dos grandes profesionales. Gracias Concha, gracias María del Mar por ser como sois.
Por Miguel Ángel Velasco