La Punta Umbría de siempre abre el verano 2016 en Casa Gaspar. Del rosa al amarillo.

Del Rosa al Amarillo.- Cuando me llamó Gaspar Domínguez para decirme que el viernes día de San Juan iba a inaugurar la temporada veraniega en su Hostal-Restaurante Casa Gaspar no dudé en decirle que contara conmigo para que le escribiera una crónica sobre el mismo. Días antes tenía que acudir a Punta Umbría por unos asuntos personales y a esa hora temprana de la mañana la localidad se me presentaba como ese edén durmiente, tranquilo y sereno que desde niño conocí. Se me vinieron a la memoria de golpe toda unas frecuencias gráficas de tantos años y de tantos cambios para casi no cambiar. Era Punta Umbría y dentro de poco, acabados mis asuntos, estaría en Casa Gaspar para hablar con el Chef y dueño. Y caminando desde Everluz hasta cerca de La Vieja Guardia me iba diciendo que me encontraba en esa edad a medio camino entre una generación y otra. De la de Gaspar Domínguez padre y todos sus amigos, como Toni Mancheño o Paco Gallego o Ángel Rey, a los que conocí cuando ellos apenas tenían los cuarenta años y yo era un joven abogado y político de veintitrés años. La misma diferencia de edad que me separa ahora de su hijo y de otros tantos amigos que como él se darán cita el día de la apertura. La única diferencia es que son ellos los que ahora dirigen y yo solo un eslabón que se quiere aferrar de cualquier forma a una cadena que solo mantiene el tiempo.

Y es por ello por lo que he querido introducir este breve recuerdo a la figura de D. Gaspar Domínguez. Alto, enjuto, serio, profesionalmente reconocido en el mundo de la Banca y tremendamente querido en esa Huelva por la que tanto luchó desde diversas instancias y cargos, por sus numerosos amigos y conocidos. Pero volviendo al tema, la figura de padre e hijo se unen aún más de los propios lazos paterno-filial , a una estrecha camaradería como socios y amigos.

Gaspar Domínguez Fhima nació como no podía ser de otra forma en Huelva en el año 73 del siglo pasado. Sus estudios elementales y superiores los realiza en los Hermanos Maristas y pronto tiene claro que su futuro no pasa por estar detrás de un despacho u opositando Dios sabe a qué. Le gustaba la cocina, experimentar con ella, crecer con ella y sentirse feliz y lleno con ella. Creándola, descubriendo sabores y experimentando nuevas fórmulas dentro de la cocina clásica. Así que estudió en la Escuela de Hostelería de Sevilla y pertenece a la primera promoción de la conocida Taberna de El Alabardero hispalense. No se conformaba con un título y la experiencia técnica adquirida durante la carrera. Quería saber de primera mano, empezar desde abajo, conocer la dureza de esta profesión. Por ello recorrió parte de España y hasta estuvo en Grecia trabajando. Así que cuando vio la oportunidad de volver a su tierra y coincidiendo con el hecho de que su padre dejara la Banca, hablaron, analizaron el mercado y se creyó con fuerza y sapiencia suficientes para montar su primera Casa Gaspar.

Casa Gaspar se abrió iniciado el presente siglo en la céntrica calle Hernán Cortés de Huelva. Era un local coqueto, de estilo minimalista y con entreplanta que todos los días se encontraba lleno de una clientela que poco a poco se fue convirtiendo en fiel. Era una Huelva que aún no había caído en la depresión económica posterior, aún cuando su fantasma empezaba a medrar, y convirtió esta calle junto a la del Gobernador alonso y Vázquez Lopez el centro neurálgico de La Restauración onubense con restaurantes de verdadera categoría y grande calidad. Fui su vecino en aquella trayectoria y entre cigarro y cigarro desde mi balcón lo he visto salir, lleno de sudor y derrotado de cansancio, a sentarse en el poyete de la fachada, cuando se marchaban los últimos clientes. Era un todoterreno y lo mismo estaba en la cocina que departía con los clientes. Y antes, a primera hora de la mañana, Gaspar padre abría el mercado de abasto para elegir los mejores pescados y las ricas carnes. Muchos mediodías y muchas noches. Muchas alegría y también muchas miradas hacia arriba, al balcón, para darme a entender que la cosa empezaba a estar muy parada. Se había convertido en una referencia de la calle y la noticia de su cierre sonó como una bomba en ella y en mi en particular.

Se fue a Punta Umbría. Su carácter emprendedor y fuerte no podía darse por vencido por unos años, ya largos, de crisis. Además contaba con la ayuda y colaboración fundamental de su padre. Sabía de sus dotes culinarias dentro del hogar familiar pero nunca llegó a pensar que se metiera tanto en esta faceta. Iba a la plaza de abastos, encargaba de antemano el material que requería para cada día, llevaba la administración y tenía visión mercantil y comercial. De manera que el próximo paso de los Dominguez-Fhima tenía que ir dos escalones, al menos, más allá. Un chalet típico de Punta Umbría, con amplia zona de recreo y en pleno punto neurálgico desde la carretera hacia el pueblo y los accesos a la playa daba para dar alas a la imaginación Y se hizo. Pero también se nos fue. Desde donde esté mirará a su hijo y éste lo sentirá como sentí yo esa mañana la delgada figura pero gruesa personalidad de D. Gaspar Domínguez sentada en la umbría de su casa.

Casa Gaspar abre en Punta Umbría en el año 2.009. Pero se abre como un Hostal- Restaurante. En esto se encontraba su nuevo reto. Sabe que la localidad está falta de un sitio con encanto y habitaciones individuales en plena orilla de playa y con un restaurante de calidad contrastada y empezó a hacer realidad la idea primigenia de padre e hijo. Actualmente, nos encontramos ante un establecimiento que cuenta con 13 habitaciones, un restaurante con 120 plazas y un Bar de Copas, en un sitio de lujo adaptado a todas la comodidades, amplio y que se puede comer lo mejor de la costa onubense, las mejores carnes nacionales y las inigualables ensaladas de la Casa. Todo al exterior pero perfectamente acondicionada para que el comensal no sienta calor en ningún momento mientras degusta del plato típico de la Casa “Cigalas con huevos fritos”.

Dada su ubicación la clientela es fija y fiel y encontrar mesa en el establecimiento se convierte en una ardua labor si nos has concertado previamente la reserva. Tanto para los clientes del hostal como para los comensales existe una amplia barra de bar con mejores cocktailes y combinados en un ambiente tranquilo, una temperatura ideal y amenizado por música en directo o de ambiente. En el caso de que deseen salir al exterior, por su situación, tanto el pueblo como otros establecimientos nocturnos, se encuentran próximos y se llega a ellos a través de un idílico paseo nocturno.

Gaspar Domínguez tenía todo pensado para el día de la apertura del Verano 2.016. El punto fuerte lo quería realizar con un almuerzo informal para 70 amigos/clientes. Para ofrecer la calidad a la que nos tiene acostumbrado no podía faltar la presencia de María del Mar Castillo y Pilar Esquivias Franco que se han convertido por méritos propios en las especialistas más renombradas de la provincia en la elaboración, preparación y experimentación del Sushi como un producto selecto, de presentación elegante, que se come con la vista antes que con la boca, y con elementos de primera calidad. Reía con Pilar Esquivias al observar en una de las maravillosas bandejas presentadas que qué era una especie de espuma naranja de cubría unos de los pasteles de sushi y al decirme que eran huevas de pez globo mi cara de sorpresa le hizo reír relajada.

El ambiente, a pesar del calor reinante en el exterior a las tres de la tarde. era fresco gracias al sistema de riego ambiental colocado sobre la techumbre de cañas. El lleno se presumía casi absoluto para convertirse en total antes de que fueran las cuatro de la tarde. Amigos de toda la vida se reunían vestidos de manera informal y relajada después del duro invierno y el corsé uniformado de la lucha profesional diaria. Lo primero en desaparecer fueron los sushies de Castillo y Esquivias bien regados con fresca cerveza en cantidades mayores. Los chicos y chicas del casting hicieron que en ningún momento los invitados notaran la ausencia de bebida y comida. El cortador de jamón traído al efecto, ejercitaba sin cesar muñeca y antebrazo rellenando platos con finas y suculentas lonchas de exquisito manjar.

El buen ambiente y mejor humor reinaba y se asentaba con fuerza conforme pasaba el tiempo. Las bandejas de delicias del mar variadas, de quesos, de los mencionados platos de jamón, ensaladas, croquetas, adobos y todas las especialidades que se pueden ofrecer del litoral onubense se sucedieron sin solución de continuidad. Nombrar las muchas caras conocidas de la sociedad social, cultural y política sería casi interminable. Además, eso no era lo importante. Eran grupos de chic@s de esa santa cuarentena cronológica que volvían a unirse como lo hacían desde que eran pequeños y que desde esa edad han ido enalteciendo y haciendo una ciudad como Punta Umbría, al igual que con anterioridad lo habían hecho sus padres.

Del Rosa al Amarillo. Son a ellos los que les toca continuar esa labor harto difícil de hacer y compaginar la Punta Umbría turística del hoy y del mañana con aquella de sabor familiar, de olor a resina y a pinos, de cazar al calor de la tarde para atrapar camaleones, del olor incomparable del pan del Delfín de Oro. Aquél musical reiterativo del grillo en la nocturnidad quieta. Tantas y tantas cosas que ya solo pertenecen a la memoria particular de cada cual. Ahora es Gaspar Domínguez el que da cada temporada, desde abril hasta octubre, un aliciente nuevo y distinto al veraneante. Nuevo y distinto pero con esa herencia y ese sabor que sólo una persona que ama a Punta Umbría como lo hace él, lo puede dar. Gracias Gaspar Domínguez por darnos tanto.