viernes. 29.03.2024
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El mejor whisky y el ron más exclusivo tienen a Bollullos como ‘cuna’

En el municipio onubense cerca de un centenar de familias viven de manera directa o indirecta de las tres firmas toneleras, cuyas botas exportan para dar cobijo y matices a los mejores y más selectas bebidas espirituosas del mundo.
El mejor whisky y el ron más exclusivo tienen a Bollullos como ‘cuna’

    Cada vez que nos demos un homenaje con alguno de los más selectos whiskys de malta o saboreamos el Ron de mayor solera, sepan que existen muchas probabilidades de que esos manjares líquidos tengan como ‘cuna’ a Bollullos par del Condado, de donde han partido las botas de roble en las que se han envejecido estos manjares.

    En el municipio onubense cerca de un centenar de familias viven de manera directa o indirecta de las tres firmas toneleras que se asientan en el municipio: Diego Martín; José y Miguel Martín; y Tonelería Salas. 

     Su buen hacer artesanal y su visión para los negocios han permitido que cientos de miles de botas partan cada año fuera de nuestras fronteras para brindar esos matices que los grandes caldos adquieren tras pasar por las mejores botas que se fabrican en las entrañas de estas firmas. 

    Las empresas bollulleras trabajan con cuatro tipos de roble según su procedencia: Francés, Americano (Missouri y Apalaches) Español y del Este de Europa; aunque todos se someten al mismo proceso de producción que comienza con su secado natural que lleva de entre los 18 meses y los 24 meses. El municipio ofrece una excelentes condiciones, gracias a un clima que ofrece una temperatura media anual de 20 grados centígrados y una humedad relativa del 70%. La materia prima llega con un nivel cercano al 35% de humedad y en un patio al aire libre se almacena hasta que alcanza el 14%, nivel óptimo que permite domar la madera para que se amolde a las necesidades de las barricas, sin que ésta se resquebraje. 

     En este punto de la cadena de montaje sí que se ha avanzado. Unos termómetros pinchados en la madera permite conocer en todo momento este parámetro. Antiguamente el tonelero calibraba el punto óptimo por el sonido que producía la madera al ser golpeada. Cuando el martillo castigaba las tablas, si el sonido devuelto es hueco significaba que estaba húmeda, mientras que contra más seca se encuentre más se asemejará al tañido de una campana. 

     Con la materia prima ya maleable se procede a su planeado, vaciado y tallado de la duela para lograr ese interior en forma cóncavo y su ‘espejo’ en forma convexa. Luego la juntadora labra corta longitudinalmente los extremos hasta lograr la forma más ancha en la zona de la barriga del tonel. 

     Se monta la bota sobre unos aros de trabajo y se prepara para el paso por el horno y los batideros, sin duda el trabajo más espectacular. Al calor del fuego la madera comienza a ser domada.  El proceso puede durar entre 40 y 45 minutos, dependiendo de la resistencia de las duelas”.

Mientras las llamas emergen del fuego, los operarios riegan con agua la madera para que nunca pierda su humedad y termine partiéndose. En este proceso, los hornos instalados en el suelo escupen fuego en busca de oxígeno, brindando una de las estampas más bellas de todo el proceso de producción. Una vez la madera esta dócil se procede a instalar unos tensores con los que se va cerrando la barrica y se le ‘anilla’ con aros de acero de cinco centímetros.

       Toda esta producción tendrá que esperar a que la madera se enfríe y mantenga su ‘escultural’ silueta. A renglón seguido se anilla con aros galvanizados de 1,8 milímetros de grueso y cuatro de ancho o aros negros de hierro de 2 milímetros de grueso y cuatro de ancho, se le aplica el fondo y una capa de arcilla limpia. En otras zonas de España se utiliza pasta de centeno, aunque tiene el inconveniente de que la porosidad de la madera puede hacer que esta se rezume y atraiga a la polilla.  

     El fondo del barril es la parte más delicada puesto que se trata de la zona que más presión soporta la barrica. Superado este trámite se procede al pulido y devastado con una lija gruesa y posteriormente una fina para evitar cualquier posible aspereza al tacto. 

     En la última fase del proceso tiene lugar el testado o control de calidad. Todos los toneles se someten a pruebas de estanqueidad para garantizar que no existe ningún poro por el que pueda filtrarse el vino. Para ello se vierte agua a 70 grados centígrados y aire para soportar un kilo de presión por centímetro cuadrado. Es sólo entonces cuando las barricas están listas para acoger los mejores caldos y brindar sabor a futuras soleras. 

Tonelería Diego Martín

     Tonelería Diego Martín factura anualmente entre los 3,5 y los 5 millones de euros dependiendo de factores como la bonanza económica o el consumo del whisky.  Jorge Martín, gerente de la firma bollullera explica a Diario de Huelva que una de las singularidades que le han hecho única a su empresa es la trazabilidad en el control de calidad desde la adquisición de la materia prima. “Prácticamente se puede decir que visito los bosques de roble que darán vida a los toneles y superviso el proceso de tostado con las propias maderas de roble que aportan un aroma singular.

     Martín subraya que hay una incongruencia en sobrevivir teniendo a los clientes a miles de kilómetros de distancia en los que el contacto no es tan directo como sería deseable. En concreto en el caso que les ocupa ellos tiene que “envinar 10.000 botas” para su posterior comercialización para acunar los mejores whiskys del mercado. Sin embargo, el negocio se sostiene por la confianza en un modo de producción que sigue fiel a los cánones artesanales y una apuesta por la calidad que no se ha visto doblegada ni al paso del tiempo ni las coyunturas económicas.

     La empresa fue fundada por el empresario bollullero Diego Martín y es una de las industrias toneleras más importantes y tradicionales de España. Su familia ha trasmitido la sapiencia artesanal a lo largo de tres generaciones a través de padres a hijos. Actualmente están especializados en la fabricación de barricas bordelesas de 225 litros y en botas ajerezadas de 500 y 600 litros.

    Tonelería Salas

      Tonelería Salas es otra de las firmas más pujantes de la región. Desde que en 1925 Miguel Salas Carmona iniciara la actividad económica, sus hornos han mantenido su llama incandescente; primeramente cediendo el testigo en sus cuatro hijos: Diego, Miguel, Manuel y Juan Luis; y posteriormente en el hijo de este último, de quien también hereda el nombre.

    En Bollullos los toneles se reconvierten en recursos decorativos 

     Las barricas de roble para los vinos tintos tiene fecha de caducidad. Los matices de estructura y aromas que aportan al vino durante su crianza alcanzan los ocho o diez años. Pasado este tiempo, la barrica se convierte en un mero recipiente decorativo. En la crianza de nuestros vinos generosos la ecuación es a la inversa: contra más edad tenga la bota, mejor para el producto final, dado que en ellas se ha almacenado la madre del vino durante décadas, impregnándose de sabor y aroma. Son los casos de los finos (olorosos) y los dulces. 

     Son las barricas tintas que desechan las bodegas las que algunas empresas restauran como mesas para restaurantes, maceteros y muebles de diseño. 

    Antiguamente existían bodegas que pagaban dinero para que procedieran a su retirada y destrucción, mientras que en el mejor de los casos  se vendían a 15 euros. Ahora la situación a cambiado y se llega a pagar hasta 150 euros en la bodega por estos iconos del mundo del vino que se han puesto de moda como meses de bar o como maceteros. La demanda del whisky y el burbon de estas botas de segunda mano han disparado sus precios. 

Los bocoyes en Bollullos se han reconvertido en 'lienzo' para los mejores artistas.