jueves. 25.04.2024
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Opinión

Buenos deseos next generation

Mala espina me da que el propio nombre de los fondos sea traducido del inglés ‘próxima generación’.
Buenos deseos next generation

La Huelva hipotecada pide sus deseos a plazos, acostumbrada a vivir entre el ninguneo y la desidia de administraciones. Se aplaza todo para el futuro como el niño que persigue un caramelo atado con un hilo del que otro tira maliciosamente. Una meta que cada vez que intentamos alcanzar se escapa de las manos.

Se aplaza desde los años 70 (gobernaba la UCD de Adolfo Suarez cuando se empezó a hablar del proyecto) el desdoble de la N-435, se aplaza el AVE o la velocidad alta o el no sufrir un tren tercermundista de movimiento estreñido y lánguido (el apellido que le pongamos es lo de menos), se aplaza el túnel de San Silvestre al que por arte de birlibirloque se le ha hecho desaparecer un año de las previsiones y se traslada a fechas postreras (esperemos que no póstumas), se aplaza el Banco de España, la Autovía de la Cuenca, el proyecto empresarial del aeropuerto, el Hospital de Lepe se agrieta sumando años sin accesos (qué gran película haría Berlanga con este caso) se nos va la vida esperando ver algún avance para una tierra orgullosa pero víctima de su periferia.

Y así pasamos de presupuesto en presupuesto, los que se aprueban en el Gobierno central y los que no se prorrogan en la Junta, llenando titulares de periódicos, almibarando mentes de cara al futuro para dotar de esperanza (lo último que se pierde) hasta morir y pasar el testigo a las nuevas generaciones de onubensitos pacientes y depredadores de buenas palabras en una Huelva cálida de corazón pero congelada de proyectos.

Ahora, la esperanza viene de Europa, y se llama fondos ‘Next generation’ y los políticos fían a este maná de estrellas blancas la nueva apuesta por los proyectos congelados. Mala espina me da que el propio nombre de los fondos sea traducido del inglés ‘próxima generación’, me da que los terminaremos aplazando para que nuestros hijos y nietos sigan esperando como una maquiavélica tradición.