jueves. 25.04.2024
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José Luis Lobo Carvajal fue el iniciador de la saga que pintó las sillas de Galaroza

El artista legó su buen hacer a hijos, nietos y bisnietos.
José Luis Lobo Carvajal fue el iniciador de la saga que pintó las sillas de Galaroza

Uno de los rasgos que más orgullo aporta a Galaroza es la de haber llenado el mundo de sillas denominadas de ‘estilo sevillano’, donde la artesanía y el arte se dan la mano. Los decoradores de estos muebles han demostrado una maestría sin par y se han concentrado en el tronco de la familia Lobo. Aunque algunas versiones atribuyen a Daniel Blanco la introducción de los muebles de esta estética en Galaroza, parece fuera de duda que el iniciador de este arte pictórico fue José Luis Lobo Carvajal, artista, creador y político cachonero de los años 20 y 30 del siglo XX. Gracias a la labor y los testimonios de familiares como Inmaculada Encina Lobo, Carmen Lobo Romero y José Luis Lobo González, se ha podido reconstruir una semblanza de gran interés para los cachoneros.

José Luis Lobo Carvajal nació en Galaroza (Huelva) en el año 1870. Sus padres fueron José Lobo, conocido en el pueblo como ‘Josefito El Bueno’, y María Carvajal.  Vivían en el barrio de la Iglesia, muy cerca de Las Pizarrillas, y sus padres regentaban un negocio de ultramarinos en un local que tenían a pie de calle debajo de su vivienda.  La familia estaba compuesta por cuatro hermanos, Pilar, José Luis, Rafael y Amparo. Sus hermanas compaginaban el trabajo doméstico con el negocio familiar, junto a sus padres, aunque su padre se dedicaba también a las labores religiosas, de ahí su apodo de ‘El Bueno’.

Rafael, su hermano, se había decantado por la carrera militar y había participado en la Guerra de Cuba de finales del siglo XIX. Sin embargo, José Luis desde muy pequeño había mostrado grandes dotes para la pintura artística, por lo que entre él y sus padres decidieron que debía estudiar la carrera de Bellas Artes en Sevilla.

Fueron unos años marcados por los estudios en la universidad sevillana y sus idas y venidas con sus amigos de la gran ciudad. Entre sus cualidades empezaron a destacar su amor por los libros, sus dotes para la conversación y también para la seducción. Tenía pasión por géneros literarios como poesía, ficción, novela histórica, ensayo o artículos periodísticos, y llegó a atesorar una gran biblioteca integrada por libros de todos los estilos.   Además, tenía ese aire bohemio propio del artista, que encandilaba a la gente. Según Inma Encina, “su hija Herminia siempre lo recordaba sentado en su gran sillón de enea de ‘estilo sevillano’, leyendo algún libro interesante y rodeado de sus gatos en la casa familiar’.

Seguiría durante varios años más en Sevilla, perfeccionando su técnica pictórica y elaborando cuadros, conociendo el estilo de la pintura al fresco y aprendiendo de grandes maestros, como Aníbal González, con quien colaboró en diversos proyectos. Sobre todo, cultivó las características de este estilo cachonero que posteriormente implantó en la decoración de sillas y mesas al volver a su Galaroza natal.

Fueron los años felices de esta industria en la localidad. La labor artesanal de carpinteros, silleros y pintores alcanzó un reconocido prestigio, no sólo a nivel nacional sino también internacional.  De hecho, Galaroza llegó a tener una veintena de estos establecimientos dedicados a la elaboración de muebles de estilo cachonero, exportaba muebles a todo el mundo y algunos de los grandes pintores de estos muebles pertenecen a la saga de los Lobo. La propia familia Lobo tenía una fábrica de sillas cuya fundación se puede datar en 1842.

José Luis Lobo Carvajal también trabajó pintando numerosas cúpulas y paredes de iglesias y casas señoriales y populares por toda la serranía onubense. Sus “motivos religiosos, geométricos, florales y vegetales de ricos colores y diversidad de formas embellecían estos espacios con el magnífico arte de sus manos y su gran sensibilidad para apreciar y plasmar las luces, formas y colores de su imaginación y creatividad infinitas”, en palabras de sus familiares. Incluso trabajó la técnica del pan de oro, que enseñó sobre todo a su hijo Antonio Teófilo, según su nieta Carmen Lobo Romero.

Muchos trabajos que se le encomendaban desde algunos pueblos serranos fueron financiados con ayudas de los Sánchez Dalp de Aracena y otras familias burguesas y adineradas de la época. Las fotografías de su nieto Antonio G. Lobo muestran la maravilla que creó su bisabuelo en los techos alguna casa noble de Galaroza.

Algunos atribuyen a José Luis Lobo Carvajal el comedor que se conserva en el Museo de Arte y Costumbres Populares de Sevilla y quizá los muebles que decoraban ‘Dar al-Farah’, la Casa de la Alegría que Blas Infante construyó y habitó en Coria del Río. Entre las muchas obras que ejecutó destaca la que se le encomendó durante la época de la II República y bajo el gobierno del alcalde Luis Navarro Muñiz para embellecer con su arte la famosa Fuente del Carmen o de los Doce Caños, en la Plaza de Los Álamos de Galaroza. La decoró con bellos paisajes del pueblo y a las damas que enmarcaban el escudo borbónico las pintó con los colores de la bandera tricolor, en alusión a la ideología imperante durante la primera mitad de la década de los treinta.

Esta etapa la vivió intensamente, ya que fue concejal del Ayuntamiento republicano, entablando una gran amistad con el alcalde Luis Navarro. Fue nombrado en el pleno celebrado el 5 de junio de 1931, y formó parte de las comisiones municipales de Policía Urbana y de la Junta Local de Primera Enseñanza, además de secretario de la Comisión Gestora que entendía de asuntos laborales para solucionar el paro obrero de la localidad.

La labor realizada fue truncada por el golpe de Estado que dio lugar al fatídico inicio de la Guerra Civil Española. Tras la entrada de las tropas franquistas, el alcalde Navarro fue torturado y asesinado, su trabajo en la Fuente de Doce Caños fue destrozado y tuvo que ocultarse.

Su gran legado fue enseñar a sus hijos el arte de la pintura artesanal de estos muebles. La familia de José Luis Lobo Carvajal estuvo compuesta por su esposa Dionisia y sus hijos María, Pilar, José Luis, Rafael, Antonio Teófilo, Herminia, Victoria y Matilde. Ocho vástagos que heredaron los conocimientos y el estilo que el artista supo impregnar en sus trabajos y que transmitieron a sus descendientes, especialmente en lo que se refiere a la decoración de los muebles fabricados en Galaroza.

Especialmente, sus hijos Rafael, José Luis, Antonio Teófilo Lobo Díaz, así como sus nietos Rafael, Benjamín, José Luis y Pablo Lobo Muñiz y su bisnieto Rafael Lobo Blanco, siguieron su estela del arte de las sillas y muebles en este estilo peculiar. La saga de los Lobo, iniciada por José Luis, fue la gran artífice de la elaboración de estos muebles en Galaroza durante décadas, las más recientes de la mano de la fábrica de los Hermanos Valle.

Su nieto Rafael Lobo Muñiz no sólo heredó el arte de pintar, sino también su pasión por la política, llegando a ser alcalde de Galaroza durante finales de los años 80 y primeros de los 90. Ha querido el destino que el bisnieto de José Luis, Rafael Lobo Blanco, quien ha seguido los pasos de su abuelo y de su padre, graduándose en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Sevilla, devolviese el color y los paisajes a la Fuente que su bisabuelo pintó, por encargo del alcalde Antonio Sosa en 2016.

Otro revival familiar tendrá lugar en la Plaza de España de Sevilla. Lobo Carvajal colaboró con Aníbal González en esta obra, decorando las teselas de los techos. Ahora, un nieto suyo, el ebanista Jesús Expósito Lobo, tiene a su cargo la restauración de esos artesonados y volverá a aportar el buen hacer del legado familiar de los Lobo.

La continuidad histórica se completa porque en este trabajo van a participar dos bisnietos del iniciador de la saga, José Luis y Benjamín Lobo González, dos hermanos que gestionan una empresa de decoración a nivel nacional. Precisamente con Benjamín se extiende la herencia de Lobo Carvajal, ya que ha explorado los caminos del arte de la pintura, con diversas exposiciones en localidades serranas y la autoría de carteles de eventos culturales y festivos.

Pero aún queda una muestra más del legado artístico de la familia; Luisa María Porras Lobo es profesora en la Escuela de Artes de Jerez, enseña escultura y pintura, ejerce como jefa del departamento de coordinación de Erasmus y relaciones internacionales y continúa el camino iniciado por su abuelo José Luis Lobo Carvajal.