martes. 23.04.2024
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Paco Muñoz Zafra: "los onubenses no sabemos presionar a los que deciden, los políticos a los que votamos"

Persona afable, cordial, empático, solidario, con alto sentido de la amistad y del humor, trabajador incansable, recreativista de cuna, intuitivo, observador, fiable, optimista por naturaleza... Y por encina de todo eso, lo que por aquí llamamos muy "güenagente", pero eso si, nunca llegó a ganarme al tenis de mesa, por mucho que entrenaba. Hablamos con Paco Muñoz.
Paco Muñoz Zafra: "los onubenses no sabemos presionar a los que deciden, los políticos a los que votamos"

Hoy es motivo de satisfacción poder entrevistar a Paco Muñoz Zafra, a quien conozco desde su más tierna infancia, no en vano fui compañero de trabajo de su padre Paco Muñoz Acuña (+), una de las piezas básicas junto a Fernando Merchán, para el nacimiento del diario Huelva Información.

A Paquito, lo recuerdo siempre trasteando por su chalet en El Rompido, niño muy bueno y cariñoso, heredó de su padre el amor desmedido por el Recreativo de Huelva y desde luego, de tanto hablar de periódico en su casa, eligió la profesión para ser uno de los mejores.

Persona afable, cordial, empático, solidario, con alto sentido de la amistad y del humor, trabajador incansable, recreativista de cuna, intuitivo, observador, fiable, optimista por naturaleza... Y por encima de todo eso, lo que por aquí llamamos muy "güenagente", pero eso sí, nunca llegó a ganarme al tenis de mesa, por mucho que entrenaba.

Para que conozcáis un poquito más a nuestro invitado, bueno sería que él mismo nos contara algo de su vida. Adelante Paco.

Ahí va. Nací en la primavera de 1975. Casi acabé de colgar los libros de la carrera cuando empecé a trabajar en Huelva Información, en la maravillosa sección de suplementos con el gran José Luís Camacho Malo y su genial equipo de entonces. Poco a poco fui ocupando otras tareas en la redacción hasta que acabé coordinando la primera sección específica de economía que se hacía en Huelva Información. En esa época también ejercí la corresponsalía de Expansión en Huelva.

Después de 5 años en el periódico, en 2002 cambié de rumbo y me marché a Ceimagen para hacer tareas de Comunicación institucional y corporativa llevando la cuenta de varios clientes. También en Ceimagen desarrollamos Seguired, una plataforma de seguimiento de medios que se expandió por toda España. Durante un tiempo, además del trabajo de Comunicación y Seguimiento coordiné algunas publicaciones que editó la empresa.

En 2007 me fui a Sevilla para dirigir Seguired. Anduve a caballo entre Sevilla y Huelva hasta que en 2014 decidí emprender mi andadura en solitario con una empresa de seguimiento, Pandorabox Social Clipping,  con la que desarrollamos una tecnología propios de clipping y monitoreo de redes sociales, y en ello sigo.

Hace un par de años decidí volver a escribir en medios para ‘matar el gusanillo’ y ahí sigo, realizando trabajos como periodista freelance para el Grupo Joly. Ahora estoy embarcado en algunos proyectos editoriales y con algunos clientes a los que asesoro en materia de comunicación.

Pues bien, profesionalmente, los lectores de diariodehuelva.es ya te conocen una mijita más, si te parece entramos a charlar un ratito y que nos cuente en primer lugar.

P.- ¿Qué opinión tienes de la situación que estamos viviendo?

R.- En el plano personal, mi primer sentimiento es de irrealidad, imagino que como le ocurre a mucha gente. Una sensación que era casi continua durante el confinamiento y que ahora viene de vez en cuando, por ejemplo cada vez que me paro a observarnos a todos con nuestras mascarillas puestas como si fuera lo más normal del mundo. A nivel general creo que lo que está ocurriendo es una consecuencia directa de nuestra forma de vida. El ser humano parece especializado en auto destruirse. Si no le da por matarse en guerras lo hace destrozando su hábitat. La naturaleza solo hace lo que tiene que hacer: defenderse del enemigo, que somos nosotros. No creo en conspiraciones ni en experimentos de laboratorios chinos porque es mucho más sencillo que todo eso: romper el equilibrio natural tiene sus consecuencias, y posiblemente esta del Covid sea una de las menos graves de las que van a venir si no rectificamos. También te digo que ya pueden venir cien virus que seguiremos igual. No hemos cambiado en 3.000 años, no lo vamos a hacer ahora.

Y luego está el nivelito político. Ya sospechábamos, por lo menos yo, que tenemos una clase política que no llegaría al aprobado en la mayoría de los casos. Y ahora tenemos la certeza. Hay una frase, no sé si literal o me la estoy inventando, que dice que en las situaciones extraordinarias es cuando se conoce a las personas extraordinarias. Por una simple regla de descarte, esas mismas situaciones también nos destapan a las peores personas o, como mínimo, lo peor de ellas. En general, los políticos, salvo honrosas excepciones, se ha dedicado a sacar rédito electoral en cuanto ha tenido oportunidad. Solo hay que ver las elecciones en Cataluña para darse cuenta de qué es lo que les importa de verdad. En cuanto a la gente en general, aunque es verdad que hemos visto muchos casos de quienes han demostrado lo mejor del ser humano, no han sido pocos los que nos han enseñado lo peor. Precisamente hace unos días vi cómo una señora se tropezaba y caía al suelo y una chica que iba por detrás se paraba en seco a varios metros por no acercarse a ayudarla. Me entristece mucho ver con mis propios ojos que hay gente capaz de hacer eso sin sonrojarse siquiera. Pero bueno, hemos sido egoístas antes y lo seguiremos siendo después de la pandemia.

P.- ¿Qué hiciste en tu día a día, durante el confinamiento, dónde y con quién lo pasaste, y cómo estás sobrellevando las nuevas ‘olas’?

R.- El confinamiento lo pasé en casa, obviamente con mi mujer, Inma, y mis hijos, Jaime y María. Y bueno, lo fuimos sobrellevando como casi todo el mundo, con días malos y días buenos, procurando siempre que los buenos fueran mayoría. El día a día se basaba en el trabajo, hacer de profe con los niños, tratar de jugar con ellos para mantenerlos entretenidos, cocinar, ver películas, videollamadas con la familia y los amigos... Un poco de todo. Luego, al final del día, publicaba en Facebook un diario en el que contaba a mi manera lo que había pasado durante la jornada, reflexionando un poco sobre la actualidad o soltando lo que se me pasaba por la cabeza, tratándolo de hacer siempre de forma divertida para quitar hierro al asunto, que bastante tenía ya. La verdad es que el diario, que acabo de publicar completo en mi blog (www.laestrategiadelmosquito.es) me resultó bastante terapéutico, no solo para mí sino para los amigos y familiares (eso me dicen) que lo leían cada noche. A nivel emocional fue agotador, como sigue siéndolo todo esto de los cierres perimetrales, los toques de queda, las mascarillas o, sobre todo, no poder juntarte con la gente que quieres, pero sin duda lo que peor llevé en aquellos meses fue el encierro de los peques. Que no pudieran salir a correr, a pasear, a montar en bici... que es algo que los niños necesitan más que nadie. Ahora, más o menos igual: tratando de tener paciencia y pensando por mis hijos, sus miedos y la factura que pueda pasarles todo esto en futuro.

P.- ¿Cómo crees que cambiará la vida después de la pandemia y sobre todo el mundo de la comunicación?

R.- Si te digo la verdad no creo que la humanidad cambie mucho cuando pase todo esto. Seguiremos explotando los recursos naturales, acabando con los ecosistemas y atacando a la Naturaleza hasta que se revuelva otra vez. Solo hay que recordar cómo recuperó su espacio en unos pocos días 'sin humanos' por las calles para darse cuenta de qué es lo que necesita el mundo: una vuelta atrás, un calmarnos un poco y dejar que cada pieza del puzzle que es el planeta cumpla su función sin destrozar a otras piezas. Y hemos comprobado que no es tan difícil. En muy poco tiempo se puede conseguir mucho. Pero me temo que no va a ser a sí. Seguiremos igual. Ni más cuidadosos, ni más solidarios, ni más amables. Luego ya está el corto plazo: seguramente habrá una factura psicológica que tardaremos un tiempo en superar, puede que algunos sigan tomando ciertas medidas de higiene en determinadas circunstancias... Pero poco más.

En el mundo de la comunicación creo que hay cosas que han llegado para quedarse, como el teletrabajo o la generalización de las tecnologías para comunicarse y obtener testimonios, como las videollamadas o la emisión online de diferentes eventos, que antes se utilizaban de forma más esporádica. En realidad me gustaría que no fuera así, porque aunque pueda resultar cómodo en algunos casos, el periodista debe estar en la calle para saber lo que pasa. Una de las cosas que más ansío cuando acabe todo esto, profesionalmente hablando, es estar en los sitios, ver lo que ocurre con mis propios ojos y entrevistar, preguntar, hablar a la gente en persona.

P.- ¿Has pasado miedo en algún momento?

R.- Sí, claro, pero no mí. Por mi parte, sobre todo incertidumbre y esa sensación extraña de irrealidad que te comentaba antes: esa idea de "esto no puede estar pasando de verdad". Pero vaya que sí está pasando. Miedo he pasado fundamentalmente por mi madre: viendo cómo el bicho de las narices se ceba con las personas mayores, he procurado verla poco después del confinamiento, y especialmente con cada nueva ola. Por lo demás, bueno... Procurando tener siempre mucho cuidado, tratando de cumplir las normas y evitando contactos estrechos. Precaución, pero  no exageraciones.

P.- ¿Qué proyectos tienes para el futuro?

R.- En lo profesional, seguir trabajando día a día y a verlas venir. Ahora mismo tengo un montón de cosas encima y otros muchos proyectos que vienen de camino y no puedo estar más contento por cómo me está yendo como 'empresario' (entre comillas, porque al fin y al cabo soy un currito como siempre, solo que no tengo jefe). En lo personal, seguir viendo cómo crecen mis hijos, procurar que vayan siempre por el mejor camino, llevarlos si hace falta y ayudarles en todo lo que pueda. Como en el trabajo, el día a día es el que manda y tampoco me planteo grandes retos para el futuro. Me basta con ganarme el pan y que mis hijos crezcan lo más felices que puedan, con y sin pandemia de por medio. Por supuesto, sigo con la esperanza de que alguna vez pueda publicar un libro, pero para eso seguramente tendré que acabarlo antes. Pero en general estoy contento, como te digo: tengo bonitos retos por delante, me siento apreciado laboralmente y querido en lo personal. A azar solo le puedo pedir salud, y afortunadamente estamos todos bien, que ahora mismo es un lujo.

P.- ¿Qué es lo que has echado de menos en este casi un año pandémico que llevamos?

R.- A la gente, sin duda. A los amigos, a la familia... Como a casi todos los españolitos, me gusta tratar de cerca a los que quiero, por eso esta situación es tan triste. Quiero abrazar a los amigos, darle un beso sin mascarilla a mi madre y a mis hermanas, a mis sobrinos... Quiero hacer una buena barbacoa con un montón de gente, tomarme unas cervezas con los amigos bien cerca y decirnos chorradas y reírnos a carcajada limpia sin tener que taparnos la boca. Quiero una fiesta de fin de curso con los peques y sus amigos, quiero estar en un concierto, ir al cine sin mascarilla para hartarme de palomitas, dar un apretón de manos cuando se tercie, llevarme un día entero sin lavarme las manos... Disfrutar de todo lo que no podemos disfrutar ahora, que ya sabemos por esta experiencia que no es poco y que es fundamental para nuestra salud mental, aunque no nos lo pareciera.

P.- ¿De quién te has acordado fundamentalmente en todos estos meses?

R.- Me he acordado de mucha gente. De casi todas las personas que conozco, en realidad: mi familia más cercana, mis amigos, mis tíos y primos... Y también de aquellos que ya no están conmigo y de los que pienso: ¿cómo estarían viviendo esto? Mi suegra Mari, que nos dejó precisamente en medio del confinamiento, y por supuesto de mi padre. Aunque eso no valdría como respuesta, porque de mi padre me acuerdo siempre.

P.- ¿Cómo "venderías" Huelva para atraer inversores y turismo?

R.- Siempre he tenido la duda de si Huelva tiene que atraer turismo, en el sentido de número de viajeros, o si lo que necesita es atraer a unos pocos turistas que gasten mucho dinero. Si Huelva es un paraíso por ser un destino tranquilo, fundamentalmente natural, ¿de verdad necesitamos que vengan muchos turistas, o que se destruya este patrimonio natural en favor de nuevos hoteles, chiringuitos, restaurantes o campos de golf? Si lo hiciéramos Huelva ya no sería Huelva y perdería su propia identidad.

A mi juicio, lo que el sector turístico de Huelva necesita es concentrarse en lo que tiene, que es mucho y bueno, y sobre todo profesionalizarse como de hecho lo está haciendo. Luego está el tema de las infraestructuras, que no las entiendo tanto como una necesidad para el turismo sino como un derecho de los onubenses a disponer de comunicaciones dignas. Por ejemplo, el transporte por ferrocarril, que es absolutamente tercermundista y desde luego no nos merecemos (o quizás sí, por permitirlo). Me da igual que se llame Ave, Talgo o como quieran, pero no es de recibo que tengamos Sevilla a una hora y media en tren, cuando hay tantos onubenses que trabajan allí y tantos sevillanos que lo hacen aquí. Es una falta de respeto.

Pero, como te digo, es posible que los onubenses seamos parte responsable de la situación, no por no salir a la calle  a montar el pollo, eso está muy visto, sino por no saber presionar a los que deciden, que son los políticos a los que votamos y que nos han tenido (nos tienen) abandonados y engañados. Que se olvidan de Huelva en cuanto pillan el asiento en el Congreso o en el Parlamento y que por no soltarlo venden los intereses de su gente. La que, no lo olvidemos, los pone ahí.

P.- ¿Cómo ves la situación política?

R.- Bueno... Esto daría para un libro, que probablemente nadie publicaría porque estaría lleno de exabruptos. En Huelva, tranquila, como casi siempre. Aquí, como te he dicho antes, salvo en el caso de la política local, que es muy digna dentro de sus posibilidades, el interés del político es coger trono en Madrid o Sevilla y a eso se dirigen todos los intereses. Nada nuevo, salvo un cierto punto reivindicativo que estoy empezando a ver de vez en cuando, y que me alegra. A nivel nacional, o de partidos políticos, como prefieras, lo que estamos viviendo es la constatación de lo lejos que están de la realidad de la gente, de que sus intereses están siempre por encima de los de los ciudadanos y de lo torpes que son, especialmente los partidos mayoritarios, por permitir que el populismo haya calado tan profundamente en una sociedad que es muy fácil de engañar pero que es la que toma las decisiones en las urnas. En España haría falta una política de altura que no existe y que dudo que vaya a existir en mucho tiempo.

P.- ¿Y la situación del Recre?

R.- Paso palabra... Bueno, va. La veo mal, obviamente, y no sé cómo acabará, aunque espero y deseo que bien. Por suerte, el Recre tiene un patrimonio que lo protege más que ningún otro: los propios recreativistas, que nunca dejarán que el club desaparezca. Esa es la única explicación que resuelve el misterio que supone que una ciudad como Huelva haya sido capaz de sostener un club deportivo durante 131 años,  y la única razón que hará que siga siendo así 131 años más y los que vengan.