jueves. 25.04.2024
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El onubense Lucas Alcázar: "Soy trans y no es nada malo"

El onubense reivindica más visibilidad y acceso al empleo para las personas transexuales en el marco del Día del Orgullo LGBT
El onubense Lucas Alcázar: "Soy trans y no es nada malo"

El próximo 28 de junio se celebra el Día Internacional del Orgullo LGBT (Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transgéneros) o Día del Orgullo Gay. Una efeméride que se remonta al 28 de junio de 1969 y que tiene como fin promover la libertad sexual y la tolerancia en todo el mundo.

Una fecha clave para dar visibilidad a un colectivo que todavía, en muchas ocasiones, se esconde por miedo al rechazo de la sociedad.

Sin embargo, para que la igualdad sea una realidad hacen falta personas que den un paso al frente y cuenten su historia a pecho descubierto. Gente valiente que no tema mostrarse tal cual es, al margen de su condición sexual, ideología o género. Gente como el onubense Lucas Alcázar.

Es técnico de prevención de riesgos laborales, tiene 37 años y hace tres que decidió comenzar el proceso de transición para ser un chico transgénero.

"Siempre he tenido esa sensación de no encajar mucho en el patrón establecido de lo que era ser una mujer, aunque también es cierto que cuando me paraba a pensar en lo que era ser un hombre tampoco me sentía 100% reflejado", cuenta el onubense a diariodehuelva.es .

Los problemas con su cuerpo siempre le han acompañado. Lo que menos le gustaba era su pecho, aunque nunca tuvo del todo claro si él era o no una persona trans. "Todos se creen que se sabe de manera clara, pero no es así. Me resultó complicado y me costó dar el paso. Después de años definiéndome como mujer lesbiana, nunca me llegué a sentir a gusto con mi cuerpo y con esa definición de mujer", explica.

Lucas relata a este diario la crudeza de la situación que marcó un antes y un después en su vida y lo que le llevó a dar el paso e iniciar su proceso de transexualidad.

Con 32 años, tras entrar en una clínica de desintoxicación para curarse de algunas adicciones y después de, incluso, intentar suicidarse, decidió plantarse y coger, por primera vez, las riendas de su vida:  "Dije hasta aquí. Nunca se lo había dicho a nadie, hasta que me planté y decidí empezar a buscar mi felicidad. Comencé a investigar qué podía hacer para sentirme bien conmigo mismo".

Así, mientras superaba su adicción a la droga, un día, de manera casual, escuchó en Youtube el mensaje de alguien hablando sobre lo que era ser una persona transexual. "Entendí que cada uno define su masculinidad o feminidad y no tiene por qué ser un proceso cerrado. Cada persona tiene que ser libre". Así que cogió las maletas y se fue a Barcelona a conocer a esas personas que decían sentirse como él.

"Quedé con algunos de esos chicos y fue la primera vez que me sentí entre iguales. Me atendieron bien, me explicaron sus historias de vida, todas diferentes entre sí. Decido entonces que quiero empezar a tratarme como yo me siento: masculino. Decidí ponerme un apodo (todavía no usaba mi nombre actual) y me empecé a expresar al mundo tal y como me sentía. Entonces todo se me hizo fácil", confiesa.

Tras ser consciente de su identidad, regresó a Huelva y siguió formándose junto a otras personas trans, hasta que, finalmente, toma la decisión de operarse y realizar el cambio entre Barcelona y Sevilla. "Me di cuenta de que era lo que quería y lo hice cuanto antes. En mi caso, un tratamiento hormonal y después intervención del pecho".

Sin embargo, lo más complicado vendría después. Un cambio que tuvo que contar a toda su familia, entorno, amigos y que, al principio, se hizo complicado. "Al principio tuve problemas. Dejé el trabajo donde estaba y me dí cuenta de la cantidad de diferencias que establece la sociedad entre un hombre y una mujer. Comencé a saludar a los hombres de una forma distinta (en vez de dar dos besos, como antes, daba la mano), noté mucho el tema de salir a la calle: dejas de sentirte en el punto de mira por ser chica, no te tienes que retirar de un grupo de chicos si vas sola por la calle o dejas de sentir miedo al volver sola a casa por la noche. Me dí cuenta de que ser un hombre o una mujer en esta sociedad viene determinado, sobre todo, por la educación. Es esta la que nos hace diferentes".

Lucas ha vivido situaciones complejas. Ha tenido que abandonar su trabajo en varias ocasiones, ha recibido insultos, vejaciones e, incluso, alguna que otra agresión. "Tenía un puesto de responsabilidad y me atacaron por ser trans. Hay muchas personas que me dicen que no entienden por qué se me humilla siendo un hombre. No se trata de que sea un hombre, soy trans ", cuenta el de Huelva.

A día de hoy, tiene bien claro quién es y quiere contarlo al mundo: "Me siento un chico, aunque no tenga las mismas necesidades físicas que un chico cis (cisgénero). Yo puedo parir, tengo ovarios. Quiero ser visible, no soy nada malo, soy simplemente yo y no quiero ocultarme".

El problema, dice Lucas, no es que él sea trans, es que se le discrimine por serlo. "Eso es muy importante para mí. Siento esa presión social sobre lo que soy, el miedo de mucha gente de acercarse a mí. Muchos me miran como un bicho raro. Aunque también hay mucha gente que me quiere y ese es el gran regalo. Creo que el amor lo cura todo y es capaz de darte cosas únicas", explica.

Para el joven también es más complicado encontrar pareja. "Ahora me resulta más difícil. Me gustan más las chicas, pero desde que inicié el tránsito me empecé a fijar en algunos chicos y a verlos de otra manera. He tenido relaciones con hombres. Con el cambio me planteé que ¿Qué más da el cuerpo? Ha sido una evolución durante la transición en todos los sentidos. No sé si soy o no bisexual pero a veces me siento abierto a todas las relaciones", afirma.

EL EMPLEO COMO PRINCIPAL REIVINDICACIÓN 

La reivindicación más importante de este onubense en el marco del Día del Orgullo, viene de la mano del empleo.

Lucas asegura que 8 de cada 10 transexuales españoles están en desempleo. Lo más complicado, dice, es el ambiente de trabajo. "Enfrentarse al mundo es complicado, da miedo. Hay que trabajarlo. Desde que soy trans lo paso mal en el trabajo, aunque ahora estoy muy bien. Al igual que me han vejado en algunos sitios, hay otras personas que también me han echado una mano. Ahora estoy muy contento, pero venía muerto de miedo después de la última experiencia y creo que no es justo que una persona con ganas de trabajar tenga que pasar por aquí", lamenta.

Como dice el onubense, el empleo vertebra la vida de una persona y el no tener acceso a él por miedo al qué dirán hace que resulte más difícil aceptar la condición sexual de cada uno y empoderarse. "La confianza se va minando, por eso una de cada tres personas trans se suicida", apunta.

Defiende que los ayuntamientos locales promuevan planes de empleo para las personas transexuales, ya que "se trata de una pequeña población, asumible".

En definitiva, Lucas abre su corazón a los lectores de diariodehuelva.es para mostrarse tal cual es. Sin etiquetas, sin juicios de valor, sin patrones preestablecidos, sin limitaciones. Lucas apuesta por la visibilidad.

"Los que hemos sido educados como mujeres, sabemos que se nos educa para servir, para estar 'detrás de'. Por eso, muchos trans optan por la invisibilidad. Sin embargo, yo nunca he contemplado esa opción. Yo no soy nada malo. Mi voz está dentro del colectivo. Es una más".