jueves. 25.04.2024
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No hace falta, de verdad, aquí en Huelva ya tenemos nuestras propias porquerías

No hace falta, de verdad, aquí en Huelva ya tenemos nuestras propias porquerías

Zaldívar es un pueblo vizcaíno que me enseñó una palabra nueva: asbestosis. La asbestosis es una enfermedad pulmonar causada por la inhalación de polvo de amianto. Pero no es la única enfermedad que provoca este material, el cáncer de pulmón y el mesotelioma (otra palabra nueva que he aprendido), están directamente relacionados con la exposición a un material clasificado según la Legislación Española como cancerígeno de primera categoría, es decir, "sustancias que se sabe, son carcinógenas para el hombre”. Por algo está prohibido en España desde 2001.

El vertedero de Zaldívar ha generado una alarma social sobre este asunto. En los últimos años había recibido, entre otros residuos, casi 10.000 toneladas de materiales de construcción que contenían amianto (placas, tuberías y canaletas de fibrocemento, principalmente).

Pues resulta que en Huelva existen muchos “Zaldívar”,  bajo nuestros mismos pies, existen más toneladas de amianto que la que había en el vertedero de la localidad vizcaína. Y nadie hace nada, y las autoridades competentes se hacen los sordos ante las protestas de muchos vecinos, quizás por temor a no salir en la foto de turno, quizás (lo que sería aún peor) por no ser conscientes de la bomba que dormita bajo nuestros pies.

Y es que basta comprobar cómo se protegen los operarios que tienen que reparar dichas conducciones para entender la peligrosidad que nos quieren ocultar. Esas tuberías son las que llevan el agua que consumimos. El agua que beben nuestros hijos, el agua con la que nos aseamos y cocinamos. El mismo agua que se paga a precio de barril de Brent.

Y no es cuestión de crear alarma, porque el agua no se convierte en veneno mientras no se contamine con fibras de amianto. De hecho, son los mismos operarios, los que más se exponen a padecer ciertas enfermedades a la hora de hacer frente a alguna rotura de estas tuberías (también los vecinos, si no se actúa según el protocolo establecido). Pero tampoco es cuestión de mirar hacia otro lado e ignorar el problema. Y soy consciente de que no se pueden sustituir los kilómetros de tuberías de fibrocemento en unas semanas. Pero no estaría mal que nos tomáramos este asunto más en serio, que supiéramos cuantas tuberías obsoletas están enterradas en nuestras calles y que se aprobara un plan provincial de desamiantado.

Seguro que, como yo mismo, muchos onubenses no sabían por dónde quedaba Zaldívar. Sin embargo, pese a que nadie parece tomar medida alguna respecto a lo del amianto, hoy todos sabemos dónde esta Zaldívar y que residuos almacenaba.

Y, como a perro flaco, todo se le vuelven pulgas, hay quien rumorea que hasta el vertedero de Nerva van a trasladar más de 20.000 toneladas de residuos del vertedero vizcaíno. No hace falta, hombre, ya llevamos varias décadas con un vertedero cuya gestión se puso en entredicho en más de una ocasión. Y más tiempo llevamos con un polo químico donde algunas industrias adulteraron sus datos mientras nos envenenaban con mercurio.

Por no hablar de las balsas de fosfoyesos y los vertidos incontrolados que nos impiden lucir la bandera azul en algunas de nuestras playas. De verdad, que no hace falta que nos traigan más porquerías a una provincia con una de las tasas de cáncer más elevadas. Si acaso, llévense alguna, como el amianto...