jueves. 18.04.2024
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La Cumbre del Clima pone a los fosfoyesos de Huelva en el punto de mira

La subida del nivel del mar anunciada en la Cumbre del Cambio Climático que se celebra en Madrid amenaza con llevarse por delante los fosfoyesos. Millones de toneladas de residuos quedarían esparcidas por el mar, frente a Huelva.
La Cumbre del Clima pone a los fosfoyesos de Huelva en el punto de mira

Huelva está en el punto de mira del cambio climático. No es una exageración. La presencia de un Polo Industrial Químico y Energético, la descarbonización, la desertización, la subida de las temperaturas y el aumento del nivel del mar han convertido a la provincia onubense en una zona muy frágil, medioambientalmente hablando, para los tiempos venideros.

Si hay algo en Huelva que resuma visualmente lo que puede acarrear más pronto que tarde el cambio climático hay que mirar a las enormes pirámides de residuos de fosfoyesos. 1.200 hectáreas, el mismo tamaño que Huelva capital, de residuos altamente contaminantes depositados por las industrias químicas, sobre todo por Fertiberia, en las antaño marismas vírgenes del Tinto. No es de extrañar que en más de una universidad europea se ponga a los fosfoyesos como ejemplo de “crimen medioambiental”.

Desde Greenpeace, WWF o Ecologistas en Acción no hay duda de que la subida del nivel del mar, una de las consecuencias más visibles del cambio climático, tendrá nefastas consecuencias para Huelva y su entorno. Y los expertos lo tienen claro y así los apuntan en la recién inaugurada Cumbre del Cambio Climático Chile-España: “La subida del nivel del mar es imparable y se está acelerando. Los gases de efecto invernadero emitidos por el ser humano hasta ahora hacen que el deshielo y el incremento del nivel del mar vayan a continuar más allá de este siglo”. Una malísima noticia para Huelva.

Los 120 millones de toneladas de residuos, incluidos radiactivos, que acumulan los fosfoyesos también son consecuencia de una de las prácticas más criticadas y con más impacto en el ser humano: el uso y abuso de los fitosanitarios destinados a la agricultura, invernaderos y siembras abusivas. Al fin y al cabo la mayoría han sido producidos por Fertiberia.

Julio Barea, responsable de la campaña de Agua y Residuos de Greenpeace, asegura que si no “actuamos también cambiando el modelo actual de producción agrícola no mitigaremos el problema. Porque este tipo de abono que ha generado los residuos de fosfoyesos es uno de los focos del cambio climático”.

Por eso desde Greenpeace se batalla para que se dejen de usar esas toneladas de fertilizantes químicos que se le echan a los suelos agrícolas con lo que ello conlleva, incluida la contaminación de las aguas subterráneas, muchas de ellas usadas para beber, máxime en tiempos de sequía como los presentes.

Greenpeace también advierte que hay una segunda derivada del impacto de la subida del nivel del mar en la Ría de Huelva. A su juicio, con el actual comportamiento de los responsables políticos más bien “parece que están esperando que la crecida de las aguas se los lleve por delante” (los fosfoyesos), que acabarán esparcidos por todo el litoral onubense afectando a las playas y a los sectores turísticos y agrícolas.

Y no es el único que lo piensa. Desde Ecologistas, Daniel López, responsable de Residuos, Contaminación y Cambio Climático, también alza su voz para denunciar lo que considera "la obsolescencia absoluta del Polo Químico de Huelva, uno de los grandes productores y emisores de gases de efecto invernadero”.

Desde ambas organizaciones subrayan que una cosa son los mensajes grandilocuentes que se escuchan en la Cumbre del Cambio Climático que acoge estos días España y otra bien distinta son las políticas efectivas que a nivel local se ponen en marcha y se implementan en el territorio.

Otro de los caballos de batalla de la presente Cumbre del Clima son las emisiones. Y en Huelva, de eso, sabemos y sufrimos. Las 15 plantas de producción que integran la Asociación de Industrias Químicas, Básicas y Energéticas de Huelva (AIQBE) emitieron en 2018 unas 3.151 kilotoneladas de CO2 (Dióxido de Carbono) a la atmósfera. A pesar de esta ingente cantidad, lejana al cálculo mundano, las fábricas redujeron sus emisiones un 2,5%. Pasaron de las 3.234 kilotoneladas a esa 3.151. Y desde 2008 a 2018, la reducción de emisiones de CO2 por parte de las empresas ha sido del 42 %. Viendo estas cifras imaginemos cómo ha estado Huelva en la década de los años 70, 80 o 90.

Otro tema son los residuos que se generan. En 2017 fueron 204,6 kilotoneladas; y vertidos, 7,28 Hm3. Cabe subrayar con respecto a los vertidos que en estos últimos 10 años se ha logrado reducir un 56 % los de aguas residuales; un 64 % los de fosfatos, un 45 % los de fluoruros y un 43 % los aportes metálicos.

La Cumbre del Clima no aborda temas locales o conflictos ambientales. Hay 1.200 en todo el mundo que tengan esta consideración. Si advierte sobre las amenazas latentes y confirmadas por los trabajos científicos publicados que demuestran las salidas de los residuos químicos de fosfoyesos a la ría de Huelva y su contacto con las aguas y la flora y fauna vecina. O los olores y emisiones de partículas nocivas que llegan a la población de Huelva procedente de las balsas.

Y eso se está viendo con el asunto de los fosfoyesos, verdadera piedra de toque y que no solo afecta a las marismas de Huelva sino también a la salud de las personas, más de 200.000 residentes que viven a apenas un kilómetro de distancia de las pirámides de residuos.

Huelva lleva esperando décadas una solución para este “crimen medioambiental”, como se define en las mesas de trabajo de la Unión Europea.

De momento, Fertiberia prometió que en septiembre presentaría su Plan de Actuación para los fosfoyesos. Poco más tarde dijo que el plan estaría listo en noviembre, tras la celebración de las elecciones generales. No ha cumplido ni uno ni otro anuncio.

Lo único que ha cambiado en este tema es que Fertiberia ha sido vendida y a final de año ya no pertenecerá al Grupo Villar Mir sino al Fondo Triton que deberá asumir las obligaciones legales que pesan sobre la empresa. Y entre estas obligaciones está depositar una fianza impuesta por los tribunales de 66 millones de euros que sirva de garantía para cubrir su responsabilidad medioambiental en el daño causado y en los costes de reparación.

La justicia le ha dado un mes para depositar la fianza. Plazo que está a punto de culminar (otra vez) sin que la empresa haya pagado o presentado el Plan. Lleva siendo así desde que la licencia le caducó en 2003.  En 2009, la Audiencia Nacional impuso a la empresa la obligación de regenerar la zona que ocupaban las balsas de fosfoyesos.

Hoy, el proyecto de regeneración está pendiente de Declaración de Impacto Ambiental por parte del Ministerio de Transición Ecológica del Gobierno central, en funciones.

Para ello, unos y otros, han tenido que atender más de 1.300 alegaciones presentadas por científicos, asociaciones vecinales, partidos políticos, organizaciones ecologistas y particulares al Plan de Actuación de los fosfoyesos.

Un plan que para unos (ecologistas y algunos partidos) consiste en “echar por encima una capita de tierra para que no se vean los fosfoyesos y otros residuos allí aventados durante 50 años, bien visibles desde cualquier lugar del mundo a través de Google Maps y generadores de un nefasto impacto visual para la imagen de Huelva. Y para otros (Fertiberia) garantiza el encapsulamiento de los residuos para que no entren en contacto con el mar y el medio ambiente.

Una y otra versión queda aclarada por los estudios científicos publicados, donde se pone de manifiesto que el agua altamente contaminada almacenada en las balsas acaba filtrándose al estuario.

Y también hay empresas y proyectos, como el de Captura CO2, que promete, si se implementa, la captación y eliminación directa de 30 millones de toneladas de CO2 de la atmósfera, lo que redundará en la reducción de los riesgos que causa ese gas de efecto invernadero.

Queda hacer caso al consejo del Rey, Felipe VI: "Hay que actuar con liderazgo y determinación porque ninguna frontera puede protegernos de los efectos del cambio climático".

Y es verdad. El temporal, la borrasca Enma que sufrió la provincia de Huelva en la primavera de 2018 dejó claro que ninguna frontera nos protege del cambio climático y mucho menos las débiles escolleras que separan las enormes pirámides de fosfoyesos  de las marismas del Tinto.