viernes. 29.03.2024
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El poemario 'Una botella en la taiga', de Cándido Romero, se presenta este viernes en La Bohemia

Publicado por la editorial Niebla, el libro -estructurado como un tríptico, equiparable a los tres estadios nietzscheanos del espíritu en el discurso de Zaratustra- recibirá el cariño de los amigos del autor
El poemario 'Una botella en la taiga', de Cándido Romero, se presenta este viernes en La Bohemia

El restaurante La Bohemia (calle Rábida, 6) acoge este viernes a partir de las 20.30 horas la presentación del libro 'Una botella en la taiga', de Cándido Romero. (Entrada libre y recomendable hasta llenar el aforo).

Tras su puesta de largo en la Feria del Libro de Huelva, la presentación del viernes se plantea como un encuentro para darle cariño a estos poemas por parte de amigos y admiradores del autor, categorías incluyentes en la mayoría de los casos. En el acto participará Israel Adán, quien fuera su alumno en la UHU y escudero de su legado, y Miguel Montaner, creador de una hermosísima y cuidada portada que rinde homenaje a la profunda iconografía latente en cada uno de los poemas. Para tirar el dado y supervisar el turno -de palabra-, les acompañará la periodista Begoña López.

En la obra de Cándido Romero el azar y la inocencia pueden ser tanto un juego como una cosmovisión, un testamento vital. Como él mismo lo explica: "Como tantos otros azares, 'Una botella en la taiga' (título robado al gran Kurosawa) tiene un padre y una madre. Su madre es la necesidad, esa ineluctable necesidad de expresión que, según los entendidos, constituye la matriz primera de la poesía; mientras que su padre es el deber, la obligación de restituir siquiera sea solo una ínfima parte del generoso caudal recibido con la herencia literaria, y a la que tanto debe su autor".

El libro se estructura a manera de un tríptico —Epitafios, Pasquines, Juramentos—, que acaso podría encontrar cierta correspondencia con los tres estadios del espíritu —el camello, el león y el niño— pautados en el primer discurso de Zaratustra.

Así, Epitafios, a semejanza del camello nietzscheano, cargaría pacientemente sobre sus dóciles espaldas el mal, el dolor y la muerte del mundo.

Pasquines, por su parte, como el león del profeta, cifraría el momento reactivo del no, de la rebelión del espíritu, de la quiebra furiosa de las cadenas que atenazan su libertad.

Finalmente, Juramentos, al cabo de de la guerra y de la muerte, vendría a hermanarse con el niño de Nietzsche —epifanía del sí, plena afirmación de la vida—, que conjura con sus juegos luminosos la sagrada inocencia del devenir.

Después de la presentación podremos compartir un rato de poemas y risas con una cerveza. Para que Cándido, que dice que "la poesía nunca ha dejado de constituir un deporte de riesgo", de por satisfecha su intención de al menos "un solo lector lograra extraer de esta botella algún remedio para su sed".

Sobre el autor, según el autor

Cándido Romero —Gil Márquez, Almonaster la Real (Huelva), 1958—. Tras iniciar los estudios en su aldea natal, en una de aquellas heroicas escuelas unitarias de la época, cursó el bachillerato en el colegio San José de Cortegana, un centro de enseñanza media, atípico pero ilustrado, que alentó de forma decisiva su afición por la literatura y por el fútbol.

En sus años juveniles, tuvo el honor de defender, con desempeño no del todo pusilánime —la seriedad de sus antiguos compañeros de equipo le apagaría sin duda el farol, en otro caso— la honrosa elástica  verde del Club Atlético Cortegana a lo largo de algunas temporadas, que podrían haber sido bastantes más si su mala cabeza probada no le hubiera confundido las señales.

Licenciado en Derecho —el diablo sabrá cómo y por qué— por la Universidad de Sevilla, desde 1989 ejerce la docencia como profesor de Filosofía del Derecho en la Universidad de Huelva.

En los últimos años, entretiene sus bien merecidos ratos de ocio con algunas lecturas azarosas, la práctica del bizarro juego del su- bastado y (hospitalario hábito adquirido en las interminables invernadas de su infancia) y,  desde luego —no haría falta ni decirlo—, con la contemplación atónita del imposible fútbol de Messi.