jueves. 18.04.2024
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La represión en Zalamea llegó al asesinato del alcalde Manuel Molina

La investigación de José Manuel Vázquez Lazo reconstruye la trayectoria de un gran demócrata
La represión en Zalamea llegó al asesinato del alcalde Manuel Molina

La investigación de José Manuel Vázquez Lazo reconstruye la trayectoria de un gran demócrata

Mucho se ha escrito sobre la represión franquista en la provincia de Huelva tras el golpe de Estado de 1936. Sin embargo, investigaciones locales y nuevos datos afloran cada vez más la necesidad de continuar trabajando por la restauración de la dignidad de los represaliados.

Uno de estos trabajos es el de José Manuel Vázquez Lazo, historiador y escritor zalameño que ya tiene una amplia trayectoria divulgativa, tanto en el archivo de Zalamea la Real como en diversas publicaciones.

Los últimos datos que ha aportado se refieren a Manuel Molina Lancha, médico que llegó a ser alcalde de la villa y que fue asesinado por las tropas franquistas poco después de iniciada la rebelión militar.

Manuel Molina había nacido en 1877 en la villa de Aroche, desde donde llegó A Zalamea para ejercer su profesión de médico. Allí se casó con Adelaida Pérez de León Romero, una hacendada zalameña, y pronto se codeó con los grandes terratenientes del lugar, convirtiéndose incluso en uno de los socios fundadores de la Asociación Agropecuaria de Zalamea la Real, a inicios de los años 30 del siglo pasado.

De ideas conservadoras, consiguió el acta de concejal como integrante de la Agrupación Monárquica en las elecciones de abril de 1931, siendo nombrado poco después Primer Teniente de Alcalde del socialista David Vázquez. De su labor municipal se puede destacar su empeño en dotar al municipio de seis escuelas, cuatro para Zalamea y dos para El Campillo, siendo vocal de la Junta Local de Instrucción Pública.

Tras la dimisión del alcalde Manuel Domínguez de la Banda, fue elegido alcalde de Zalamea en enero de 1934, cuando ya militaba en el Partido Republicano Radical de Alejandro Lerroux, donde ostentó el cargo de vocal a nivel provincial.

Vázquez Lazo incorpora a su narración recuerdos de infancia, como los que le contaba su abuela, respecto a que Molina “había sido un hombre bueno, que dejaba dinero bajo la almohada a aquellos enfermos cuya situación económica era calamitosa”. Otros testigos del momento indican que era protector de mucha gente pobre y que repartía limosnas entre las casas más necesitadas cada quince días, gestos caritativos que nunca fueron aceptados por otros miembros de la clase acomodada zalameña, en opinión del investigador.

El caso es que, aun siendo de ideas conservadoras, habiendo defendido la causa monárquica a inicios de la II República, y pertenecer a la élite terrateniente de la localidad, el día 28 de agosto de 1936, dos días después de ser ocupada Zalamea por las tropas nacionales, Manuel Molina Lancha fue asesinado. Según Vázquez Lazo, a pesar de que se encontraba enfermo en su cama, fue sacado de ella por la fuerza, llevado en un camión al cementerio y fusilado tras serle aplicado el Bando de Guerra por parte de las tropas franquistas.

Estas investigaciones sirven para aflorar las aportaciones de cientos de onubenses cuyas vidas fueron segadas tan sólo por su compromiso con la Democracia y las libertades.