jueves. 25.04.2024
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Eugenia Jerez. Influencer

Eugenia Jerez. Influencer

Antes de escribir este artículo se me viene paradójicamente a la cabeza dos obras fundamentales, consideradas en su momento como de ciencia ficción, de la literatura universal. Y pienso en los geniales cerebros que la parieron. ¡Porque hay que ser auténticos genios para adelantarse y pintar el futuro de esa forma tan mágica y nítida! Me estoy refiriendo a Huxley y a Orwell, con sus respectivas novelas “Un mundo feliz” y “Diecinueve ochenta y cuatro” o “1984”. En ellas se retratan la sociedad, el consumo, el alienamiento, la deshumanización de un mundo convertido en esclavos de poderes invisibles. Cuando las leí hace bastante más de cuarenta años me dieron pavor. Algo me decía que esos locos desgraciados tenían razón y que nuestro futuro nos iba a despersonalizar y convertirnos en un mero número o dígito al servicio de los poderes económicos. Y estamos hablando de obras publicadas en 1.931 y 1.949, respectivamente. Aún así, Huxley ya pintaba ese mundo fantástico, utópico, muy tecnológico. Describe el futuro como el desarrollo compulsivo de la eficiencia y la estabilidad, junto con los avances tecnológicos, que crean “una benéfica tiranía de la UTOPÍA.

Cada vez que leo el término “Influencer” siento algo así como unas calores menopáusicas que se me suben por todo el cuerpo y me estallan como amapolas granas en plena cara. Afortunadamente, me digo, soy varón y no puedo tener ese cambio brusco y natural que padecen las hembras a determinadas edad. Entonces, vuelvo a decirme, se tratará de un ardor compulsivo ante el uso abominable que las redes sociales nos preparan para un futuro mediato. Afortunadamente, dicho concepto no se encuentra recogido en el diccionario de la R.A.E, por mucho que el mismo cada vez sea más empleado en todos los medios de comunicación. Pero, a pesar de ello, se puede entender como “Influencer” como la persona capaz de virilizar contenidos. Esto es, de multiplicar la difusión y propagación de videos, imágenes o marcas. Personas, en definitiva, creadas para incidir en las decisiones del consumo.

Yo, ingenuo de mí,  miraba el móvil en momentos de relax las distintas estampas o imágenes que Instagram nos asoma de forma constante alucinando con los paisajes o rincones de la tierra. A fuer de ser sincero, también me deleitaba viendo hermosas mujeres con ropas o algo de ellas y, sobre todo, cuando ves a personas conocidas o fotografías subidas por uno mismo. Un juego. No es más que un juego donde se desarrolla el egocentrismo o reconocemos y alucinamos con gentes queridas o conocidas. Poco a poco la realidad se impone y la ignorancia deja paso a esa realidad. Eso que me maravilla, esas fotos de chicas y chicos guapísimos no son más que la punta del iceberg de todo un sistema de consumo y de alienación mental. Es una forma de echar a un lado, por antiguos, los moldes de la publicidad clásica y de vender una crema, una bebida o una marca de ropa a través de una ingenua fotografía de una persona totalmente desconocida. Cuando me dicen que hay chicos y chicas que se han hecho millonarios con ello no me lo puedo creer. ¿Con esas caras y esos cuerpecitos, la mayoría de ellos, cómo van a ser banderas publicitarias? ¡Si dan ganas de hacerle una transferencia bancaria para que se vistan o coman algo!…¡Tonto de mi! Y pena de mi porque me doy cuenta de que sin quererlo, y sin previo aviso, Orwell ha regreso para meterme en su mundo mediatizado en el que pensar y razonar está prohibido.

Pero quiero que alguien que está metida en esto me saque de mi negatividad, de esta pesadilla que de un tiempo para esta parte viene cubriendo mis noches. Es una abogada de Sanlúcar de Barrameda, Cádiz, aunque residente en Huelva desde hace muchos años. Puedo decir con orgullo que es amiga mía y que todo el amor que le profeso puede hacerle perdonar sus incalculables afanes de descubrir y reorientar el nuevo mundo, la nueva sociedad. La conocí por un casual y desde entonces es mi inseparable modelo en todo y amiga para todo. Lo mismo se me presta para algunos de mis locos artículos que me prologa una novela o me presenta un libro. Ella es Eugenia Jerez Martín.

Eugenia es una mujer joven, que no aparenta ni de lejos los cuarenta años que acaba de cumplir, alta, delgada, con un estilo propio inconfundible y divino y un cuerpo con las curvaturas estilizadas perfectas para poner su marca personal en el vestir, su elegancia innata, al servicio de los ojos ajenos. Aunque no sea ello lo que pretende. No conozco persona más humilde y sencilla que ella. Tiene una cabellera rubia con la que juega magníficamente a su antojo, unos ojos vivos y hermosos y…unos labios siempre rojos que la definen. Quedo con ella a las puertas de su despacho de abogados para tomar café y me saque de mis elucubraciones enfermizas. Se me presenta con un chaquetón de piel artificial un vestido ceñido y muy corto granate, que dejan ver sus esbeltas y largas piernas envueltas en unas medias negras de cristal. Y sus zapatos con buenos tacones. ¡Es una enamorada de los buenos zapatos! Me hace ser bajito a su lado y camino orgullosos por el centro de la ciudad ante las miradas envidiosas de mis conocidos y amigos. Nos sentamos en una terraza a tomar café.

“¿Qué qué es ser influencer?- me dice mientras ensaya esa sonrisa tan peculiar que la caracteriza. – Yo no sé lo que es eso. Yo no me siento ningún tipo de influencer. Yo soy yo y punto.- parece dudar, porque a ella no le gusta que le trate dentro del concepto extendido del término-. Mira, Miguel, lo único que pretendo es dar una visión positiva de la vida, aunque piense que esta es una mierda. Yo soy ante toda una abogada que siempre ha pretendido que todos y cada uno de sus clientes confíen en mí, por mi trabajo, por mi forma de ser y por mi profesionalidad. Si a un cliente le intento dar positividad lo mismo hago aquí. Esto, lo de Influencer, no es más que una hobby, que dejaré cuando deje de sentirme a gusto. Me encanta que las personas confíen en mí, que me vean cercana. La palabra es confianza. Unión porque forman parte de tu día a día.”

Toma el café lentamente y me mira escrutándome la mirada. No se fía de mí, de que pueda soltar una carcajada, a pesar de haber hecho juntos tantas y tantas excentricidades. “Entré en esta historia de Instagram hará un año y medio y tú que me conoces sabes que no me gusta “la pose”, pero sé muy bien lo que tengo que hacer para dar un lado o imagen positivo. Lo que más me gusta de este fenómeno es la interconexión; más que las fotos. Tengo seguidores de media España y de Italia, La India…hasta de Estados Unidos. Para que te hagas una idea tengo una 29.000 interconexiones diarias – me dice mostrándome una aplicación que recogen sus actuaciones. – Yo no puedo dedicarle mucho tiempo a esto. Lo primero es mi trabajo y eso es intocable. Aprovecho el tiempo de descanso, después de almorzar, antes de irme al despacho, para colgar una fotografía y poner una leyenda o sentencia al pie de la misma. Esto último, la reflexión particular me es más importante que la imagen. ¿Dónde me hago las fotos? Sabes que tengo a David – es su marido- que es un gran fotógrafo y aprovechamos cualquier acto o evento en los que estemos invitados en la ciudad o una boda, o cualquier comida de amigos o compañeros , o en los fines de semanas y nuestras escapadas obligatorias lusitanas al Algarve. David es mi fotógrafo y además se encarga de la edición e informática.

¿Sueles acudir a estos eventos en los que según me cuentan son  multitudinarios y en los que tanto las bloguers cuanto l@s Influencers son tratados como dioses del Olimpo?, le pregunto. Ella me mira abriendo su bonita boca de labios rojos haciendo una mueca de sonrisa que tan bien conozco. “Me invitan y mucho, pero no suelo ir. Sin embargo, quizás por mera curiosidad, acudí a mediados de diciembre del año pasado a uno que se realizó en Sevilla y en honor a la verdad tengo que decirte que aluciné. Aluciné por todo y en todo. ¿Tú te imaginas una cola de un grosor extraordinario con gente joven , mayores y hasta abuelos desde el principio de la calle Cuna hasta la plaza de La Magdalena? La organización impecable, el trato por parte de todos exquisitos y un público entregado que, para incredulidad mía, te miraban como si fueras una estrella. Personalmente, lo que más me llamó la atención es todo lo que estos eventos mueven, tanto a nivel empresarial cuanto a nivel de participación de las gentes; el interés que demuestran por las marcas, las tendencias, etc. Te ves de pronto como en otro mundo y te tratan como si una estrella del celuloide fueras. Es impresionante. Hay que vivirlo. Otra cosa muy diferente es que yo valga para ello y aquí, tú que me conoces, puedo decirte que no tengo ningún interés en hacer “carrera” en este campo. Como te dije al principio, lo hago como hobby y porque me da la gana”.

¿Sin embargo, le concreto, a ti siempre te ha encantado el mundo de la moda y te has atrevido a meterte en cualquier tipo de berenjenal con tal de resaltar ese mundo? ¡Eso no tiene nada que ver, Miguel! Yo siempre he intentado ser yo misma. Me ha dado igual “el qué dirán” y que montones de ojos incomprensivos y  muchas veces malignos, se posen por donde pases. Me encanta el mundo de la moda pero no la sigo. Yo tengo mi propio estilo y nada me va a hacer variar… No obstante, la sigo. Mira, a lo que suelo ir estos años es al desfile Flamenco de Cristo Bañez en Almonte, que está organizado por Influencia y es una de las cosas más tremendas y bonitas que he visto en esta provincia. Allí todo es otro mundo al que estamos acostumbrados, en cuánto organización, difusión y preparación. Te das cuenta del poder de las bloguers en el devenir de las tendencias y en el alzamiento o no de una marca o de un diseñador o modisto. Antes eran, en estos eventos, las modelos las protagonistas totales de los mismo y hoy en día estas son secundarias. Las que priman y son auténticas vedettes se llaman bloguers.

Estamos terminando a la fuerza. Cuando nos vemos y comenzamos a hablar el tiempo no existe, pero unos clientes la esperan en el despacho. De todas formas, no quiero concluir este artículo sin que me hable de sus pensamientos o leyendas o post, cómo quieran llamarlos en este mundo tan particular. Conozco su forma de escribir, pues de hecho prologó mi novela “La Sombra” y sé de su sustancia íntima y de la carga de realidad que llevan generalmente sus escritos. A veces mordaces, otras con una gran ironía. ¿Qué me dices de ello? “ ¡Maldito bicho eres! – me bautiza a su manera – . No te puedes imaginar la cantidad de horas y horas que la gente le dedica a seguirte y a compartir tus comentarios. Si te sirve de ejemplo uno de ellos, les digo “ Yo estoy muy ocupada en vivir”… Yo incito, o al menos lo intento, a que la gente viva, a que piense por ella misma. Mi perfil está orientado tanto a las fotos y a las reflexiones diarias y mi tiempo para ello, en verdad, es muy limitado. Aún así intento contestar a los cientos y miles de preguntas que me hacen sobre una u otra cuestión. En muchas ocasiones son temas personales los que me plantean y eso es muy serio y delicado. Yo intento manifestarles que sean positivas, optimistas pero realistas. Que tengan una posición propia y no dependan de los demás. Un tema que suelen sacarme es el del maltrato y yo les digo “ Quién maltrate maltrato ha de recibir” o “Eres tan especial, tan única, que nadie puede ni debe maltratar tus ojos, tu sonrisa y tu corazón, y menos tu fortaleza”….Como verás son comentarios que no tienen nada que ver con las marcas en las que soy Embajadora. Se establece un vínculo muy especial entre esta humilde influencer y esos miles de personas anónimas que me siguen”.

Cuando la dejo de nuevo en el portal de su despacho, me vuelvo a sonreír y tras besarnos me lanza esa sonrisa, siempre esa sonrisa, mordaz que solo ella sabe colocar y poner, y me dice “Hay tanta gente viviendo en las nubes que me da miedo que un día de estos empiece a llover idiotas”.