sábado. 20.04.2024
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Huelva increpa con indignación y rabia contenida al asesino confeso de la maestra Laura Luelmo

Escenas de altísima tensión popular a la salida de Bernardo Montoya de la Comandancia de Huelva para prestar declaración ante la jueza de Valverde del Camino encargada del caso del asesinato de la profesora zamorana Laura Luelmo.
Huelva increpa con indignación y rabia contenida al asesino confeso de la maestra Laura Luelmo

El esperado y previsto traslado del asesino confeso de la joven profesora zamorana Laura Luelmo se produjo esta misma mañana. Eran las nueve y cuarto en punto cuando Bernardo Montoya fue sacado casi en volandas por varios agentes de la Guardia Civil que le metieron en un vehículo para trasladarlo ante la jueza de Valverde del Camino, Elvira Mora Pulido, encargada del caso.

En la puerta de la Comandancia se habían apostado desde bien temprano, aun a oscuras, decenas de curiosos que esperaban la salida de Montoya. El ambiente estaba caldeado y la indignación a flor de piel. Nada más meter a Montoya en el vehículo varias personas se abalanzaron sobre el coche a porrazos con la chapa, lo que obligó a los agentes a esforzarse para separar a la gente y evitar atropellos y caídas. Las emociones y la indignación popular, además de bien visibles, se podían escuchar en forma de un durísimo coro de improperios, muy duros, llamándole de todo lo imaginable: “perro asesino”, “púdrete en vida” y reclamando un escalón más allá de la prisión permanente revisable o la cadena perpetua. Está claro que en estos casos las Fuerzas del Orden se ven desbordadas por la gente y las emociones.

Bernardo Montoya había permanecido todo el jueves en las dependencias de la Guardia Civil de Huelva, en el calabozo, y no fue trasladado desde que el miércoles fue conducido a los escenarios del crimen a responder a las preguntas de los investigadores. Su casa, donde se supone que violó y asesinó a Laura, las calles de El Campillo, que en silencio vieron su trasiego criminal y donde nadie barruntó la tragedia que le esperaba a la maestra y al mismo pueblo, insertado a sangre en la triste geografía del crimen nacional, de la España negra que en Huelva se hace presente por oleadas... La Nacional 435, el paraje verde y ácido de Las Mimbreras, el camino del cementerio, el callejón donde dice que acorraló a su víctima. Revisitó todos los escenarios de sus horrores criminales.

Bernardo Montoya, en todo momento, tanto el miércoles en el primer traslado como esta mañana, se ha encurvado hacia el suelo para que las incontables cámaras de televisión que le esperaban apostadas frente al cuartel no captaran su rostro, las facciones de un asesino convicto y condenado antes por otro de sus crímenes que con 50 años solo tiene uno de los expedientes más sanguinarios de España. Un apellido maldito, que en Huelva, en Cortegana, en El Campillo ha jalonado una verdadera ruta de crímenes, asaltos, agresiones, violación de mujeres, cuchilladas y machetazos. Hasta un perro fue apuñalado cuando el can evitó, quién sabe qué más, el asalto forzado a una vecina de El Campillo.

La fecha límite de entrega de Bernardo Montoya ante la jueza de Valverde acababa a la una y media (si no hay cambios) del mediodía de este viernes portador de un invierno que anuncia la Nochebuena de la peor de las maneras posibles en Zamora, Huelva, en El Campillo, Nerva, en Valverde del Camino. Los pueblos y la ciudad por donde Bernardo Montoya pasea su extrema crueldad. Pero la Guardia Civil no ha apurado las 72 horas de rigor. A las nueve y cuarto en punto de la mañana, cuando las madres y padres que cada día pasan por las puertas de la Comandancia onubense, acabaron su tarea de acompañar a sus hijos al colegio, los agentes sacaron del calabozo a quien la calle y la víctima, había dejado escrito Laura, considera “un monstruo”. En Valverde le esperó otro pueblo indignado. Sus fechorías son horrorosas.

Bernardo Montoya salió de prisión el 22 de octubre después de llevar entre rejas unos 17 años por otro crimen, ya está contado, y varios delitos más. Dentro de poco, en horas, ingresará otra vez en prisión. Pero antes su lotería criminal (según ha confesado al parecer ante la Guardia Civil) ha segado una vida más, la de Laura Luelmo, y ha destrozado una familia más.

Le espera ahora una acusación tremenda. Y puede, si le declaran culpable sin paliativos, que se le aplique la Prisión Permanente Revisable.