sábado. 20.04.2024
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El refranero descubre el dicho 'Fíate de Dios y suelta la adelfa'

Recordamos el dicho popular que dice “¡Fíate de Dios y suelta la adelfa!”, referido a la efectividad de agarrarse a lo material cuando se está en peligro, antes que fiarlo todo a la providencia.
El refranero descubre el dicho 'Fíate de Dios y suelta la adelfa'

En los pueblos onubenses existen una amplia riqueza en vocabulario y cultura popular. Una de las expresiones más comunes son los refranes y frases hechas que nacen con cotidianidad de los vecinos del mundo rural. Recordamos hoy la de “¡Fíate de Dios y suelta la adelfa!”, referida a la efectividad de agarrarse a lo material cuando se está en peligro, antes que fiarlo todo a la providencia. Siempre que se ha pensado en este refrán se hacía alusión a una situación extrema, en la que ante una riada una persona se pusiera a rezar para ser salvado, mientras que otra se esforzaba en coger con fuerza una adelfa, o rama presente en ríos y riberas. Hoy podemos plasmar este sucedido con una historia real, procedente de las investigaciones de Santiago González Flores.

Pero antes de relatarlo, debemos recuperar la historia de la construcción del Puente de la Azulá o Zulá, en los primeros años del siglo XX, en el curso de la Rivera de Huelva o Rivera de las Güerbas. Hasta que se levantó esta pasarela, el río se salvaba, en épocas de crecida, a través de los vados. Los más utilizados, según González Flores, fueron el Vado de las Estacas, en la Vega Grande del Duque; el Vado de Santa Olalla, junto a la antigua Estación de Tren, el Vado de los Hoyos en la finca del mismo nombre; el Vado del Ciruelo, en los Viñazos; el Vado de la Garranchuela, en las Escobalas; y el Vado de Cataveral, junto al Madero. Los más ancianos también recuerdan la utilización de zancos en el paso por Las Aguadas que evitaban, en época de fiestas, mojarse los mocasines.

Si la Rivera venía crecida, había que recurrir a la Barca del Tío Justo, quien a cambio de algunos reales cruzaba al viajero a la altura del Vado de Santa Olalla. Con una longitud de seis metros, la barcaza permitía transportar un número de mercancías y personas proporcionado el trasiego del camino, y era vía de entrada desde la Sierra de Cazalla a la zona onubense de Sierra Morena.

Aún se recuerda a una persona que murió ahogada al llevar en la barca a un hacendado durante una de las crecidas de la Rivera, cuando un imprevisto remolino dio al traste con la barca, causándole la muerte. Y es ahora cuando retomamos la introducción a nuestro dicho popular, ya que Antonio ‘el de Justo’ protagonizó, unos años antes, un incidente rocambolesco que originó el fundamento de este refrán en Zufre.

Según González, corría el mes de septiembre de 1906, cuando el caudal de la Rivera anegó toda la Vega, desde los pies de Aguafría hasta los sauces de Monte Soldado. La pasión por una chica llevó a este personaje a empecinarse en cruzar tres caballos en su barca, a pesar de la fuerte corriente. La situación se hizo insostenible y remolinos y peñascales facilitaron el vuelco y que la situación se volviese insostenible. Maderos, mercancías, caballos y la propia vida corrían rivera abajo, cuando, en el último momento, pudo aferrarse a unas juncias y adelfas que sobresalían del cauce, salvando la vida en el último momento.

Dos semanas más tarde, al asistir a la Misa Mayor del Domingo de Feria, Antonio, aún dolorido, se acercó a la Patrona a dar gracias por lo que pudo ser su último instante. El párroco, Don Ignacio, al verlo le espetó desde el púlpito delante de todo el pueblo: “¡¡gracias a Dios se salvó nuestro hermano Antonio!!”. A lo que él, ni corto ni perezoso, contestó: “¿gracias a quién? ¿Gracias a Dios? ¡¡Gracias a la adelfera,... que la intención de Dios bien jodía era!!”

Este episodio, que nos ha llegado gracias a la narración oral, simboliza en Zufre la representación del refrán “¡Fíate de Dios y suelta la adelfa!”, presente en muchos de nuestros pueblos, y muestra la sabiduría popular de nuestra gente.