martes. 23.04.2024
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Opinión

Culpables

Andamos ya mucho tiempo, los socialistas, preocupándonos por los “otros”, cuando, en realidad, lo único que nos debiera preocupar y ocupar, sería qué plan de futuro estamos elaborando para volver a ilusionar a la ciudadanía y para que, de nuevo, confíen en nosotros. A estas alturas, aunque algunos lo duden, cada una de las formaciones políticas, y sus líderes, han mostrado sus intenciones de forma nítida, incluidos aquellos que ni siquiera han movido una ceja para desatascar el complejo panorama de inanición institucional y de gestión, en el que han tenido a este país durante más de cuatro meses, sin olvidar los cuatro años de mandato llenos de injusticias, restricciones y pérdida de derechos y libertades. Otros han imitado al Guadiana, apareciendo y desapareciendo, ahora no, ahora sí, luego tal vez, para finalmente, sin esperar respuesta, decidir que era mejor preguntar si lo blanco, es blanco, o lo negro, negro. Por eso señalo, que la patita está mostrada bajo la puerta y ya no podrán venir a decirnos, en mensajes saturados de pura demagogia, que ellos son la esperanza de los nuevos tiempos o que venían a acabar con la casta, porque si algo se ha demostrado falso en todo este tiempo transcurrido desde el 20 D, es que se han convertido en todo aquello que decían venir a erradicar. Tras los golpes de efecto de los primeros días, retoño de Carolina Bescansa incluido, con discursos grandilocuentes llenos de insulto hacia los socialistas, se pasó, en un visto y no visto, a manos “tendidas”, sin especificar si eran para estrecharlas o amenazaban el cuello. Posteriormente, acudieron a una mesa, de la que durante meses se habían ausentado porque habían vetado a otro partido, lanzando aquello de “hasta que no haya un acuerdo no nos levantaremos”. Manifestación que, en cuestión de horas, se convirtió en agua de borraja con la espantada hacia una cocinada consulta a las bases. Ahora, ante los datos de todas las encuestas que auguraban un descalabro electoral importante, escapamos por otra vía, cual camaleón adaptado al medio, buscando una unión electoral que, antes de las pasadas elecciones, se despreció y ninguneó, y donde antes no había líder, y eran residuos del antiguo comunismo, ahora hemos pasado a hermanos de sangre y abrazos, no sabemos si del oso. Por eso las cartas ya están sobre la mesa y los ciudadanos saben de más quienes han intentado con todas sus fuerzas que este país nuestro camine hacía una senda de más justicia social y solidaridad, y quienes han obstaculizado ese camino poniendo auténticas traviesas en el mismo para que no se pudiera circular por él. La repetición de las elecciones es un fracaso colectivo cuyos culpables tienen nombre y apellidos, Rajoy e Iglesias, Iglesias y Rajoy, que tanto monta, coincidiendo ambos con sus estrategias en que lo mejor para ellos, era lo peor para los españoles. Uno, Rajoy, porque pensaba “ande yo caliente y ríanse la gente”, y otro, Iglesias, porque pensó que “a río revuelto, ganancia de pescadores”. Por eso aquello de que el bien del país era el objetivo de sus formaciones, ha quedado demostrado ser falso, porque en este tiempo, Rajoy e Iglesias, Iglesias versus Rajoy, monta tanto, han jugado con España y los españoles.