viernes. 19.04.2024
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La siesta

No ha ocupado grandes espacios en los informativos, pero merece la pena dedicarle unas líneas. Hablo de la siesta, esa costumbre tan española que, a falta de estudios que lo corroboren, cada vez es menos habitual. Pero, claro, los tópicos ahí están, sobreviven contra viento y marea, y resulta dificultoso deshacerse de ellos.

De lo que no andamos escasos es de teorías sobre sus efectos. Positivas y negativas. La última que se ha dado a conocer, y enlazo con el comienzo, es de índole perniciosa. Resulta que, según un grupo de científicos británicos de la Universidad de Cambridge, la siesta triplica el riesgo de morir prematuramente por complicaciones respiratorias. Los principales datos aportados hablan de que dormir con regularidad media hora de siesta aumenta hasta a un 14% el peligro de muerte, porcentaje que sube al 32% si el descanso supera la hora.

No han tardado mucho en salir a la palestra voces en España, médicos fundamentalmente, rebatiendo el estudio y sus conclusiones por "la falta de rigor científico". Y no será por el tiempo que ha llevado su elaboración (8 años) y el número de personas estudiadas (16.400 personas que habitualmente dormían la siesta). La causa de muerte más común de los que fallecieron prematuramente durante el tiempo de estudio se relacionó con las enfermedades respiratorias. Más exactamente, dicen los investigadores: echarse la siesta causa una inflamación que eleva el riesgo de muerte entre dos y tres veces, en comparación con las personas que duermen una media de ocho horas sólo durante la noche.

Ah!, y si alguien cree sentirse a salvo de formar parte en el futuro de esta mortal estadística (Dios o los hados no lo permitan) por el simple y saludable hecho de no fumar, pues tampoco: para nada influye ser o no ser fumador. De la misma manera que no depende el mayor o menor consumo de alcohol o de somníferos, ni de la práctica deportiva, ni del índice de masa corporal, ni siquiera de la presencia de enfermedades. Al menos es lo que dice este equipo de científicos británicos.

En todo caso, la conclusión principal de este estudio se contradice con trabajos anteriores. Y numerosos. Todos, en general, se hacen eco de lo beneficiosa que es la siesta para la salud: nos ayuda a retener información que, de lo contrario, se perdería; la creatividad se ve recompensada; incluso una siquiatra norteamericana, profesora de la Universidad de California, sostiene que una pequeña siesta en el lugar de trabajo repercute positivamente en el rendimiento de los trabajadores. Y no únicamente ella. La NASA es de la misma opinión, después de haber llevado a cabo el experimento con sus trabajadores, pilotos de compañías aéreas comerciales: a unos se les permitió dormir una siesta de cuarenta minutos durante parte del viaje, y a otros, no. El resultado fue que los primeros tenían una mayor velocidad de reacción y se mantenían mejor en los siguientes vuelos. Los segundos acumulaban fatiga.

Concluyendo: si yo pudiera elegir, me decantaría por la siesta. Lo que ocurre es que no puedo. Espero que el lector no lo haya notado.

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