Mal parados

Cada mes con los datos del Inem (siempre lo llamaremos así) y cada trimestre con los de la Epa pasa igual, todos los interpretan como más les conviene: siempre la botella está medio llena o medio vacía. Les importa bien poco el drama familiar de los cerca de cinco, o seis, millones de desempleados que hay en nuestro país. Y tiene su lógica, ya que quienes hacen estos arduos análisis tienen un buen empleo. Falsas recomendaciones con sesgo político y el único propósito de apuntarse a caballo ganador. Poca vergüenza queriendo dar lecciones sin aportar soluciones. Eso es así desde tiempo inmemorial.

Lo que habría que decir a las claras es que este país (España) tiene un problema estructural, llamémoslo así, de entre millón y medio y tres millones de personas que estarán siempre en paro sin que nos encontremos en recesión o abandonemos la crisis. Con el paso del tiempo reduciremos el porcentaje de parados, pero en el próximo lustro no bajaremos del 20 por ciento. La población activa irá reduciéndose, los pensionistas se irán incrementando y nunca se recuperará la cantidad (ni la calidad) de puestos de trabajo. Esta crisis ha destruido un tipo de empleo que jamás se recuperará, a la vez que las empresas necesitarán menos cantidad de mano de obra para mantener la mima producción. Vamos, que el panorama no es nada alentador, aunque hay que ser serios y afirmar que se seguirá creando empleo y que otros, en menor grado, seguirán perdiendo su puesto de trabajo, aunque se irán reenganchando a los distintos tipos de contratación. Y da igual que gobiernen unos u otros, pues varitas mágicas sólo se tienen en periodo electoral, y ya sabemos la efectividad que acaban teniendo.

España es un país especial, no cabe duda, y si queremos que funcione habrá que empezar a decir las cosas claras, pues siempre habrá a unos que les vaya mejor que a otros. Pero no sólo aquí, sino en todo el denominado mundo occidental, al que todos bien llamamos capitalista. Y mientras no se demuestre lo contrario, el dinero es lo que mueve al mundo. ¿Si no, de que crisis estamos hablando? Por que la crisis de valores hace tiempo que ya la padecemos.