viernes. 29.03.2024
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Los poblados de Lepe y Lucena incendiados se reconstruyen y comienzan a llenarse para la campaña

Apenas un mes después del siniestro que arrasó 120 infraviviendas junto al cementerio lepero y 15 días después de que ocurriera lo mismo en Lucena, los asentamientos se ha reconstruido y acogen a inmigrantes que acuden a la campaña de berries.
Los poblados de Lepe y Lucena incendiados se reconstruyen y comienzan a llenarse para la campaña

Ni un mes después de que un incendio arrasara un asentamiento de inmigrantes junto al cementerio de Lepe el poblado chabolista ha sido reconstruido. Lo mismo ha ocurrido con otro poblado de infraviviendas en Lucena del Puerto apenas quince días después de que el fuego se llevara por delante decenas de chabolas. El primero ocurrió el 11 de enero de madrugada, al parecer por la deflagración de una bombona de butano que provocó detonaciones en cadena y pilló a la mayoría de los inmigrantes durmiendo. Pese a lo intempestivo de la hora, lograron huir y ningún inmigrante resultó herido, aunque lo perdieron todo, muchos de ellos incluso los papeles que les acreditan para trabajar en España. El resultado: dos hectáreas calcinadas y unas 120 chabolas arrasadas.

Pero el frío aprieta y en algún lugar hay que vivir -por decir algo- así que, tras ser atendidos en un primer momento en el campo de fútbol, los inmigrantes afectados se pusieron manos a la obra para reconstruir su más que precario poblado con la ayuda del Ayuntamiento y de ONG, que les facilitaron ropa, colchones y mantas. Así lo confirman tanto el coordinador del Área de Exclusión Social de Cáritas en Huelva, Juanma Breva, como la portavoz de Asnuci (Asociación de Nuevos Ciudadanos por la Interculturalidad), Alicia Mateos, quienes atienden las necesidades básicas el colectivo proveyéndolo de alimentos y ropa de abrigo así como acompañándolo en la tramitación de sus documentos.

Lo mismo ha ocurrido con el asentamiento de Lucena del Puerto, donde el 23 de enero una docena de chabolas fueron destruidas por el fuego y hubo un herido leve. En un poblado con más de un centenar de infraviviendas, la vida se abre paso como si nada hubiera ocurrido. Plásticos, cartones, chapas, todo se utiliza para reconstruir lo perdido.

Pero estos asentamientos no solo se reconstruyen sino que comienzan a llenarse con inmigrantes que han terminado la campaña de la aceituna y acuden a Huelva a la recolección de los frutos rojos. Es la generalidad en los alrededor de 25 poblados que hay por toda la provincia, según estimaciones de Cáritas.

En este sentido, Juanma Breva señala que los asentamientos han pasado de ser temporales a crónicos: "Cada vez hay chabolas más elaboradas, con suelo de cemento, habitaciones y estructuras más consolidadas". Y es que hay dos perfiles: los que solo acuden a la campaña de berries y los que se quedan durante todo el año.

Breva muestra su preocupación por un problema que está enquistado y que "puede dar pie a conductas o perfiles que nada tienen que ver con la inmigración". Ante ello, insiste en que las administraciones y los agentes implicados se pongan manos a la obra para buscar soluciones a un problema "complicado". Señala que los empresarios proveen de alojamiento a los contratados en origen -en su mayoría mujeres-, pero no al resto, pese a que "el año pasado el 80%, por no decir el 100%, de los alojados en estos asentamientos trabajó en la campaña".

Mucho más crítica es Alicia Mateos, quién no duda en señalar la responsabilidad de los empresarios en esta situación que califica de una "vergüenza para Huelva".